Nosotros somos los responsables de la remodelación del edificio del Banco Continental. Nosotros elegimos cubrir el Centro Cívico de planchas de aluminio que imiten el color del concreto original. Nosotros permitimos las remodelaciones de la Clínica Ricardo Palma. Nosotros vamos a derribar el ex Colegio San José de Cluny.
Tú, yo, cada uno de los miembros del CAP, cada uno de los agremiados y cada uno de los estudiantes y profesores de las facultades de arquitectura. Nosotros somos los responsables, los únicos responsables.
Y no somos responsables por no haber podido impedirlo; tampoco por nuestros pequeños e inútiles gritos de protesta, que no parecen llegar a ningún lado. Somos responsables de la causa inicial de todas estas intervenciones: somos responsables del anonimato de nuestra arquitectura.
Porque, seamos honestos, fuera de determinados círculos académicos y fuera del gremio, ¿quién sabía cuál era la importancia arquitectónica del Museo de la Nación (antes Ministerio de Pesquería)? ¿Alguien alguna vez oyó la palabra "brutalismo"? ¿A alguien le importó?
No. Y de nada sirve culpar a "la ignorancia de la gente" en términos tan absurdamente genéricos.
La culpa es nuestra. Es de quienes sí tenemos respuestas a esas preguntas pero no nos molestamos en compartirlas con nuestra comunidad. Y a la comunidad no le importa, porque la brecha existente entre ellos y nosotros (partiendo del hecho de expresarnos en términos de "ellos" y "nosotros") es demasiado amplia. Los arquitectos nunca nos hemos preocupado de llegar a la gente. Somos el demiurgo, el creador, el inventor, el creativo. Nunca el nexo, la conexión, el diálogo, el profesional al servicio.
Si el arquitecto nunca se ha preocupado por acompañar al ciudadano común en el descubrimiento de su ciudad, si nunca ha escuchado, si en lugar del diálogo ha optado por el monólogo, entonces no tiene derecho alguno a quejarse, si es que ese ciudadano común, ignorado (y por ende, ignorante), decide actuar sobre algo cuyo significado no nos hemos molestado en explicar.
Si no nos ha interesado compartir lo que hacemos, "difundir" (si queremos usar una palabra de moda) en qué consiste la arquitectura y cuándo ésta es buena, si imponemos nuestras ideas sin explicarnos y nos topamos con indiferencia, es sólo culpa nuestra.
Es, arquitectos, nuestra culpa. Nosotros estamos pintando el Museo de la Nación. Y nos está quedando feo.
Foto: Jannelyn Valverde, VentanAbierta.
AMEN !!!!
ResponderBorrarCREEMOS UN BLOG, FEA ARQUITECTURA, Y SUBAMOS TODO PROYECTO HORRIBLE QUE NUESTROS COLEGAS HACEN, PARA QUE A VER SI ASÍ, VAMOS APRENDIENDO A ESMERARNOS, AL MENOS POR VERGUENZA, QUE TENEMOS QUE TRABAJAR MAS !!
DESPUES DE AFEAR TANTO LIMA CON LOS HORROROSOS PROYECTOS DE EDIFICIOS QUE ESTAMOS HACIENDO, QUE PINTEN EN MUSEO DE LA NACIÓN ES UN LLAMADO A LA CONCIENCIA.
SALUDOS
Doloroso, pero cierto
ResponderBorrarNo me asombra el mutismo de los entes respectivos para tal Barbarie!.
ResponderBorrarEn Argentina, Chile o Brasil se sorprendrian de vernos hacer esto con nuestros edificios mas representativos. Se imaginan que una Obra de Oscar Niemeyer le pusieran unos colores que vayan con el paisaje y lo nacional poniéndole verde. O el edificio de la CEPAL en Chile le pongan una estrella con algo de color, O que la Biblioteca Nacional de Argentina de Clorindo Testa quieran hacerla mas "Che"y la pintan de celeste... Como pueden ser tan poco respetuosos con nuestra ciudad y respeto a nosotros como ciudadanos, eso no es democracia, se llama educacion. Nuestras autoridades, universidades y tanto arquitecto tiene un deber social y educativo y lo primero, que deberia surgir de nuestras entranas es defender lo nuestro. Amen
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ResponderBorrarYo estoy plenamente de acuerdo con esta función, que debe tener todo profesional, de servicio a la comunidad. Mi campo académico y laboral no tiene nada que ver con la arquitectura, pero eso no me impide apreciar la importancia que tiene la historia (en todas sus variantes: historia del Perú, historia del Arte, historia de la Arquitectura, etc, y como todas ellas están ligadas entre si) en nuestra realidad presente, en nuestra mismísima rutina del día-a-día, y este es mi derecho, es derecho de todos… Es una pena que se estén cometiendo estos atentados contra monumentos nacionales, y es una pena mayor aún que, como bien dice el artículo, no nos importe un mínimo…
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