Dos esculturas en honor a César Vallejo. A menos de 100 metros de distancia, una de la otra.
La segunda, de más reciente factura, es una composición abstracta metálica, que las palomas actualmente utilizan de baño y comedero.
Necesitamos equipamiento urbano en la ciudad. Mejor si se trata de monumentos, esculturas, arte... pero, ¿sólo por el hecho de colocar esculturas es posible permitir una concentración tan alta de absurdos por metro cuadrado?
El segundo, la poca preocupación por la identidad al momento de crear composiciones con las que la gente no se identifica, y que terminan siendo asimiladas como comederos de palomas.
El tercero, el gasto de recursos en la colocación de una placa (huachafísima) al pie de una escultura que tiene ya varias décadas en el lugar.
¿Qué diría Vallejo ante tanto honor?