domingo, 30 de abril de 2017

Investigar en arquitectura en el Perú u 8 razones para abrazar a un académico estresado

Columbia University -
Woman carrying a large stack of books down stairs.
Stanley Kubrick
Investigar es duro. Un trabajo difícil que se vuelve apostolado. Pero apuesto a que al leer la palabra "investigar" lo primero que se viene a la mente es la imagen de científicos en batas blancas, observando líquidos de colores en tubos de ensayo, en un laboratorio mezcla de película de superhéroes con el del colegio.

Y ahí empieza todo el problema.

Por eso, creo necesario plantear 8 razones por las que investigar en arquitectura en el Perú es heroico.

1. Muy poca gente entiende que en arquitectura también se investiga. Por un lado tenemos al completamente lego, que cree que arquitectura es sólo dibujar bonito y hacer casitas. Ocupando otro escaño de la escala, tenemos a quien cree que el diseñar es la única manera de ser arquitecto. Un poco más allá, aquel que admite que sí, en arquitectura se investiga, pero que cree que dicha investigación es el proyecto y suficiente. Y luego, quien confunde investigación en arquitectura con estudios de mercado, focus groups y bienes raíces. 

Bueno, no. Los campos de investigación en arquitectura son amplísimos, empezando porque se trata de una disciplina con aspectos de ciencias exactas y de ciencias sociales. Entonces podemos tener investigaciones de resistencia de materiales, situaciones intermedias como optimización de áreas, e investigaciones puramente cualitativas, como los estudios de environmental behaviour, sólo por mencionar algunos pocos ejemplos (para más ejemplos, recomiendo este libro). 

2. Asumido ya que en arquitectura se investiga, muy poca gente entiende la utilidad de dicha investigación (y demasiada gente opina que es indispensable que una investigación no sólo sea útil, sino que interese a grandes grupos de personas). Esto se hace más evidente cuando se trata de investigaciones cualitativas. Nadie dudará de la importancia de comprobar la resistencia del concreto armado ante los sismos, pero, ¿es en verdad necesario conocer el nivel de satisfacción de los habitantes de un conjunto multifamiliar? ¿por qué perder tiempo (y dinero) en la historia reciente de la arquitectura? ¿a quién le sirve saber cuál es el paisaje preferido por los habitantes de un distrito en especial?

3. La falta de financiamiento (1). En parte porque somos un país que invierte poquísimo en educación, y en parte por las dos razones anteriores, es un hecho muy singular que algún arquitecto investigador se encuentre con el financiamiento de alguna institución, es decir, con dinero contante y sonante, para hacer lo suyo. Sucede. Por supuesto que sí, pero es excepcional. La gran mayoría de investigaciones en arquitectura se realizan con recursos propios. O sea, con la plata del investigador, que gasta en libros, luz, agua, teléfono, pasajes, viáticos, impresiones y suela de zapatos, entre muchos otros rubros. 

4. La falta de financiamiento (2). Toda investigación debe ser discutida entre pares para que pueda progresar. Pares no son ni tus amigos del barrio, ni tu pareja, ni tu tía abuela, sino otros investigadores (arquitectos o de otras disciplinas) que estén desarrollando temas similares. Esto puede realizarse por plataformas digitales, por supuesto, pero también es necesario publicar e ir a eventos académicos (congresos, simposios, etc). Cuando hay que pagar por publicar, es generalmente el investigador quien pone de la suya. Y si hay que viajar a presentar el trabajo en un congreso internacional - porque en nuestro medio casi no hay eventos de ese tipo - también. Nuevamente, hay algunas contadas excepciones de financiamiento. Pero pocas.

5. La falta de eventos académicos o de posibilidades de intercambio. Al no haber investigación, no hay producción significativa. Al no haber producción significativa, no se da la necesidad de organizar eventos académicos, y si estos suceden, suelen tener poca asistencia. Los cuatro gatos trabajando en un tema, ya nos conocemos por dentro y por fuera. El intercambio no es tal. A esto hay que añadir la competencia por esos escasos financiamientos, lo que produce que en vez de compartir, queramos ocultar, no sea que el colega de la otra universidad se robe mi beca con exactamente el mismo tema que yo. Esto, por supuesto, estanca las investigaciones, y nos vuelve a quienes las hacemos seres ensimismados en nosotros mismos, que oscilamos entre el auto-desprecio y el mega-narcisismo, según como estén alineados los planetas ese día.

6. La falta de recursos académicos. Una vez, en el campus de una universidad de EEUU, tuve el password de una estudiante. Y entré a la página web de la biblioteca. La avalancha de artículos, recursos, bases de datos, journals, repositorios, material gráfico y escrito a mi disposición, a sólo unos clicks de distancia, fue apabullante. Hacer investigación con esas condiciones es un lujo. Un placer. Un goce. Uno busca los términos y encuentra los artículos. Profundiza en la bibliografía y encuentra aún más. Va por el libro extraño de la década del 70 y ahí está, en su estantería, esperando a ser consultado. 

En estas latitudes, algunas universidades han comprado algunos repositorios (ver puntos 3 y 4), pero no todos. Es posible que uno encuentre dos o tres artículos, un cuarto quizás, hasta que uno se tope con ese artículo, que uno necesita desesperadamente, pero que la universidad no tiene y por el que hay que pagar US$ 39.99. Que, como ya vimos, deben salir del bolsillo del investigador. Es así que nos hacemos amiguitos en el extranjero, o recurrimos a páginas pirata para conseguir lo que buscamos. Todo esto toma tiempo, mucho tiempo, que podría utilizarse investigando. O es ilegal.

7. La escasa formación en investigación a lo largo de la carrera. A los arquitectos se nos forma, en primer lugar, como diseñadores. Y luego como gestores, historiadores, promotores, diseñadores de interiores, calculistas estructurales y en algunos casos, un poquito como investigadores. Últimamente esto está cambiando, pero es aún una rareza, y hay universidades que, con enfoques muy pragmáticos enfocados al oficio, prácticamente han desaparecido la investigación formal de la currícula. Es así que quien tiene interés por investigar, se encuentra invirtiendo mucho tiempo en aprender las reglas de juego: dónde encontrar la información, cómo discernir si una fuente es buena o no, cómo navegar las turbulentas aguas del APA, qué métodos de investigación hay y cómo se ponen en práctica e, incluso, cómo redactar. 

8. La sumatoria de varios de los puntos mencionados, pero sobre todo la sensación de que la investigación no es fundamental, hace que quienes enseñamos tengamos muchas veces otras tareas que monopolizan nuestro tiempo. Para llegar a fin de mes, muchos enseñan muchas horas de clase. Es cierto que al enseñar aparecen nuevas ideas y se dan oportunidades de desarrollo de líneas de investigación, pero esto es un plus y no lo que ocupa la mayor cantidad del tiempo del investigador. Otros tienen trabajos que, si bien están dentro de la universidad, son más administrativos que académicos. Es así que el tiempo dedicado a investigar, sólido, sin interrupciones y con recursos a disposición es un bien extraño, preciadísimo. O debe ocupar nuestros sábados y domingos. Otros simplemente se dedican a otra cosa y dejan a la investigación completamente de lado.

Sí, esta es una queja larga, que se sustenta en anécdotas propias y de colegas. El investigador en arquitectura en el Perú tiene que esforzarse muchísimo. El producto, como ya lo dije, es casi un hecho heroico.

Pero es divertido investigar. Vale la pena. Es muy necesario.

Ahora quiero mi abrazo.
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