lunes, 28 de abril de 2014

6 condiciones esenciales de la creatividad (J. Bruner)

"1. Desprendimiento y compromiso

Un pre-requisito para el acto combinatorio y fresco que produce efectiva sorpresa es la voluntad de divorciarse de lo obvio. Debe haber una necesaria condición de desprendimiento de las formas tal y como existen... Pero es un desprendimiento de compromiso, puesto que involucra una preocupación, una profunda necesidad de entender algo, de dominar una técnica, de crear un significado. Es así que mientras que el poeta, el matemático, el científico, todos ellos deben lograr el desprendimiento, lo hacen con un fin de compromiso. [...] Los creativos se desprenden de lo que existe convencionalmente y se comprometen profundamente en lo que ellos mismos construyen para reemplazarlo.

2. Pasión y decoro

Entiendo por pasión la voluntad y la habilidad de permitir a los propios impulsos expresarse a así mismos en la propia vida, a través del trabajo... La pasión, como el gusto, crece con su uso. Es más probable que propicies en ti mismo el sentimiento a que sientas la acción... Pero nuevamente una paradoja: no todo es vitalidad urgente. Hay decoro en la actividad creativa: un amor a la forma, una etiqueta hacia el objeto de nuestros esfuerzos, un respeto por los materiales... Es así que ambas son necesarias y debe haber, de hecho, un sutil manejo del tiempo involucrado - cuándo ser impulsivo, cuándo domesticarse.

3. Libertad de dejarse dominar por el objeto
(polon.co.uk)

Empiezas a escribir un poema. Poco tiempo después, el poema empieza a adquirir requerimientos métricos, de stanza, simbólicos. Tú, como escritor del poema, estás a su servicio - eso parece. O puede que estés embarcado en la tarea de construir un modelo formal para representar las propiedades conocidas de una única fibra nerviosa y sus sinapsis: pronto el modelo toma posesión de la situación... Hay algo extraño en ese fenómeno. Exteriorizamos un objeto, el producto de nuestros pensamientos, lo tratamos como si estuviera "ahí afuera". Freud notaba, al comentar sobre el mecanismo de proyección, que los seres humanos parecen ser más capaces de enfrentarse a los estímulos que vienen del exterior que a los que vienen del interior. Es así que, al exteriorizar el trabajo creativo, al permitirle ser por sí mismo, su propia autonomía se coloca a su servicio. Como si fuera más sencillo tratar con ello desde afuera, como si esta situación permitiera el emerger de más impulsos inconscientes, de más material al cual nos es difícil acceder.

El ser dominado por un objeto creado por uno mismo [...] es liberarse de las defensas que nos mantienen escondidos de nosotros mismos.

A medida que el objeto se hace cargo de la situación y demanda ser completado "en sus propios términos", hay una nueva oportunidad de expresar estilo e individualidad. Esto es porque ya no estamos haciendo malabares internos con las posibilidades, porque las hemos representado "fuera", donde podemos mirarlas y considerarlas.

4. Aplazamiento e inmediatez

Existe una inmediatez para crear cualquier cosa, un sentido de dirección, un objetivo, una idea general, un sentimiento. Sin embargo, la inmediatez es cualquier cosa menos un orgasmo rápido de finalización. La finalización se aplaza.

Luego de haber leído una buena cantidad de diarios de escritores, he llegado a la conclusión tentativa que la principal defensa contra la finalización precoz, al menos al escribir, es el aburrimiento. No dudo que la misma defensa es válida para el científico. Es el aburrimiento del conflicto, el conocer en el fondo lo que uno quiere decir y saber que uno no lo ha dicho, lo que hace que uno actúe con el impulso de explotar una idea, de empezar. Uno también actúa con el impulso del aburrimiento, del aplazar. [...] 

5. El drama interno

Dentro de cada persona hay un elenco de personajes - un asceta y tal vez un glotón, un mojigato, un niño asustado, un pequeño hombre, incluso un espectador, a veces un hombre del Renacimiento. Las grandes obras de teatro son descomposiciones de ese elenco, el convertir en un drama exterior el drama interior, el convertir el elenco interno en personajes.

Y como el drama, también la vida puede describirse como un guión, constantemente re-escrito, para guiar el drama interno que se va desenvolviendo. [...] Se trata de agrupar nuestras demandas internas y modelos idealizados, aquellos con los que nos identificamos especialmente - figuras en mitos, en vida, en los comics, en la historia, creaciones de la fantasía...

Es trabajar a partir del conflicto y de la coalición al interior del conjunto de identidades que componen a una persona que uno encuentra la fuente de muchas de las combinaciones más ricas y sorprendentes. No sólo se benefician de esto el artista y el escritor, sino también el inventor.

