viernes, 13 de diciembre de 2013

Hablar y escribir en "difícil"

Felizmente no es muy frecuente, pero eso no lo hace menos irritante. Artículos, editoriales, blogs y discursos insondables, llenos de palabras de muchas sílabas, adjetivos innecesarios y sinónimos extraños de cosas que podrían decirse con mayor simpleza. Para quienes practican esto, la economía de palabras es innecesaria; y la redundancia, una herramienta.

Se pueden dar dos situaciones:

- Decir en "difícil" algo que podría decirse con menos palabras y menor complejidad. Así, en lugar de decir "los arquitectos se vuelven críticos", se dice "los arquitectos devienen críticos". No tengo nada en contra de la palabra "devenir". Al contrario. Pero cuando el discurso está plagado de este tipo de sinónimos rebuscados, su comprensión se hace más difícil y pesada.

- En realidad, no decir nada. Sólo llenar el vacío de términos rimbombantes que, todos juntos, parecen tener sentido, pero que no transmiten nada.



Y hay una tercera situación. En una especie de horror al vacío verbal, se decide llenar eso que se va a decir de adjetivos que muchas veces son hasta repetitivos. "Los alumnos están angustiados, temerosos y asustados." (¿Cuál es la diferencia entre "temerosos" y "asustados" en esa frase? ¿Era necesario colocar las dos palabras?)

La gran pregunta es ¿por qué? ¿Por qué complicar el discurso cuando las cosas pueden ser dichas con facilidad?

Se me ocurren algunas ideas.

Como el niño que aprende una palabra nueva, nos gusta jugar con ciertos términos, darles vuelta y demostrar que los conocemos en cuanta oportunidad se nos presente. O, nos gusta sentirnos eruditos, sofisticados, mediante el uso de palabras rebuscadas que no todos van a entender.

O, el más perverso de los motivos, queremos conscientemente excluir de nuestro discurso a personas que no estén preparadas, que no sean lo suficientemente cultas como para entendernos. Pretendemos, entonces, que lo que digamos se vuelva un equivalente de cierto arte conceptual, que requiere de explicaciones para ser entendido; creemos que los términos oscuros convierten a nuestro discurso en un representante digno de la "alta cultura"... sofisticadísimo.

El problema mayor, finalmente, no es el habla rimbombante en sí. Si te gustan los sinónimos, úsalos. Si tienes una especial preferencia por las palabras esdrújulas, adelante. Si prefieres esgrimir un vocabulario decimonónico finisecular para animar cocktails y reuniones, adelante. 

Creo que el principal problema es el soporte. ¿Cuándo hablar en "difícil" y por qué hacerlo?

Si estás en un entorno erudito, rodeado de colegas de un cierto grupo, es pertinente y hasta necesario. Pero si te encuentras rodeado de alumnos, de legos, o, peor aún, si escribes en un blog - medio masivo por excelencia - o en la editorial de una revista de divulgación, ¿no crees que ser críptico se vuelve un poco contradictorio?

martes, 19 de noviembre de 2013

Oración para antes de entregar taller

Padres de la arquitectura que están en el cielo
santificadas (y protegidas por la UNESCO) sean sus obras
venga a nosotros la inspiración
hágase taller, así de día como de noche
dennos hoy nuestro Red Bull de cada día
perdonen nuestras láminas champeras 
como también nosotros perdonamos al que hizo 65 cortes fugados
no nos dejen caer en la tentación de dormir 5 minutos más
y líbrennos de la necedad de un mal jurado.


sábado, 14 de septiembre de 2013

¡Socorro, mi hijo/a estudia arquitectura!

Un par de cosas que Ud. puede querer saber:

1. Su hijo/a no va a ser millonario/a (y por ende, usted tampoco). A pesar de toda la mitología en torno a un supuesto boom inmobiliario que nos rodea desde hace un tiempo, tal vez a Ud. le gustaría saber que los arquitectos nos llevamos una tajada muy pequeña de todo este movimiento de dinero. Aún suponiendo que el boom siga para cuando su hijo/a termine la carrera, es muy probable que lo que le toque son los restos luego que la inmobiliaria, el departamento de ventas y las constructoras acaben con el presupuesto. Lo siento mucho.

2. Si su hijo/a se amanece, no es porque le guste. De verdad que no. ¿Por qué entonces no administra mejor su tiempo (ver punto 3) de modo que pueda trabajar durante el día y dormir durante la noche como una persona normal? En primer lugar, porque esto de la administración del tiempo no es tan fácil como parece, pero sobre todo, porque las horas de la madrugada son horas de silencio, de paz, de calma, en las que su futuro arquitecto puede concentrarse mejor y encontrar soluciones que durante el día se le escapan.

3. "No sabes administrar tu tiempo" no es una buena manera de empezar una conversación con un futuro arquitecto. Es probable que Ud. tenga toda la razón y que su pequeño/a se haya pasado 3 horas chateando en lugar de hacer sus planos. También es probable que él/ella lo sepa. El que Ud. se lo recuerde, no mejora la situación: lo hace sentir un poco idiota. De todos modos, también cabe la posibilidad que, dado que la del arquitecto es una labor creativa (ver punto 10), la administración del tiempo no sea algo tan cuantificable como en el caso de su otro hijo, el que estudia psicología. En el mundo de la arquitectura, 3 horas mirando un plano sin dibujar una sola línea pueden ser las 3 horas más productivas del día.

