viernes, 25 de julio de 2014

"Yo también quería participar, pues"

Salieron los resultados del muy mencionado y trajinado Museo Nacional en Pachacamac. Independientemente de la calidad arquitectónica de los proyectos presentados - que creo que en muchos casos es notable - hay un tema que no deja de llamar la atención. 

Hace poco más de un mes las redes estaban revueltas. Cargadas de cartas abiertas, manifiestos de servilleta y posts de 140 caracteres que reclamaban un concurso público. Los argumentos eran varios y muy loables: ¿Cómo garantizar la calidad arquitectónica del proyecto si este ha sido adjudicado sin consenso a un grupo, por lo demás, desconocido? ¿Es que el gremio tiene tan poca presencia, que es incapaz de velar por los derechos de la arquitectura nacional? ¿Por qué un proyecto de esta envergadura no es abierto a la participación de todos los arquitectos?


La presión fue insistente y, con cierta sorpresa, vimos que esta vez sí hubo una respuesta. Tal vez me equivoque, pero creo que desde aquella vez que se evitó que se pinte el Museo de la Nación, los arquitectos no habíamos logrado imponernos ante nada. Ahora, gracias a que nos unimos, nos organizamos, protestamos, parecía que lo habíamos logrado. El proyecto del Museo Nacional se iba a adjudicar por concurso público. ¡Todo un triunfo!


Pero...

Bastó un vistazo a las bases para que la indignación volviera a surgir. ¿Sin honorarios para el ganador? ¿Sin garantías de que ese proyecto ganador sea construido? ¿Diez años de agremiado para poder concursar? ¿Sólo un mes para desarrollar el proyecto? Esta vez los indignados tuits, comentarios de Facebook y artículos de blogs no tuvieron respuesta. El concurso se lanzó, y, como todas las cosas en Internet, el tema pasó de moda y muchos le echaron tierra. 

Y ayer salieron los resultados. La sorpresa es grande, no por los proyectos en sí, sino por los participantes. Arquitectos que hace un mes llenaban sus discursos de protestas, arengas e indignación, ahora sonríen al ver sus propuestas colgadas en Facebook, y, a pesar de estar un poco picones por no haber sido los ganadores, es muy posible que estén disfrutando la vitrina. No tendría nada de malo, si no fuera por ese ligero tufillo de doble moral. 

Hay argumentos, por supuesto, que justifican la participación en un concurso así. Algunos puede que lo hagan simplemente por el ejercicio de diseñar un museo - tipología que permite a los arquitectos experimentar con el espacio arquitectónico de un modo muy libre -; otros dirán que era lo responsable presentar un proyecto "bueno" - aunque quién juzga lo que es bueno o no, queda por verse -; otros simplemente no buscarán justificación alguna y presentarán lo suyo, olvidando cualquier protesta previa.

Creo que lo ocurrido es simple. Estábamos picones de no haber sido nosotros los seleccionados a hacer el museo. No pedimos concurso por el bien del gremio, o de la arquitectura nacional... lo hicimos porque "yo también quería participar, pues". Y todos los argumentos bienintencionados no fueron sino eso, argumentos, que, en realidad, sirvieron para disfrazar nuestras motivaciones personales. ¿No sería mejor un poco de honestidad, como esos grupos de arquitectos que, desde el inicio, anunciaron que sí iban a participar porque sí y ya? Eso, al menos, nos libra de la doble moral. Así sabemos a qué atenernos.

lunes, 14 de julio de 2014

Demandamos

Más de cincuenta años después, en nuestro medio estas demandas tienen más vigencia que nunca.

"Del estado:
Nuevas regulaciones que le aseguren al planeamiento urbano el derecho de decidir sobre le propiedad del suelo en áreas tugurizadas; un cambio en las leyes que rigen la asistencia en los edificios.
De la provincia:
Participación decisiva de planificadores y arquitectos progresistas en la formulación de las nuevas reglamentaciones provinciales para edificaciones.
De las municipalidades:
Planeamiento independiente, liberado de prejuicios románticos y títulos de propiedad dados a la suerte; que arquitectos independientes sean los planificadores; más concursos de planeamiento urbano.
De los grupos que construyen:
Mejor diseño de viviendas a través del empleo de mejores arquitectos; soporte al planeamiento urbano; reconocimiento y apropiación de sus responsabilidades culturales. 
De los propietarios:
Mayor consideración por el interés público; menos egoísmo; mayor entendimiento y apertura hacia el planeamiento urbano.
De los arquitectos:
Ser conscientes de la tarea artística de la arquitectura; mayor consideración de los desarrollos sociales, económicos y tecnológicos conectados con su trabajo; eliminación de la profesión de los males de la intermediación y la especulación. 
 De las universidades:
Participación en los problemas públicos, de manera que la investigación que realicen sea reconocida y utilizada.
De la prensa:
Mayor lugar a las necesidades de la planificación y la habitación; más crítica e ilustración en lugar de simples reportes expositivos.
De las oficinas de inspección:
Colaboración en la realización de nuevas formas de habitación y administración inmobiliaria; separación de los aspectos legales y técnicos; cumplimiento de sus deberes de un modo no burocrático; efectuar las decisiones en materia de forma en conjunto con arquitectos independientes; que la gente no esté impedida de obtener mejores viviendas por leyes anticuadas y principios obsoletos."
Der Spiegel, N1 28, 1963

Bächer, Max, et al. (1963) "We demand" [Exhibición Heimat, Deine Häuser, Stuttgart, Junio, 1963]. En: Conrads, Ulrich (1990 [1964 ]) Programs and manifestoes on 20th-century architecture. Cambridge: The MIT Press.

viernes, 4 de julio de 2014

Crítica II (M. Tafuri)

Primera parte

"Quizá nunca como hoy ha necesitado el crítico tanta disponibilidad para acoger, sin el velo de prejuicios falsificadores, las propuestas que se hacen en la más absoluta incoherencia. Y nunca como ahora han sido necesarios una actitud rigurosa, un profundo sentido y un profundo conocimiento de la Historia, una atención tan vigilante para dirimir, en el vasto contexto de movimientos, investigaciones, o simples proyectos, las influencias dictadas por la moda, e incluso por el esnobismo cultural, de las intuiciones innovadoras.

(arkrit.dpa-etsam.com)
[...] El crítico es aquel que está obligado, por elección personal, a mantener el equilibrio sobre un hilo, mientras que vientos que cambian continuamente de dirección hacen todo lo posible para provocar su caída. [...] el crítico puro empieza a ser mirado como figura peligrosa: de aquí la tentativa de etiquetarlo con la marca de un movimiento, de una tendencia, de una poética. Puesto que la crítica que quiere mantener una distancia de la praxis operativa no puede hacer más que someter esta última a una constante desmixtificación para superar sus contradicciones o, al menos, para evidenciarlas con exactitud, he aquí a los arquitectos intentando una captura de aquella crítica, para, en el fondo, exorcizarla.

El intento de sustraerse a tal captura podrá parecer inspirado solamente por el miedo a los estúpidos o a los deshonestos. Para la crítica, reasumir sobre sí la tarea que le es propia - la de la diagnosis histórica objetiva y sin prejuicios y no la del apuntador o del "corrector de pruebas" - requiere, al contrario, una buena dosis de valor, dado que, al hacer la historia de la dramática riqueza del momento actual, corre el riesgo de aventurarse en un terreno minado."

Tafuri, Manfredo (1972 [1970]) Teorías e historia de la arquitectura (Hacia una nueva concepción del espacio arquitectónico). Barcelona: Editorial Laia. pp 12-14.
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