Segunda entrega de "Crítica, crítica y más crítica (Vol. 2)". Las opiniones expresadas son responsabilidad exclusiva del autor y no representan necesariamente la posición del blog.
Si tuviera que
expresar mis sentimientos sobre el centro comercial Real Plaza Salaverry, serían similares a los que sintieron los modernos al enfrentarse al art Nouveau, en esta
especie de fachada churrigueresca contemporánea donde sólo faltan los
querubines, donde el horror vacui se observa en una grandiosa expresión.
Desde el ingreso
hasta los estacionamientos, del patio de comidas en forma de OVNI hasta la
escalera de templo azteca en la fachada, es una exageración arquitectónica en donde
el exceso de detalles hacia la Av. Salaverry y la ausencia total de los mismos
hacia la Av. Punta del Este expresan confusamente los ingresos y salidas del
mismo.
Mi primera
visita a este centro comercial fue realmente desastrosa, llegar al mismo
edificio y recorrerlo fue un dolor constante, tanto así que, confesándome una
adicta a las compras, no pude disfrutar ni 5 minutos del recorrido.
Si se llega en
auto, primero deberás sufrir una tortura constante de tráfico de por lo menos
10 minutos antes de poder ingresar al estacionamiento, debido a que los
taxistas emplean la misma avenida para ofrecer sus servicios, teniendo en
cuenta que el Real Plaza Salaverry posee una bahía para ellos, estos prefieren
cuadrarse en la puerta del mismo.
Después de
sufrir este tiempo en el tráfico y pelearte con por lo menos 5 taxistas que
decidieron esperar clientes justo en la entrada, ingresas al estacionamiento,
más confuso que el laberinto del minotauro, donde no hay espacio ni para tu
bicicleta, después de descender hasta el inframundo quizá encuentres un espacio
al lado del can cerbero – pídele de pasada que por 20 “Luquitas” te lave el
carro – después de esta odisea, puedes dirigirte hacia el único núcleo de
escaleras verticales que conectan toda la edificación o hacia los ascensores
que solo se detienen en pisos determinados, y no cometas el error de detenerlo
en el piso 0, ya que tendrás que atravesar toda el área de cocinas, baños,
mantenimiento y almacenamiento del centro comercial para poder llegar hacia los
locales comerciales.
Si se llega
peatonalmente, tu suerte no cambiará mucho, puesto que en primer lugar, el Real
Plaza decidió que el colocar vallas de seguridad en todo el borde de la avenida
Salaverry era una buena idea, así que no hay forma de cruzar directamente al
centro comercial, o caminas una cuadra hacia alguno de los lados para llegar o
te rehúsas arduamente y te atreves “a la peruana” y le metes tu saltadita a las
rejas de seguridad, eso si es que alguno de los taxistas anteriormente
mencionados no te deja como papelito.
Después llega la
confusión, ese hermoso detalle de “y ahora a donde voy”, te diriges a la
fachada principal buscando que tus dudas se resuelvan y si no fuera por el de
seguridad que te dice, “la entrada es aquí a la derecha” ni cuenta te das, no
sabes si debes subir la escalera azteca y hacer algún sacrificio, atravesar la
parte de los restaurantes, subir por las otras escaleras eléctricas o entrar
por ese pequeño agujero que el de seguridad llamó “entrada”. Si al final te
decidiste por lo seguro, le haces caso al de seguridad. Por otro lado, la
fachada posterior no es de mucha ayuda, ahí no se encuentra ni el de seguridad,
al final decides ingresar por el único agujero de la fachada, eso sí,
consideremos esta como la fachada menos confusa, la que menos “daño” le ha
causado a la ciudad, una fachada que no quita ni otorga nada.
El lenguaje que
emplea en la fachada “principal” es confuso, posee una escalera netamente
decorativa, unas escaleras hacia el lado izquierdo y además un ingreso poco
claro. Además, hay restaurantes que se encuentran en la fachada principal, que
si no tienen señalización no se les reconoce, como lo son Papachos y K.O. La
fachada fue definida como principal según el arquitecto, dejando de lado casi
completamente la fachada posterior, y olvidándose de la residencial San Felipe,
de donde proviene gran parte de su público, quienes se les dificulta el ingreso
cruzando la Av. Punta del Este y poseen una fachada altamente descuidada, sin
un mayor diseño y altamente contrastante a la fachada de la Av. Salaverry. El
arquitecto no supo aprovechar la oportunidad de tener dos fachadas en un cruce
de avenidas tan importantes como lo son Salaverry y Punta del Este.
Interiormente el
edificio y la circulación no es mejor a la del estacionamiento, lo que podemos
rescatar es que se respetó la tradicional secuencia de tiendas ancla en los extremos
y en la parte central, sin embargo la circulación sigue siendo igual de
confusa, si te diriges hacia alguno de los lados hay escaleras que no continúan
hasta el patio de comidas ni al estacionamiento, las únicas que se dirigen ahí
son las escaleras centrales, hacia uno de los lados del mall encontramos un
pasaje con tiendas que aparece y desaparece según el nivel donde te encuentres,
después de unas 7 visitas al lugar recién me enteré que existían.
Por último, el
patio de comidas, ese hermoso platillo volador que se puede observar desde 5
manzanas a la redonda, partido perfectamente por una junta sísmica no planeada,
donde se encuentra, aparte de los restaurantes “económicos”, el cineplanet,
partido en dos sectores, izquierda y derecha, en cada una encontrarás salas de
cine, pero solo en un lado puedes encontrar las cajas para comprar las entradas
y de ahí, nuevamente pregúntale al amigo de seguridad sobre donde está tu sala.
El mall posee
una serie de elementos arquitectónicos agradables, como las triples alturas en
los núcleos de circulación, la triple altura del espacio central donde se
desarrollan distintos eventos conforme a la época del año y la disposición de
las tiendas ancla, Sin embargo, es una mezcla de “todo un poco” hacia un lado y
nada hacia el otro, dándole la espalda a la residencial san Felipe,
congestionando irracionalmente la avenida Salaverry y dándole una justificación
adicional a nuestro alcalde Luis Castañeda para realizar el bypass de la
avenida anteriormente mencionada, otorgando espacios residuales a la ciudad
como lo es la plaza ubicada en la punta del real plaza, empleada únicamente por
skaters, que quieren pasar el rato sin que la clásica vecina amargada los grite
y donde, muy de vez en cuando, se realizan ferias temporales para “activar” la
zona.
Por otro lado, el
formato de “centro comercial” no ha variado en más de 50 años, con el mismo
formato de tiendas anclas y pasillos de conexión con locales comerciales a los
lados, cerrándose en sí mismo y dejando de lado la ciudad, lo mismo sucede con
el Real Plaza, se cierra en sí mismo, perdiendo la oportunidad de otorgarle
espacios públicos a la ciudad y articulando los flujos vehiculares y
principalmente peatonales que existen actualmente en la zona.
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