jueves, 29 de julio de 2010

A propósito del desfile militar

Veo la parada militar, por primera vez en mi vida de manera voluntaria (debe ser alguna secuela del haber estado en el exilio). Es por un lado emocionante todo el fervor y la energía desplegados en este evento. Siegfried Krakauer habla del ornamento de masas de un modo parecido y creo que la emoción de la gente viendo el desfile en este instante tienen mucho que ver lo que él identificaba en los espectadores.


Sólo queda desear que todo este armamento no se jamás utilizado, y que se descubran nuevas funciones para todas estar personas que en este instante marchan.



Imagen: Quino (Joaquín Salvador Lavado)

martes, 13 de julio de 2010

Reflexiones de una viajera varada

Por simple matemática, imagino que siempre existe la posibilidad que alguien que viaja con cierta frecuencia, en alguna oportunidad, pierda las maletas, pierda el vuelo, se atrase el vuelo que se supone que tiene que tomar o - la única cosa buena - salga "premiado" con un overbooking que lo mande en primera clase o lo haga permanecer un día más en la ciudad de origen, previas compensaciones (digamos 600 euros, por ejemplo).

Sentada en el aeropuerto de Santiago, después de muchas más horas de las que me tocaría haber estado acá, cruzo los dedos para que no me suceda la primera posibilidad (la de las maletas) que le sucedió a alguien muy cercano la semana pasada; me lamento porque me haya ocurrido la segunda; me vienen instintos homicidas que hacen que las masacres de los periódicos parezcan un chiste porque la tercera me ha pasado dos veces en menos de 24 horas; y me vienen ganas de llorar porque, por un pelito, no me tocó la cuarta.

Hago masoquistas listas mentales de todos los momentos en los que las cosas no han ido bien desde ayer en la mañana, hora europea (que son muchos), juramentos que no creo que llegue a cumplir (nunca, nunca más viajaré con Iberia) y planes para colarme en cualquier avión que me lleve a Lima (fallidos, por supuesto).

Finalmente resulto en esta situación, en la que tengo que esperar pacientemente y lanzar una oración a los apus chilenos que veo desde la ventana de la sala de espera, para que esta vez sí llegue a embarcar y finalmente llegue a mi húmedo y frío terruño hoy. Ya pero ya.

Y agradecer a los mismo apus estos que permitan que haya internet al alcance de mi computadora.

domingo, 4 de julio de 2010

Gente en Palacio de Gobierno

Es toda una ocasión cuando, finalmente, un día deciden abrir el patio del Palacio de Gobierno. Me atrevo a decir que de la gran cantidad de personas que asistió a esa feria del libro, organizada en stands ordenados en el espacio entre la fachada principal y la reja perimétrica, un gran porcentaje no tenía mayor interés en la lectura.
Era el edificio.
Tantas veces visto, siempre de lejos, siempre con una reja de por medio, siempre prohibido.
Ahora se pudo entrar... y resistir a la tentación de inmortalizar el momento, era difícil.






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