sábado, 29 de noviembre de 2008

101 cose da fare a Roma almeno una volta nella vita

Es el título de un libro que compre hoy.

Luego de una larga passeggiata inspirada por la "cosa" número 36: Gustarsi il tramonto a piazza dei Cavalieri di Malta, me puse a hojear el libro para ver qué cosas no he hecho aún... sabiendo por adelantado que son muchísimas.

De las 101 cosas, podemos eliminar una, la 99 (skate en el EUR) que no pretendo hacer porque no me gusta estar enyesada. Nos quedamos con 100, entonces, de las cuales he hecho... 25. Sólo una cuarta parte de las cosas que la autora (Ilaria Beltramme) sugiere hacer.

Tengo que poner manos a la obra y esta semana, y sobretodo a mi regreso de Lima, ponerme al día con las cosas que me faltan. Ahora que, desde hace ya varios meses, las cosas parecen calzar en sus respectivos lugares y aparentemente ya estoy entendiendo el extrañísimo sentido del humor romano, es momento de exprimir esta ciudad, con mucha más energía que antes.

jueves, 27 de noviembre de 2008

El lugar más lindo de Roma (Novena parte)

El lugar más lindo de Roma es el departamento 16 en vía Antonio Toscani, 49.

Es uno de los departamentos más grandes que he visto en esta parte del mundo; lógico, debe albergar a mis fantásticos coinquilinos, Giulio y Jacopo (de 6 y 8 años) y a su encantadora madre. Y a mí.

La primera vez que oí (más precisamente, leí) sobre este lugar, yo estaba en Lima y el mail de Rosalba era la respuesta a mis plegarias. Necesitaba mudarme y necesitaba hacerlo ya. Es así que, de regreso en Roma, vine a conocerlo(s).

El departamento no sólo es grande, es confuso. Tiene un balcón hacia la calle desde donde se ve la avenida y un puñado de ventanas que miran hacia patios interiores; un corredor en forma de L y suficientes baños como para mantener contento a Le Corbusier.

Lo mejor, de lejos, es la cocina. Está al centro del departamento y es el centro del departamento. Las conversaciones importantes, las triviales, las discusiones, los juegos de los chicos, las llamadas telefónicas, las sesiones de autoayuda y sobre todo, los raptus culinarios ocurren en este maravilloso espacio.

Mi cuarto está precisamente al frente, así es que, quiera o no, estoy siempre en el meollo de las cosas. Y sí que quiero.

La primera vez que vi mi cuarto, con sus 6m2 que parecían 3, debo decir que me asusté. Venía de un cuarto inmenso con vista al jardín, y lo que tenía delante era un espacio pequeñito que se veía mucho más pequeñito porque estaba okupado por un armario enorme y bastante feo (scussi, Ro, pero es cierto) y con una ventana que mira a un pozo de luz, desde donde "no le daba el sol ni le daba la luna" (como dice la canción).

Luego del desalojo del armario, que fue reemplazado por un mueble de Ikea, de cartón forrado en fórmica, para que parezca madera (porque dudo mucho que sea madera de verdad), y de colocar de alguna manera mi cama, mi mesa, y mis millones de cachivaches, el resultado me gusta mucho.

Vivir en Toscani 49 es no dormir más allá de las 8 am., comer castañas, ver dibujos animados en italiano, entender que la cocina es un arte, descubrir que soy de izquierda, recibir besos de buenas noches, hacer pisco sour y tolerar que existen Dragon Ball y los Gormiti. Es aprender mucho y constantemente.

Siempre pensé que el "conócete a ti mismo" tenía como escenario un desierto en el que, en soledad, se podía iniciar la introspección. Acá he descubierto que el conocerse es mucho más divertido cuando, al mismo tiempo, estás conociendo a otros y compartiendo con ellos.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Algunas divagaciones sobre la moda

Definitivamente no me refiero a "la moda" como sinónimo de ropa. Cualquiera que me conoce más o menos bien, sabe que soy la persona menos indicada a hablar de moda en el vestir. Como dicen mis queridos italianos, el tema simplemente non me ne frega.

