miércoles, 28 de enero de 2009

El Centro de Lima: manual de uso para principiantes

Los fabricantes no se hacen responsables por la falta de piezas o el incorrecto ensamblaje de las mismas. La garantía del producto expiró a las 12 de la noche del 18 de enero, en el año 1535. El producto no tiene fecha de vencimiento (por ahora).

Este producto/artefacto no necesita refrigeración (aunque a veces se agradecería). No debe ser agitado antes del uso.

Atención: posee partes pequeñas, grandes, frágiles, duras, necias, polvorientas, enérgicas, folclóricas, históricas y modernas. Trátese con cuidado.

Antes del ensamblaje se sugiere equiparse con una buena cámara de fotos.
Cámara de fotos y baterías no están incluidas con el producto
.


Tome el centro de Lima con ambos pies, mucho entusiasmo y un poco de precaución. Introdúzcase a él por cualquiera de sus múltiples ingresos, aunque se sugieren 2 rutas: A) Paseo de la República - Plaza Grau B) Vía de Evitamiento - Av. Abancay.

La ruta A es la más tradicional. Tiene como marco de ingreso el Palacio de Justicia por un lado y el Sheraton y la torre de Lima por el otro; como fondo, el edificio Rímac. La mayor dificultad consiste en soportar el tráfico, que comienza, generalmente, a la altura del puente de la Av. México.

La ruta B tiene el encanto de ver las torres de la Catedral, de San Francisco y de Santo Domingo desde Evitamiento, y si uno decide hacerlo durante una puesta de sol de verano, no hay vista más bonita del centro. Losp roblemas tienen que ver con la posibilidad de ser asaltado debajo de uno de los puentes.


Antes de tome las piezas calle tenga en cuenta lo siguiente: desde la Plaza San Martín hasta el río Rímac y desde la Av. Alfonso Ugarte hasta la Av. Abancay, dichas piezas están colocadas en forma de damero.

Casi todas las calles del centro histórico son rectas, tienen al menos un balcón republicano y al menos una iglesia, lo que hace un poco difícil la orientación.
El Jirón de la Unión conecta la Plaza San Martín con la Plaza Mayor.

Es un error común creer que la pieza ensambalda damero es el Centro Histórico. Éste, en realidad, es el resultado del ensamblaje de dicha pieza con la zona comprendida entre la Plaza Francia, por el suroeste; el convento de la Virgen del Cármen hacia Barrios Altos; el convento de los Descalzos en el Rímac y el Jr. Tacna.

Se puede entender que el centro histórico ocupa el lugar que antes delimitaba la muralla. Se sugiere, además, recorrer los alrededores, en donde se puede encontrar cosas interesantes y no tan obvias.

Las piezas monumentos, iglesias, museos son imprescindibles para la correcta utilización del producto. Sin embargo es importante no olvidar piezas únicas de valor menos aparente como por ejemplo cementerio Presbítero Maestro, calle Capón y las menos consideradas (y muchas veces descartadas) construcciones modernas.

Debe haber muchas maneras de ver y entender las iglesias, yo recomiendo dos. La primera, obviamente, tiene que ver con la arquitectura: forma, espacio, ornamento, relación con el entorno, etc. La segunda se refiere al uso que se les da, a las maneras particulares que cada uno tiene de convertirlas no sólo en espacios de culto, sino también en espacios de reunión, encuentro y celebración.

Precaución: como centro vivo de una ciudad de más de 8 millones de habitantes, y como sede del gobierno, en el producto pueden presentarse los agentes manifestaciones. Dichos agentes son impredecibles y, algunas veces, presentan resultados funestos para el producto Centro de Lima.

Las manifestaciones pueden llegar en cualquier momento y desde cualquier lugar. Pueden ser de distintas magnitudes según lo que incorporen: concentraciones, marchas, pancartas, gritos, palos, llantas quemadas, etc.
Las respuestas de la policía pueden ser más violentas que las manifestaciones en sí, especialmente cuando hay gases lacrimógenos o rochabuses de por medio.

Ahora sí... sobre arquitectura limeña

Luego de haber dedicado varias entradas a temas subjetivos y variados, vuelvo al meollo: la arquitectura. Aunque, nuevamente, me dedique a divagar.

En el casi año y medio que he estado fuera, en Lima y muchas otras partes del Perú se vivió (y aún se vive) lo que muchos llaman "El boom de la construcción". Efectivamente, es casi increíble pasar por calles que yo recordaba llenas de casas de un par de pisos, para descubrir que han sido reemplazadas por multifamiliares de 5 o 6 pisos. No es algo que me haga especialmente feliz.

