Publicado en ArchDaily el 29 de noviembre de 2006.
"Enorme, como un estadio de fútbol hecho a medias, el Campus de la UTEC de Grafton Architects, diseñado entre el 2011 y el 2012 y cuya primera etapa se culminó el 2014, es actualmente el principal hito de bienvenida a Barranco, en Lima.
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[...] Basta prestar un poco de atención al entorno del proyecto para darse cuenta de que los acantilados no están ahí. Su inclusión en el discurso es arbitraria y soslaya un verdadero elemento del contexto natural del proyecto que es la Quebrada de Armendáriz. La reduce a ser “un dedo verde que viene desde el mar”. [...] si había que pensar en la Quebrada solo como un paisaje verde, al menos valía la pena verlo ¿cierto? Pero el proyecto se castra a sí mismo de esa oportunidad al decidir rígidamente su orientación. Y además la materialidad y el lenguaje formal propuestos por Grafton para este ‘Acantilado’ evocan más fácilmente los afilados farallones rocosos de las Islas Británicas que nuestros acantilados de barro y piedras redondas. La idea del ‘New Man-made Cliff’ es pues, también, insostenible.
¿Cómo juzgar entonces a este proyecto? En la honestidad de sus propios términos. Cuando uno lo ve entiende que en él no hay interés por el paisaje ni por la ciudad. ¿Esto le hace un mal edificio? No necesariamente. El edificio funciona aunque solo sea para sí mismo. Y eso sí es una pena pues este proyecto tenía condiciones para ser trascendente: la mesa estaba servida pero el ensimismamiento ganó. Lo que pudo ser una obra maestra —muchos con ligereza lo han calificado así— apenas llegó a ser correcto. Y era necesario explicarlo y decirlo."
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