domingo, 29 de mayo de 2011

Sobre la creatividad

[Ciriani 2.0]

Una nueva idea para esta semana: "La base de la incultura de los arquitectos se basa en que creen que son creativos, entonces, no aprenden nada (no quieren aprender nada), porque piensan que lo pueden crear." De la que se desprende una consecuencia: cuando los alumnos están recién salidos de la escuela creen que pueden ser mejor que sus profesores - que ya tienen años de experiencia - porque se creen creativos.

Esta es una de esas ideas cuya posible eficacia partiría de lo disonante que suena. ¿Es que a nosotros arquitectos nos hace mal ser creativos? ¿Acaso no es cierto que la nuestra es una profesión "creativa"? ¿Entonces?

Si nos remitimos al diccionario de la RAE, creatividad es facultad de crear y capacidad de creación. Crear sería entonces "producir algo de la nada", así como "establecer, fundar, introducir por vez primera algo". Desde este punto de vista, ciertamente, la afirmación de Ciriani es absolutamente válida.


Los arquitectos no producimos algo de la nada, ni establecemos o introducimos algo por primera vez. No creamos. Tal vez la mejor palabra para lo que hacemos sea combinar. Volvamos a la RAE: "unir cosas diversas de manera que formen un compuesto o agregado". No me termina de convencer. ¿Componer? Sería "formar de varias cosas una, juntándolas y colocándolas con cierto modo y orden".

Definitivamente eso se parece más a lo que hacemos. ¿Somos entonces compositores? Sí, lo somos. Juntamos y combinamos cosas, las colocamos en un cierto modo y orden... pero se trata de cosas existentes, que no han surgido de la nada. Volvamos entonces a la primera premisa, donde se señala que el arquitecto que cree ser creativo no quiere aprender nada porque piensa que lo puede crear.

Si lo que hacemos entonces no es crear, sino componer, sí es indispensable el constante aprendizaje, ya que debemos saber cuáles son las "varias cosas" que debemos juntar y colocar y qué distintos modos y órdenes existen para hacerlo.

Parece coherente.

¿Nuestra profesión, entonces, es "compositiva"?

Suena gracioso, pero no necesariamente incorrecto.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Espacio (V) / Space (V)

"The pervasive smells of rubber, concrete, flesh; the taste of dust; the discomforting rubbing of an elbow on an abrasive surface; the pleasure of fur-lined walls and the pain of a corner hit upon in the dark; the echo of a hall - space is not simply the three-dimensional projection of a mental representation, but it is something that is heard, and is acted upon. And it is the eye that frames - the window, the door, the vanishing ritual of passage... Space of movement - corridors, staircases, ramps, passages, thresholds; here begins the articulation between the space of the senses and the space of society, the dances and gestures that combine the representation of space and the space of representation. Bodies not only move in but generate spaces produces by and through their movements. Movements - of dance, sport, war - are the intrusion of events into architectural spaces. At the limit, these events become scenarios or programs, void of moral or functional implications, independent but inseparable from the spaces that enclose them."

Tschumi, Bernard (1996) Architecture and Disjunction. Cambridge: MIT Press

sábado, 21 de mayo de 2011

Sobre el entusiasmo y la tabula rasa

[Ciriani 1.0]

De todo lo dicho en la sesión/clase del viernes 20, quise quedarme con una sola idea fuerte. Algunas veces una idea de este tipo puede alimentar una vida de reflexiones, y la idea del entusiasmo parece ser así. No es una idea nueva. Sin embargo creo que ésta es la primera vez que escucho a alguien plantearla con tanta claridad y simpleza.

"[Los profesores de taller] debemos consagrar todas nuestras energías en entusiasmar [al estudiante de arquitectura]."

¿Entusiasmar cómo? ¿A qué? ¿Para qué?

Es aquí donde la aparente simpleza de la idea desaparece.

Empecemos con la segunda pregunta. ¿Entusiasmar a qué? A la arquitectura, obviamente. El hacer arquitectura debe ser un acto de pasión (ya no recuerdo de dónde sale esta frase), y la pasión lleva implícita una gran dosis de entusiasmo. Esa energía casi infinita que nos lleva a un estudiante a amanecerse no sólo por la nota que pueda recibir, sino y por sobre todo por que cree en su proyecto.

¿Para qué es este entusiasmo? La pregunta ya cae en lo banal. La arquitectura se construye sobre todo con entusiasmo; o dicho de otro modo, sin entusiasmo más nos valdría haber estudiado otra cosa. Esto, obviamente, no es sólo válido para la arquitectura. Imagino que debe haber contadores sumamente entusiastas... pero es que el diseño arquitectónico puede volverse una práctica frustrante - nunca tenemos tanto tiempo como quisiéramos, nunca el lote es tan grande o tiene las vistas mejores, pocas veces el promotor quiere algo diferente a sacar el máximo provecho al terreno. Si no empezamos con infinito entusiasmo el día uno, no creo que nos vaya a alcanzar, ni siquiera para terminar la carrera.

