jueves, 4 de septiembre de 2008

Oda al McDonald's

Las rutinas y los eventos predecibles tienen la ventaja de dar seguridad. Pueden resultar en situaciones tediosas y monótonas, pero es siempre un alivio saber que en determinadas situaciones, se puede contar con eso...

Cada sucursal de McDonald's es un ejemplo de inmutabilidad: aunque varíen las promociones y cada cierto tiempo introduzcan una nueva hamburguesa o postre, en general, todos los restaurantes son iguales, en todas partes (lo repetible).

Cuando uno entra a un McDonald's uno sabe qué va a encontrar, uno puede perderse en la música hiper-pop mientras sumerge una papa frita en ketchup, y pensar que está en otro McD. de otro lugar... en un lugar familiar.

Pero, a mi gusto, lo mejor de los McD. es su posición estratégica en la ciudad. Casi todas las estaciones de tren de ciudades importantes en Europa, por ejemplo, tienen un McD., al interior o muy cerca. Entonces, si uno ha pasado una noche agitada en un tren, compartiendo un compartimento enano con otras 5 personas de dudosos hábitos de limpieza, y con la paranoia de que no le roben el equipaje, la M amarilla es una especie de faro en el caos de la estación. Por sólo 1€ (lo que cuestan unas papas fritas), uno puede sentarse en un local climatizado y relativamente limpio, hacer uso del baño, recuperar el sentido de orientación y responder a preguntas tan vitales como ¿quién soy?, ¿qué hago aquí?, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?.

Luego, el equilibio (mental y físico) recuperado, uno puede continuar tranquilamente con aquello que pensaba hacer: buscar un hotel, pasear por los sitios importantes, ver museos...

Hay McD. incluso, en los que regalan mapas de la ciudad, con todos los demás McD. cuiadosamente señalados, como para poder acudir a ellos en caso de enfrentar nuevamente un vacío existencial debido al agotamiento.

Cuando llegué a Torino luego de uno de estos simpatiquísimos pernoctes en tren, descubrí que el McD. no estaba en la estación, ni en los alrededores. Me costó un poco recuperarme y decidir ir a un café, en el que el baño era un silo (en pleno centro de la ciudad) y no había mesas donde sentarse.

Dejando de lado la calidad de las hamburguesas, las calorías o lo (poco) saludable que pueda ser, mi agradecimiento eterno a esos maravillosos, inmutables y globalizados lugares...

1 comentario:

  1. sugiero que envíes este comentario al McDonald's, no sólo por el posible uso de marketing sino por ser el destinatario también de la Oda.
    Muuuuya cierto, como lo hemos conversado personalmente. Además cuestiona los prejuicios y la manera cerrada de pensar.

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