Es por eso que cuando mi tutor de tesis me dijo que agregue algo sobre la moda en el marco teórico me quedé mirándolo con cara de pava... rápidamente disimulé y cambié a cara de erudita mientras decía que sí, que absolutam
ente, interesantísimo. Y manos a la obra.

Moda no es sinónimo de ropa. Entendamos, entonces, que la moda se aplica a todo y tiene que ver con modos de consumo, modos de uso, publicidad, capitalismo y temas similares. Y, por supuesto, tiene que ver con arquitectura. Per
o me estoy adelantando, empecemos por la teoría.

Georg Simmel: El uso del idioma, de los gestos y similares está también subordinado a la moda.

Immanuel Kant: "La novedad es aquello que hace amar la moda."


Pierre Bordieu: Es iluso pensar en una autonomía del gusto: "el gusto se da en función de la clase social a la que se pertene
ce o a la que se quiere pertenecer y basta."

Un referente fantástico y mucho menos somnífero, el personaje de Meryl Streep en The Devil Wears Prada, cuando le dice al personaje de Anne Hathaway que a pesar de estar usando ropa que "no está a la moda", ni ella ni nadie está excluido de la "industria de la moda". (It's sort of comical how you think that you've made a choice that exempts you from the fashion industry when, in fact, you're wearing the sweater that was selected for you by the people in this room. From a pile of stuff.)

Es cierto. También es cierto que la educación, la pertenencia a una cierta clase social o cultural, la oferta disponible en la publicidad y en las tiendas, las imágenes, la gente a la que admiramos o incluso la convicción de "no querer estar a la moda", nos llevan de una determinada tendencia a otra.


Personalmente, lo que me parece más interesante es que, una vez puestos delante a la oferta (y por lo tanto, a la moda que se nos es impuesta), hay una cantidad casi infinita de posibilidades de uso de dicha moda: finalmente, el usuario tiene (o puede tener) la última palabra, que dependerá, nuevamente, de los factores que puse en el párrafo anterior.

Un ejemplo, el Facebook. Cuando yo me hice una cuenta, hace como un año, ya la mayoría de mis amigos peruanos tenían una, y la usaban sobre todo para compartir fotos y para mandar regalos (Gift Application). En Italia la "moda" ha llegado hace sólo algunos meses, pero acá son pocos los que colocan fotos; lo usan sobre todo para crear grupos y/o afiliarse a los que ya existen. Grupos que van desde la crítica política a la admiración de algún personaje de la farándula; desde las preferencias de comida hasta los mensajes xenófobos. Mismo producto: Facebook. Dos maneras distintas de usarlo.

Tocaría hablar de arquitectura, pero para no aburrir ni aburrirme, lo dejo para un nuevo post.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Almuerzo Ark 08

Ayer fue el almuerzo de la facultad de arquitectura (el segundo al que no voy, desde que vivo acá). Por las millones de fotos del Facebook, se nota que fue un éxito, que me perdí uno bueno.

Me mandaron la foto del panel que hicieron los organizadores, encabezados por J.S. que no sé si le hará gracia que ponga su nombre. Me pone muy contenta el "espíritu" de este panel. Sobre todo al Arq. Correa al medio.

Los extraño un montón.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Entrada que ofrece algunos indicios para descubrir si un libro será "bueno"

Hace unos cuantos meses, en una librería, un amigo me preguntó cómo hago yo para elegir un libro que voy a comprar. No me acuerdo bien que respondí, pero esa pregunta me quedó dando vueltas. De hecho, cada vez que entro en una librería, la recuerdo y la repienso.

En paralelo, cuando compro un libro y al leerlo me doy cuenta que estoy subrayando o haciendo anotaciones por todos lados, me viene esa sensación de "consumismo sin remordimientos": hice una buena compra.

