Confieso que me gusta la música pop. Tengo el CD de un grupo casi completamente desconocido llamado B*witched y pasé por un período de fanatismo por los Backstreet Boys. Aún me gusta escucharlos. Cuando voy al cine, muchas veces prefiero ver una película gringa con "happy end" predecible, que un buen psico-dramón europeo finalista en Cannes. He sido completamente adicta a Alias (actualmente estoy en rehab) y a Star Wars y disfruto mucho con Aquí no hay quien viva.
Admito que tengo la colección completa de novelas de Agatha Christie y muchas veces las leo en lugar de estar analizando la última publicación de Kenneth Frampton. Me aburrí mucho con El péndulo de Foucault y soy fanática de Harry Potter.
Confieso haber comprado Cosmopolitan o Vanidades, haberlas leído y por supuesto, haber resuelto los cuestionarios. Soy adicta a muchos juegos de video y admito que un par de veces por semana voy al ExtraBall por una buena dosis de DDR.
¿Y qué?
No estoy de acuerdo con escuchar música clásica porque sea símbolo de status cultural, ni con ir a exposiciones incomprensibles de arte contemporáneo, ni con criar especies animales o vegetales en peligro de extinción para demostrar lo sofisticado o culto que uno puede llegar a ser. Porque esas cosas están muy bien vistas en ciertos mini-mundos intelectuales.
No sé muy bien a dónde quiero llegar con esto. Creo que, al final, todo se resume en un: relájate y disfruta.
El mundo no necesita de más pseudointelecutales ni eruditos. Al contrario, creo que la chamba actual está en intentar acortar la brecha entre todas esas maravillosas manifestaciones de la cultura popular (incluso el reggaeton, qué vamos a hacer) y aquello que se murmura en las aulas universitarias. Nos toca validar el disfrute de lo cotidiano, de las cosas sencillas, de aquello que no necestó un PhD, de las oraciones de menos de 40 palabras, con pocas comas y que no exigen diccionario.
No es necesario pensar en las razones detrás de todo, como tampoco es necesario buscar motivaciones donde no las hay. No sirve de nada a los intelectuales mirar con desprecio o sorna las manifestaciones del gusto popular, mientras tratan de alejarse de toda esa felicidad embotellada.
Y que tire la primera piedra el que nunca ha sonreido con Mickey Mouse.
Admito que tengo la colección completa de novelas de Agatha Christie y muchas veces las leo en lugar de estar analizando la última publicación de Kenneth Frampton. Me aburrí mucho con El péndulo de Foucault y soy fanática de Harry Potter.
Confieso haber comprado Cosmopolitan o Vanidades, haberlas leído y por supuesto, haber resuelto los cuestionarios. Soy adicta a muchos juegos de video y admito que un par de veces por semana voy al ExtraBall por una buena dosis de DDR.
¿Y qué?
No estoy de acuerdo con escuchar música clásica porque sea símbolo de status cultural, ni con ir a exposiciones incomprensibles de arte contemporáneo, ni con criar especies animales o vegetales en peligro de extinción para demostrar lo sofisticado o culto que uno puede llegar a ser. Porque esas cosas están muy bien vistas en ciertos mini-mundos intelectuales.
No sé muy bien a dónde quiero llegar con esto. Creo que, al final, todo se resume en un: relájate y disfruta.
El mundo no necesita de más pseudointelecutales ni eruditos. Al contrario, creo que la chamba actual está en intentar acortar la brecha entre todas esas maravillosas manifestaciones de la cultura popular (incluso el reggaeton, qué vamos a hacer) y aquello que se murmura en las aulas universitarias. Nos toca validar el disfrute de lo cotidiano, de las cosas sencillas, de aquello que no necestó un PhD, de las oraciones de menos de 40 palabras, con pocas comas y que no exigen diccionario.
No es necesario pensar en las razones detrás de todo, como tampoco es necesario buscar motivaciones donde no las hay. No sirve de nada a los intelectuales mirar con desprecio o sorna las manifestaciones del gusto popular, mientras tratan de alejarse de toda esa felicidad embotellada.
Y que tire la primera piedra el que nunca ha sonreido con Mickey Mouse.
Estoy completamente de acuerdo. ¡Y no lo voy a estar si disfruto horrores una buena novela! La vida es corta y el arte de vivirla es saber disfrutar lo que se te presente delante, el arte de vivir es vivivr con curiosidad y amor a la vida.
ResponderBorrarClaro que sí, nada mejor que un buen pump o dance y luego ir al cine a ver star wars o indiana jones. Dicen que la gringada nos invade, bueno, sera porque la gringada tiene jale sino ¿como?
ResponderBorrarHay que hacer lo que a uno le gusta y no dejarse influenciar por malos comentarios.
Si hay algo que esta experiencia me está enseñando es a relativizar. Porque las primeras personas en ser amables conmigo no fueron ni PhD ni MBA ni nada por el estilo, sino en muchos casos, inmigrantes en el mercado. Y porque el hecho de que yo lo sea no me hace mejor ni me permite disfrutar mejor de las cosas.
ResponderBorrarEso mismo.