lunes, 15 de septiembre de 2008

Otoño

No sé si algún día me acostumbraré al ruido que hacen los truenos.

No me desagrada, pero siempre me llama la atención y me gustaría que durasen un poco más, para poder distinguir los matices, el rumor, la vibración, las diferentes "capas". El ruido de la lluvia en el diminuto patio al que da mi ventana, interrumpido de rato en rato por un trueno es uno de los sonidos qué más extrañaré cuando vuelva a mi terzo mondo.

Del mismo modo que el verano, el invierno parece estar llegando de golpe. Una noche me desperté muerta de calor, a pesar del ventilador prendido; la siguiente, me olvidé de prender el ventilador y no me di cuenta; la siguiente me dio un poco de frío. Ahora estoy con medias y pantalón largo.

Y afuera llueve.

De pronto, tengo ganas de ponerme una casaca, un pantalón de buzo o de hacerme bolita con una colcha de polar... lo que hasta hace unos días parecía imposible. Provoca tomar sopa, hacer sánguches calientes y colocar las manos alrededor de un mug de té.

La casa, con la luz cálida y los olores de la cocina, en contraste con el viento fresco de la calle, parece ahora un lugar mucho más hogareño.

Por otro lado, a la basura habitual de las calles romanas, se le suman las hojas caídas de los árboles. Cuando llueve no se ve muy simpático, pero recién caídas, en un día de sol, crujientes y doradas, hacen una textura muy bonita en los bordes de las veredas.

En un par de días iré a tomar fotos a Villa Pamphili, el "parque de la esquina de mi casa". Espero que el pasto, amarillento tras los meses de sequía, haya recuperado un poco el color. Seguramente estará tapizado de hojas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...