domingo, 9 de noviembre de 2008

Siete modelos principales para definir lo bello

a) Ideas de orden, medida, posibilidad de calcular y correspondencia rigurosa entre las partes de un todo. Además de ser susceptible de ser pensada y construida de manera natural, dichas ideas son perfectamente perceptibles, en la base de criterios de simetría y armonía, con los sentidos "nobles" de la vista y el oído. La trinidad de verdadero, bueno y bello ha adquirido históricamente su relevancia al apoyarse en estos principios. Se trata de cánones de belleza objetivos, independientes de la arbitrariedad individual o de las propensiones de los pueblos.

b) Lo bello imponderable, alegórico e indeterminado, y se manifiesta a través de la valorización del "gusto", del "no-se-qué", de la vaguedad o del ornamento.

c) Las teorías y las prácticas de la belleza funcional y de aquella que tiene un objetivo (pedagógico, moral, político, religioso, ideológico) que - de manera diversa a las intenciones del primer modelo - necesitan del cálculo y de la exactitud para fijar medidas y raglas.

d) La reivindicación de la "simplicidad" de lo bello - redescubrible en un sólo color o sonido - y, de manera inversa, con el incremento de la complejidad en las relaciones internas entre las partes, de modo tal que el resultado artístico parezca ser incierto o arduo de decifrar.

e) Lo bello como luminosidad, fulguración, salto repentino y explosivo de las formas desde la oscuridad de contextos que al inicio son caóticos o banales.

f) La idea de la belleza conectada con el eros, entendido ya sea en el sentido de la atracción sensible (o sensual) como del placer inmediato que se obtiene, sobre todo, desde un proceder "espiritual" - traido desde las alas del "entusiasmo" o del "delirio divino" - en dirección hacia la trascendencia, del cambio de ánimo desde lo sensible hasta lo inteligible o, en el caso de lo sublime, de su elevación hacia la grandiosidad inaferrable racionalmente. Lo bello no está, en este caso, "detrás", sino "más allá" de lo sensible.

g) En los últimos dos siglos se da una completo revés de las reglas: lo "feo" se vuelve belleza auténtica y asume, a través de una serie de vicisitudes relativamente lineares, el rol protagónico.


Remo Bodei: Le forme del bello.
Il Mulino. Bologna, 1995.
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