6. El dilema de las habilidades

¿Y qué debemos decir con respecto a la energía, al fervor combinatorio, a la inteligencia, al estado de alerta, a la perseverancia? No diré nada sobre esas cosas. Son, obviamente, importantes, pero desde un punto de vista más profundo, también son triviales, dado que a cualquier nivel de energía o inteligencia se puede dar la creación. Personas estúpidas crean para sí mismas tanto como se benefician de lo que viene del exterior. Del mismo modo lo hacen las personas ociosas o apáticas. Yo hablo de creatividad, no de genialidad."

Leer el artículo completo aquí.

jueves, 24 de abril de 2014

Santiago: Centro Cultural Gabriela Mistral

Arquitectos: José Covacevic, Hugo Gaggero, José Medina, Juan Echenique y Sergio González Espinoza

Originalmente, edificio Diego Portales. La construcción comenzó en diciembre de 1971 y fue inaugurado el 3 de abril de 1972. Después de un incendio, se inició la reconstrucción y remodelación en 2009.









viernes, 18 de abril de 2014

No, no, y mil veces no

Apareció en mi Facebook esta imagen.

"Esperemos que un día yo pueda ser un diseño libre"
"Mientras haya clientes, nunca seremos libres"

Sería genial que fuera una parodia, pero me temo que quien la dibujó lo hizo en serio. O sea, que es alguien que cree que, en arquitectura, los clientes nos quitan la libertad.

¿¿QUÉ??

Son tantos los argumentos que aplastan esta idea que escribirlos es casi banal. Redundante. Obvio. Pero, por otro lado, si aún existe alguien que pueda creer eso, tal vez no esté de más contestarlo.

Me voy a quedar con tres palabras: libertad, diseño y clientes; y con un concepto: nosotros. Y voy a pedir una mano a algunos grandes nombres de la arquitectura, sólo como para enfatizar.

¿Qué es la libertad en la arquitectura?

“Si tienes libertad total, entonces estás en problemas. Es mucho mejor cuando tienes alguna obligación, alguna disciplina, algunas reglas. Cuando no tienes reglas, entonces empiezas a construir tus propias reglas.” (Renzo Piano)

¿Qué tiene de malo construir nuestras propias reglas? Básicamente, que nada garantiza que estas respondan adecuadamente al contexto, al encargo y a las necesidades del cliente. Nuestras preferencias personales se convierten en arbitrariedades que fuerzan a los verdaderos usuarios del edificio a una constante incomodidad.

“Un buen edificio crece natural, lógica y poéticamente a partir de sus condiciones.” (Louis Sullivan)

Si entendemos libertad por “hacer lo que uno quiera”, estamos cayendo en un típico error de inmadurez. Filósofos, sociólogos, antropólogos y, por qué no, teólogos de distintas procedencias, han escrito largo y tendido sobre los significados de la libertad. Basta con decir que toda libertad implica el ejercicio del libre albedrío dentro de ciertos límites impuestos por la naturaleza, la sociedad, la geografía, y un largo etcétera.

“He aquí una de las pocas claves efectivas para el problema de diseño – la habilidad del diseñador de reconocer la mayor cantidad de constreñimientos posibles – su disposición y entusiasmo para trabajar dentro de estos constreñimientos – los constreñimientos de costo, de tamaño, de fuerza, de balance, de superficie, de tiempo, etc.; cada problema tiene su propia lista particular.” (Charles Eames)

Los “pies forzados” no son sino oportunidades para que el arquitecto, el buen arquitecto, explote su creatividad y haga del proyecto algo memorable. Un gran arquitecto es quien hace buena arquitectura no “a pesar de” sino “a partir de” los límites impuestos por el proyecto y, por supuesto, el cliente.

¿De qué trata el diseño arquitectónico?

“Es un oficio de servicio, porque la arquitectura es servicio. La arquitectura es un oficio complejo porque el momento expresivo formal es […] un momento de síntesis, fecundado por todo aquello que está detrás de la arquitectura: la historia, la sociedad, el mundo real de las personas, sus emociones, sus esperanzas y expectativas; la geografía y la antropología, el clima, la cultura de cada lugar donde vas a trabajar; y además la ciencia y el arte.” (Renzo Piano, 2000)

Dentro la clasificación de las artes, Hegel hizo una distinción fundamental en la que existen artes más puras que otras. Arquitectura es el arte más impuro, porque depende, precisamente, de los constreñimientos ya mencionados. A diferencia de la música, que sólo requiere de alguien que la ejecute, la arquitectura tiene aspectos materiales, sociales y funcionales que pueden atentar contra esa mal llamada libertad. Pero que son la esencia de su ser. El edificio debe servir a algo, debe tener un propósito, una razón de ser. Y el diseño arquitectónico trata, precisamente, de dar un contenedor a este contenido básico e indispensable.

