Existen diferentes niveles de “singularidad” y “repetibilidad”. El que algo nos parezca singular o no, depende de los referentes que tomemos en ese momento.
Al viajar a Europa, todo me parece tan distinto que lo que me sorprende no son las cosas diferentes, sino las cosas iguales. En el aeropuerto de Madrid, por ejemplo, los teléfonos públicos de la Telefónica, celestes, iguales a los de Lima. En este caso, lo repetible no es una categoría relativa, es absoluta, porque ambos teléfonos públicos, el de Lima y el de Madrid, son exactamente iguales.
Algo similar sucede con los McDonald’s. Hoy almorcé en uno: la Big Mac que me pedí es exactamente igual a la de Lima, y las papas, con el sabor ligeramente distinto, también lo son. Los cartones en los que vienen, tienen las misma forma, color y diseño, pero están escritos en otro idioma. La silla de bebés es la misma. La atmósfera al interior, el tipo de música, la luz, la configuración espacial, es la que podríamos encontrar en cualquier McDonald’s de Lima… y de cualquier parte del mundo. De hecho, una de las razones por las que fui a este sitio en primer lugar fue la búsqueda de algo familiar. De comer algo que me recuerde a casa.
Lo más repetible del mundo – la Big Mac – se volvió para mí, singular, puesto que en este momento, es la única comida en Roma que tiene sabor a Lima.
Pero volvamos a los niveles de singularidad. Una pizzería de esquina romana no es un McDonald’s, no es una cadena, sólo hay una. Pero si nos abstraemos un poco, todas las pizzerías romanas son bastante similares. Incluso las cajas de las pizzas son iguales, probablemente los dueños de las pizzerías las compren al mismo distribuidor.
Lo mismo ocurre con las heladerías y los vasitos en donde vienen los helados, impresos con frutas de colores. Estos vasitos no sólo están en todas las gelaterias italianas, sino que también pueden encontrarse en las heladerías de propietarios italianos en otras partes del mundo, por ejemplo, en Geisenheim, un pequeño pueblo en Alemania, en la zona vitivinícola del río Rhin.
"Lo singular y lo repetible" se lo escuché por primera vez a Elio Martuccelli - junto a "pánico y catástrofe" y otras frases célebres - en el curso que dictaba en la UPC de Teoría de la Arquitectura (2003). Tomo prestados los conceptos.
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