4. Relativizar su trabajo diciendo que no se compara a la cantidad de libros que tiene que leer su hermano que será médico, no es una buena manera de motivarlo/a. Lo único que este tipo de afirmaciones puede motivar es fricción fraterna; luego no se pregunte por qué sus hijos no se hablan. Cada carrera tiene lo suyo y, a pesar de que me consta que, en su momento, yo me amanecí más que mi hermano que estudiaba medicina, actualmente él sigue estudiando y yo no (pobrico). Cada uno a lo suyo, entonces, y sin mirar al del costado, de preferencia.

5. Si Ud. se ofrece a ayudarlo/a, ayúdelo/a en silencio. Esto implica que debe tolerar las indicaciones de su hijo/a, aún si le parecen absurdas, redundantes, o si está convencido que hay maneras más sencillas de hacerlo. Hay la posibilidad que Ud. tenga razón, por supuesto, pero analice un poco la situación. El ente a su lado lleva muchas noches sin dormir, una carga de stress muy fuerte y muchísima cafeína en las venas. En estas circunstancias, pedirle que sea razonable es un poco complicado.

6. "¿No has dormido en toda la noche?" no es la mejor manera de saludarlo/a por las mañanas. Él/ella lo sabe y no quiere que se lo recuerden. Excepción: En algunos casos extraños, a su hijo/a esta pregunta podría hacerlo sentir orgulloso. Durante momentos de alto masoquismo, los futuros arquitectos contabilizan las horas que no han dormido como hazañas, proezas, records, y alardean de ellas. Si Ud. identifica que su hijo ha llegado a ese punto, entonces sí, haga la pregunta, pero no con tono de reproche, sino de admiración. 

7. El/ella sabe perfectamente bien que el Red Bull no alimenta. No es una cuestión de gustos, si no de necesidad. Si las espinacas con hígado de pollo garantizaran una noche sin sueño, es muy probable que su futuro arquitecto las comiera 4 o 5 veces al día.

8. Decir "¿por qué no descansas un rato?" no ayuda a su hijo/a: es un atentado a la voluntad de este/a de quedarse despierto. Amanecerse cuesta, y lo que el futuro arquitecto más quisiera es poderse ir a dormir. Quiere ir a descansar, no sólo un rato, sino toda la noche, de ser posible, pero simplemente no puede. Se ruega no insistir.

9. Navidad y el día de la madre pueden considerarse festividades obligatorias pero, en verdad, ¿es necesario que su hijo/a vaya al lonche de cumpleaños de la tía Paquita? No. No lo es. Es necesario un poco de tiempo más para hacer la maqueta, y unas cuantas horas con la casa vacía son una maravillosa oportunidad. No se preocupe, esto no significa que Ud. ha perdido a su hijo/a para siempre, ni que este ya no se va a acordar de la cara de la parentela la próxima vez que deban juntarse. Piense más bien que ese rato extra puede significar la diferencia entre pasar el curso o no.

10. Hacer planos no es como llevar una contabilidad, entregar un presupuesto o posicionar un producto. Para empezar, el estudiar arquitectura no es "hacer planos". Es una labor creativa compleja que implica abstraer una realidad, llevar dicha abstracción a una formulación concreta, pero imaginaria, que responda a sus condicionantes, y luego representar esta formulación en base a maquetas, planos, 3Ds o lo que sea necesario. En otras palabras, complicadísimo de pensar, trabajosísimo de hacer. Y una idea final: los trabajos en cuestión rara vez se terminan. Llega un momento en el que el futuro arquitecto se da cuenta que o ya se le acaba el tiempo, o el proyecto ha llegado a niveles aceptables y es momento de pasar en limpio. Generalmente esto ocurre a las 3 am. del día de la entrega.

Importante: Su hijo/a lo sigue queriendo, y mucho. Y en el fondo (a veces muy en el fondo) agradece los sacrificios, los favores, y el chancay con mermelada de las 5 de la tarde (sobre todo eso). Paciencia. Algún día terminará la carrera y será una persona un poquitín más normal. Incluso, tal vez, llegue a dormir más de 4 horas cada noche, sólo que esto no puedo garantizarlo.

Esta y más imágenes muy buenas en
http://www.typewear.com.mx/

Con un agradecimiento especial a Mauricio, por su colaboración... y a mis papás, seres excepcionales con los que los enfrentamientos fueron poquísimos (jojolete).

sábado, 20 de julio de 2013

¿De dónde vienen las buenas ideas?

(chenected.aiche.org)
"Hay estos patrones recurrentes, que aparecen una y otra vez, y son cruciales para crear entornos que puedan ser innovadores. [...] Las ideas que generan cambios rara vez vienen en un momento de gran concentración, en un repentino golpe de inspiración. La mayoría de las buenas ideas necesitan de un largo tiempo para evolucionar, y pasan mucho tiempo durmientes en el fondo del cerebro."







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