Sé que los argumentos a favor aducen la necesidad de una ciudad con crecimiento vertical (ahorro en los servicios), mayor seguridad y abaratamiento de costos para las familias, entre otras cosas... sin embargo tengo miedo que esta tendencia nos lleve a ser como Roma.

Allá, a excepción del centro histórico, todos los barrios son iguales: los edificios tienen el mismo lenguaje, los mismos elementos, el mismo café en el primer piso, los mismos balcones y tapasoles, la misma altura. Es una ciudad densa, sólida, y sin identidad.

Un poco asustada veo como en zonas como Chacarilla o La Aurora está ocurriendo exactamente lo mismo. Edificios con volumetrías semejantes, casi todos con la misma entrada de cistal templado y jardincito, una curva leve en la fachada, un par de planos de color, portero. Estamos, poco a poco, perdiendo la identidad que hace a muchos barrios de Lima único.

Por el momento me estoy refiriendo sólo a zonas residenciales de sectores socioeconómicos altos. No sé aún lo suficiente como para hablar en los mismos términos de lo que sucede con edificios de bajo costo en zonas poseedoras de una identidad menos definida.

Lo único que quiero decir es cuidado. Que este "boom de la construcción" no sea sólo una inyección de emoción y mucho dinero en el que arquitectos, ingenieros y promotores nos sumergimos en una construcción frenética de piezas de la ciudad sin ponernos a reflexionar en esa misma ciudad.

miércoles, 21 de enero de 2009

Sobre hombres y otras especies que andan por el mundo

El tema parece más propio de blogs tipo "Pobres hombres" o "Quién nos entiende". Sucede que ayer, en amena tertulia, descubrí que esas horribles manías que tanto me irritan en algunos hombres que conozco no son nada originales. Al parecer, oh coincidencia, los "machos" de dos de mis amigas comparten las mismas hermosas, jodidas características.

A saber:

Los hombres no pueden evitar escuchar todo al volumen más alto posible: televisor, radio, juegos en el play o en la computadora... todo.

Las mujeres podemos ir de shopping y demorarnos toda la tarde, lo admito. Pero al menos somos conscientes de ello y evitamos llevar a nuestros machos a estas sesiones. Ellos, luego de alardear de una supuesta eficiencia al momento de comprar ropa, son capaces de pasar una tarde entera en busca del jean perfecto. Aunque saben que no existe, no pierden la fe y lo buscarán (con una al lado, como babosa) hasta que, frustrados, se terminen comprando el primero que se probaron. Esto sucede no sólo con cosas tan delicadas como pantalones: los polos, por ejemplo, son sujetos a escrutinio en busca del tono perfecto de rojo, las costuras adecuadas y el corte ideal (no, me saca panza, no, me hace muy espaldón, no, se me ve muy flaco, no, esos cortes a los costados son horribles), sin mayor consideación con la podre nena que no sólo está parada desde hace 3 horas, sino que está, además, sujetando unos 5 kilos de ropa que el señor está pensando comprarse.

Los hombres se pueden emborrachar con toda libertad, pero si es una la que se pasó de tragos, automáticamente queda marcada como borracha, y la historia pasará a ser contada a todos los amigos y conocidos en las próximas reuniones.

Los hombres pueden y deben salir solos con sus amigos. Se indignan si una sugiere cambiar la sacrosanta reunión del jueves por el cumpleaños de la mejor amiga. Pero si es una la que pretende salir con amigas, surgen frases como "qué irán a hacer", "con quién se irán a encontrar", la más directa "seguro se van a ruquear" o la tajante "no me gustan tus amigas Fulana y Mengana".

Los hombres se acostumbran fácilmente a esos pequeños y no tan pequeños favores que las mujeres estamos dispuesta a hacerles. Supongo que está en nuestra naturaleza el atender a nuestros machos y lo hacemos con gusto. Pero si son ellos los que en alguna oportunidad nos llevan algo de un lugar a otro, nos recogen de algún evento o van a un sitio al que no quieren ir por nosotras, automáticamente comenzarán a refregarlo con frases: "me tratas como a tu chofer", "siempre hago todo por ti", "me sacrifico aunque no quiera", etc.