Entonces, la pregunta del momento, ¿cómo entusiasmamos? O, siendo aún más precisos, ¿cómo entusiasmamos a los alumnos que recién comienzan a estudiar arquitectura?

Es aquí donde entra la segunda idea, la tabula rasa o superficie vacía. El borrar de la mente del estudiante todo recuerdo de su "vida pasada", toda forma preconcebida, desde la calle donde vive hasta las cortinas de su sala, pasando por la escalera de su edificio y el colegio donde estudio.

Ctrl+Alt+Del.

Evidentemente los alumnos vienen con un bagaje, con un caudal de conocimientos y experiencias previas que – para bien o para mal – afectarán en su desempeño al interior del aula. Para algunos profesores, ésta es una circunstancia afortunada, puesto que da a los alumnos, en conjunto, un referente común a partir del cuál se puede comenzar a reflexionar sobre la arquitectura. Para otros, en cambio, ésta es una circunstancia negativa, porque constriñe la capacidad de respuesta de los alumnos; el profesor, entonces, debe propiciar un nuevo inicio, sin este tipo de referentes.

La primera postura acepta el bagaje del alumno y busca incorporarlo a las actividades del taller. De esta manera, la actividad al interior del mismo es una suerte de diálogo entre la información dada, el bagaje de los alumnos y las síntesis y descubrimientos que estos puedan hacer al combinar ambos universos. El extremo opuesto es una postura negativa frente a esta realidad; llevado a al exageración, se buscará hacer del alumno una tabula rasa al eliminar todas las ideas previas que puedan haber concebido.

Volvamos al entusiasmo. ¿Qué es aquello que "mueve" a nuestros estudiantes? ¿El continuo descubrimiento en la novedad? ¿El ver que todo aquello que conocían y todo aquello que creían pierde validez frente a estas nuevas "verdades" de la arquitectura? ¿O es acaso el encontrar en aquello que ellos ya conocen, en lo que les es familiar, los elementos, las respuestas y las herramientas que le permitirán ser arquitecto? ¿Se trata de un borrón y cuenta nueva, una tabula rasa, para empezar a "edificar" conocimientos desde cero? ¿O de transformar aquello que ya se tiene, aún si puede ser un conjunto de premisas erradas?

Mientras más pienso en una de las premisas, más convencida estoy que la verdad debe estar en la otra. 

Una última cita, como para inclinar la balanza una pizca:


"Todos nosotros tenemos la experiencia de la arquitectura antes incluso de haber oído la palabra. Las raíces de la comprensión arquitectónica se encuentran en nuestra propia experiencia arquitectónica: nuestro dormitorio, nuestra casa, nuestra calle, nuestro barrio, nuestro pueblo, nuestro paisaje – los experimentamos todos tempranamente, de manera inconciente y, subsecuentemente, los comparamos con los campos, pueblos y casas que percibimos luego. Las raíces de nuestra comprensión arquitectónica se encuentran en nuestra niñez, en nuestra juventud; yacen en nuestra biografía. Los estudiantes deben aprender a trabajar de manera consciente con sus experiencias biográficas personales de la arquitectura. Las tareas a ellos encargadas, deben diseñarse para motivar este proceso.”

Peter Zumthor, 1999: 57.

viernes, 6 de mayo de 2011

Etapas de hacer la tesis

Euforia: ya tengo mi tema de tesis.

Preocupación: nadie entiende mi tema de tesis.

Desesperación: ni yo entiendo mi tema de tesis.

Alivio: ya me entendí y parece que ya me entendieron los demás.

Desesperación II: no hay información sobre mi tema de tesis.

Alivio II: encontré información.

Desesperación III: es demasiada información y hay demasiadas cosas inútiles.

Euforia II: las ideas me brotan, todo fluye.

Omnipotencia: mi tesis saldrá alucinante.

Esquizofrenia: se habla solo, o con la computadora, o con el sánguche que está al lado, o con amigos imaginarios (usualmente luego de un par de noches sin dormir).

Ira: todo está mal, todo es culpa de todos.

Desesperación IV: no tiene sentido, es hora de borrar el maldito file.

Indiferencia: a la mierda, que salga lo que tenga que salir.

Incoherencia: yadda yadda yadda *baba* (luego de la tercera noche sin dormir).

Resignación: hora de imprimir.

Euforia III: qué linda está la carátula.

Ira II: la gente del empastado ha puesto mal el apellido en la cubierta de la tesis.

Desesperación V: nada tiene solución.

Agotamiento: nada tiene solución, hora de llorar.

Resignación II: nada tiene solución pero ya no importa porque es hora de entregar.

Angustia: la espera del veredicto.

Indiferencia II: cansada de la espera, a la mierda, que salga lo que tenga que salir.

Nervios: 5 minutos antes del veredicto.

Colapso: para bien o para mal, todo acabó.

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Sugerencias: Manual de tesis
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