¿Cuándo se puede decir que un libro es "bueno"?

Lo obvio es que depende muchísimo de la persona que lo esté leyendo. Tengo amigos que son felices con Paolo Coelho... a mí me parece que es un desperdicio de papel. Yo sería capaz de coleccionar Harry Potters en distintas ediciones y distintos idiomas... y me puedo imaginar perfectamente la cara de al menos 3 personas que pensarían que es una pérdida de plata y que estoy loca.

Tenemos, entonces, como primer indicio, el gusto personal. Pero si nos quedamos solamente con esta premisa, terminamos encerrándonos en nosotros mismos, leyendo las mismas cosas, sin explorar lo nuevo.


Suponiendo que salimos del gusto personal y del de los bienintencionados amigos que nos recomiendan tal o cual libro. El segundo indicio sería la categoría. O sea, bajo qué cartelito de la librería está ubicado el libro: "bestseller", "novela", "arquitectura", "filosofía", "autoayuda". Y, siendo un poco más quisquillosa, la subcategoría: "thriller", "teoría de la arquitectura", "existencialismo", etc.

El tercer indicio, para mi, es el autor y/o el tema en el título. Pero esto sigue dejando de lado autores "desconocidos", libros cuyo título no tiene nada que ver con el tema (que puede ser buenísimo) o con títulos ambiguos de los que no se desprende nada.

En este momento de mi vida, en el que paso tanto tiempo en la biblioteca que hasta los amargados bibliotecarios de la sala de artes me conversan, he redescubierto un cuarto indicio, que para mí es casi definitivo. La bibliografía de los libros que ya he leído (y disfrutado). Esto, por supuesto, sirve sólo para libros académicos... debe haber muy pocas novelas con bibliografía, por el momento no recuerdo ninguna.

Los buenos libros son muchos, pero no infinitos, y cuando son descubiertos, suelen ser citados y recitados. Dan la vuelta, se unen con otros, constituyen escuelas de pensamiento, se arman confradías de autores con los que uno se espera encontrar cuando lee determinado tema. Entonces, frente al libro nuevo, de autor desconocido y título ambiguo, siempre se puede dar una ojeada a la bibliografía, para ver qué le interesa al autor en cuestión.

Y por último, una herramienta adicional: Internet. Casi todas las páginas de ventas de libros (como Amazon) incluyen como estrategia de marketing el colocar al lado de un determinado libro, qué otros libros interesaron a las personas que lo compraron (customers who bought this item also bought). Herramientas similares se pueden encontrar en clubes de lectura o en el archiconocido Facebook (la aplicación Reading Social, por ejemplo).

Pero la verdad de la milanesa es que nunca se sabrá con exactitud qué tan bueno resultará ser un libro. Que comprar un libro siempre implica un cierto riesgo. Que de las 328 páginas del mismo, 320 pueden ser buenas; o que las 10 primeras y las 10 últimas serán espectaculares y todo lo que está al medio, un floraso; o que, lamentablemente, uno malgastó la plata en un libro que no (le) sirve.

PS - No olvidar que un libro que en algún momento nos puede parecer "malo", meses o años después puede resultar buenísimo. Y viceversa.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Siete modelos principales para definir lo bello

a) Ideas de orden, medida, posibilidad de calcular y correspondencia rigurosa entre las partes de un todo. Además de ser susceptible de ser pensada y construida de manera natural, dichas ideas son perfectamente perceptibles, en la base de criterios de simetría y armonía, con los sentidos "nobles" de la vista y el oído. La trinidad de verdadero, bueno y bello ha adquirido históricamente su relevancia al apoyarse en estos principios. Se trata de cánones de belleza objetivos, independientes de la arbitrariedad individual o de las propensiones de los pueblos.

b) Lo bello imponderable, alegórico e indeterminado, y se manifiesta a través de la valorización del "gusto", del "no-se-qué", de la vaguedad o del ornamento.