Si una decide ir a visitar al caballero en cuestión, tiene que llamar primero, coordinar horarios y tener mucho cuidado de no llegar a la mitad de la sesión de Play Station. Si él decide venir, vendrá cuando quiera, luego de hacer las millones de cosas importantísimas que tiene que hacer, y es deber de una "buena chica" esperarlo, lista y maquillada, el tiempo que sea necesario.

Los hombres no toleran que una llegue a una cita con 5 minutos de atraso, y colocan la cara más escéptica de su repertorio cuando una informa que el jefe la retuvo en la chamba, que no había agua caliente en la ducha o que no se encontraba ningún taxi en la calle. Sin embargo, si son ellos los que llegan media hora tarde... sus excusas son muchísimo más importantes y relevantes y no se acepta discusión alguna al respecto.

Los hombres parecen no entender que el desplazarse de un sitio a otro (especialmente en una ciudad como Lima) toma un cierto tiempo. Son capaces de llamar por teléfono y decir "en cinco minutos estoy allá" al momento de salir de la oficina, sin darse cuenta que en ese lapso de tiempo, a lo mucho, llegarán al estacionamiento.

En general, los hombres parecen vivir en un tiempo distinto, en el que los minutos y las horas se contraen y dilatan a voluntad. Cuando son ellos los que llegan tarde, miran el reloj con cara de sorpresa e incredulidad, como si nunca antes hubieran visto una media hora. Cuando somos nosotras las que nos demoramos, nos miran como si los dichosos 5 minutos se hubieran extendido a lo largo de un par de buenas horas.

A muchas mujeres nos gusta discutir... pero los hombres han hecho de eso un deporte de resistencia. Hemos llegado a la conclusión de que una nunca podrá ganarle una discusión a un hombre, porque ellos parecen tener muchísima más energía para seguir masticando y masticando un mismo tema. Lo que ocurre, finalmente, es que nos cansamos de hablar y decidimos mantener la boca cerrada en la espera de que ellos también se cansen.

...

miércoles, 7 de enero de 2009

Emma

Ésta no es una divagación, ni un escrito sobre arquitectura, ni una cita, ni una reflexión. Es el principio de la historia de Emma. Desde mi particular y arbitrario punto de vista, eso sí.

Emma nació un 7 de enero... éste 7 de enero. Hoy. Lo que la hace una de las primeras personas nacidas en el 2009.

Tuve la suerte de ver amanecer, debido a un ataque de insomnio nervioso y a un impertinente cuculí en mi ventana, así es que puedo decir que fue un lindo amanecer. El día que nació Emma, el aire estaba fresco y los contornos de Lima se veían con una nitidez poco común.

Quisiera imaginar que Emma se deslizó al mundo, pero sé que vino de manera enérgica (por no decir violenta) y con un chillido que su abuela y yo pudimos escuchar con toda claridad desde el pasillo. Supongo que debe haber sido, en parte, porque desde la panza de su madre, esta individua escuchó un buen número de conciertos de Rock este año.

La primera vez que tuve el gusto de verla, Emma se veía muy seria y pensativa, con los deditos sobre la boca y el ceño casi fruncido. Tal vez se preguntába qué rayos le había pasado y planeaba, estratégicamente, cuál sería su próxima movida.

Me sentí super orgullosa (de manera muy irracional y camotuda) cuando la mostraron en la ventana de la maternidad, al lado de otro bebé que había nacido casi al mismo tiempo. Mientras éste permanecía quieto botando babas, la señorita Emma no dejaba de mover puños, piernitas, boca, ojos, y de alternar berridos con muecas pensativas.

Esos encuentros fueron muy breves... algunas horas después, con un poco más de tiempo, tuve oportunidad de sobar la pelusita de la cabeza de Emma y sentir como me cogía el dedo en su puño. Al mismo tiempo me divertí y me asombre al ver cómo su padre pasaba de ser "jefe" a ser papá... toda una metamorfosis.

Tuve la suerte de pasar por el malecón de Miraflores a la hora de la puesta de sol, así es que puedo afirmar, Emma, que la puesta del sol del día que naciste fue tan espectacular como sólo puede serlo una puesta de sol de verano limeño.

El día está por terminar... Imagino que ahora la pequeña está durmiendo, satisfecha luego de un día agotador y que su madre le diera de lactar; casi no puedo esperar a que sea mañana para volver a sobarle la cabecita de pelusa. Y tampoco puedo esperar a que luego sea pasado mañana y el fin de semana y el siguiente mes y los años que vendrán, muerta de curiosidad de qué pasará con esa pequeña humana de 3.22 Kg, 49 cm y 180 decibeles.
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