“La arquitectura debe extender ‘el delgado límite’, persuadirlo de volverse un campo – un campo articulado in-between. Su trabajo es proveer este campo in-between a través de la construcción. Es decir, proveer, desde la casa hasta la escala urbana, un montón de lugares reales para gente real y cosas reales (lugares que consoliden, en lugar de contrarrestar, la identidad de su significado específico)” (Aldo van Eyck, 1968)

Sin el ser humano, sin la identidad, sin el lugar ocupado, usado y, muchas veces, sucio y gastado, la arquitectura se vuelve una escultura vacía y sin significado. Una ruina sin haber sido estrenada.

¿Quiénes son los clientes?

La razón de ser de la arquitectura.

Si el arquitecto cree que diseña para sí mismo, debería contentarse con hacer su propia casa y esperar ganarse la lotería. Porque nadie más que él mismo estará satisfecho con este tipo de aproximación. El arquitecto es un profesional al servicio de las personas, tanto como lo puede ser un psicólogo o un médico.

“La presión que un cliente carga sobre un proyecto te hace destilar tus ideas. Es como una prensa de aceitunas, que se enfrenta a la resistencia y destila el aceite.” Daniel Libeskind

La función, las preferencias formales, los cambios de opinión y la evolución de los edificios en el tiempo, son todos partes esenciales de nuestro quehacer. Sin estos factores, simplemente, no hay arquitectura.

“La mayor satisfacción, creo, es cuando un edificio se abre y el público lo posee, y cortas el cordón umbilical y lo ves tomar su propia vida. No hay mayor satisfacción.” (Moshe Safdie)

Nosotros y ellos

Y, finalmente ¿por qué seguimos empeñados en ampliar esa brecha que nos separa (we) de la gente a quien deberíamos servir? Mientras los arquitectos planteemos nuestra profesión en términos de “ellos y nosotros” o, peor aún, de “ellos vs. nosotros”, lo que produzcamos será un fracaso.

Hay demasiada arrogancia en la arquitectura, heredada de los tiempos en los que sólo trabajábamos para poderosas iglesias y reyes, y consolidada con los aspectos más nocivos de la modernidad. Las últimas décadas, sin embargo, han demostrado que esta brecha nos ha llevado a más problemas que soluciones. Necesitamos humildad, con mucha urgencia.


Referencias: 

Dushkes, L. S. (2012). The Architect Says. Quotes, Quips and Words of Wisdom. New York: Princeton Architectural Press.
Frederick, M. (2007). 101 Things I Learned in Architecture School. Massachusetts: The MIT Press.
Jencks, C., & Kropf, K. (. (2006). Theories and Manifestoes of Contemporary Architecture. London: Wiley-Academy.
Piano, R., & Cassigoli, R. (2000). La responsabilità dell'architetto. Firenze: Passigli Editori.

lunes, 7 de abril de 2014

Abrir, vivir, habitar (E. Castelli Gattinara)

"Cuando hablamos en general de la arquitectura de algo, de la vida, por ejemplo, pensamos en la ciencia, en la biología, en la genética, que nos revelan la estructura escondida de esta. Pero 'sentimos' que esto no es suficiente, que la arquitectura no se reduce a la estructura interna de algo (un objeto, un pensamiento, un ser) porque con arquitectura nos referimos tácitamente no sólo a la estructura estructurada, sino también a la función estructurante, la fuerza estructurante y el factor de cohesión entre las partes.

Y al mismo tiempo, cuando hablamos de vida no hablamos de pura energía vital - como lo hacía el vitalismo de hace cien años - sino de una relación compleja entre factores de estabilidad y factores de inestabilidad, de generatividad y de generación. 

Sabemos que la cosa construida, sea un organismo vivo o un edificio, no se agota con su construcción, con el hecho de estar ahí (su presente), de lo que un análisis cuidadoso nos podría revelar todos los elementos compositivos; ni en la combinación entre en análisis y la identificación del principio generativo, del proyecto (su pasado en un sentido amplio): porque faltaría todavía algo fundamental, que es precisamente 'su propia vida', su historia, es decir, 'eso que sucede después', en el tiempo (su futuro en un sentido amplio): cómo reacciona a aquello que le está alrededor y cómo aquello que está alrededor (el ambiente) reacciona a ésta, cómo cambia en función de aquello que cambia alrededor, cómo determina y está determinada por los cambios, cómo es vista y vivida por otras cosas que actúan alrededor en el espacio y en el tiempo, cómo dura y cuánto dura, cómo actúa y en qué medida, etc.

He aquí algo que la filosofía de las forma no siempre señala con la debida precisión y que se puede proponer aquí como una primera consideración general: que los elementos del problema no son dos, sino tres [...] que no hay sólo (A) la estructura y (B) el principio (o los principios) generativos y cohesivos de algo [que responden al problema clásico que el todo no es el resultado de la suma de sus partes], sino también (C) su historia."

Castelli Gattinara, E. (2005) Aprire, vivere, abitare. En: Secchi, R. (2005) Il pensiero delleforme tra architettura e scienze della vita. Roma: Officina Edizioni. pp. 19-20.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...