c) Las teorías y las prácticas de la belleza funcional y de aquella que tiene un objetivo (pedagógico, moral, político, religioso, ideológico) que - de manera diversa a las intenciones del primer modelo - necesitan del cálculo y de la exactitud para fijar medidas y raglas.

d) La reivindicación de la "simplicidad" de lo bello - redescubrible en un sólo color o sonido - y, de manera inversa, con el incremento de la complejidad en las relaciones internas entre las partes, de modo tal que el resultado artístico parezca ser incierto o arduo de decifrar.

e) Lo bello como luminosidad, fulguración, salto repentino y explosivo de las formas desde la oscuridad de contextos que al inicio son caóticos o banales.

f) La idea de la belleza conectada con el eros, entendido ya sea en el sentido de la atracción sensible (o sensual) como del placer inmediato que se obtiene, sobre todo, desde un proceder "espiritual" - traido desde las alas del "entusiasmo" o del "delirio divino" - en dirección hacia la trascendencia, del cambio de ánimo desde lo sensible hasta lo inteligible o, en el caso de lo sublime, de su elevación hacia la grandiosidad inaferrable racionalmente. Lo bello no está, en este caso, "detrás", sino "más allá" de lo sensible.

g) En los últimos dos siglos se da una completo revés de las reglas: lo "feo" se vuelve belleza auténtica y asume, a través de una serie de vicisitudes relativamente lineares, el rol protagónico.


Remo Bodei: Le forme del bello.
Il Mulino. Bologna, 1995.
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sábado, 1 de noviembre de 2008

El lugar más lindo de Roma (Octava parte)

El lugar más lindo de roma es el Cimitero Monumentale de Verano, es decir, el Cementerio Monumental.

El nombre no tiene nada que ver con la estación del año (en italiano verano se dice estate), sino con el nombre de uno de los gens o clanes más importantes de roma, Verani. Aparentemente, el cementerio ocupa el lugar donde antes vivían estas gentes.

Es un cementerio antiguo. De hecho, me llamó la atención algunas tumbas y mausoleos que han sido puestos a disposición de quien los quiera usar (y pagar) porque sus dueños originales no van a hacerles mantenimiento desde hace más de 50 años. Se ve que en los cementerios los tiempos están en otra escala. No es un cementerio muy imponente ni señorial, pero tiene un buen puñado de tumbas muy bonitas, de nichos con diversas arquitecturas, esculturas y una respetable colonia de gatos.

Hacia la fachada principal, a la izquierda de la iglesia, el cementerio, no sé por qué, está en una especie de montículo artificial, en lo alto. Es ahí donde están las tumbas más antiguas. En realidad, a diferencia de otros cementerios como el de Lima o el de Buenos Aires, es simpático cómo el Verano tiene geografía. Al igual que la ciudad que lo alberga, Roma, este cementerio también tiene colinas.

Hoy, día de los santos y difuntos, era el mejor lugar para estar.


Este espacio (¿terapéutico?) cumple hoy un año.

Recuerdo el día que lo hice: fue mi primer feriado romano, en un fin de semana muy largo y muy lluvioso (cayó viernes). Podría decirse que ese fue mi
primer fin de semana en Roma.
Acababa de pasar por la desilusión del inicio de clases del doctorado. Estaba decidiendo que no regresaba a Lima por Navidad. No tenía comida en la refri, no tenía nada que hacer, no tenía con quién hablar, el silencio invadía los espacios internos y externos... y sin querer queriendo, decidí divagar.

365 días después, hoy estuvo soleado, aunque amenazando lluvia toda la mañana. Ayer tuve una reunión de cumpleaños-halloween. En un poco más de un mes estaré en Lima, por Navidad. La casa en donde vivo es cualquier cosa menos silenciosa, la refri se rige por el principio del
horror vacui, mi vida hace rato que dejó de ser aburrida. Hoy salí a pasear y a tomar fotos.

Cada día estoy más enamorada de Roma.
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