Debo aclarar, antes de exponer mis vergüenzas, que la puerta de casa es un artefacto complejo y contradictorio. Hacia el exterior, hay 5 ranuaras para llaves, a diferentes alturas, y sólo usamos 2. Hacia el interior, hay una ranura (que no coincide con las que usamos por fuera), un picaporte y una ruedita.
Funciona así:
- Cuando sale la primera persona (usualmente mi casera), simplemente cierra la puerta.
- Cuando sale la segunda y última persona (usualmente yo), le da tres vueltas al una llave en la penúltima ranura y una vuelta a otra llave en la cerradura de más arriba.
- Cuando entra la primera persona, le da una vuelta a la cerradura superior y tres a la penúltima, o sea, en orden inverso.
- Cuando entra la última persona, cierra la puerta y gira la ruedita del interior hasta que suene clac.
Capito?
La primera metida de pata fue ayer en la mañana, que salí antes que mi estimada casera y, distraída y un poco atontada por tomar pastillas para el resfrío, cerré la puerta como si no hubiera nadie en casa. Resultado: cuando la casera en cuestión quiso salir, se encontró atrapada en su propio deprtamento y tuvo que llamar a la vecina de piso y pasarle las llaves por debajo de la puerta para que la libere.
La segunda experiencia con dicha puerta ocurrió ayer, cuando regresé a casa, cansada, distraída y atontada, y cerré la puerta de un portazo, sin darle vuelta a la ruedita. Resultó que, a pesar del portazo, no la cerré, sino que quedó junta. Y bueno, mi pobre casera se dio cuenta de ello cuando volvió en la noche y encontró la puerta de casa (de SU casa, con SUS cosas adentro), abierta.
...
Me pregunto si habrá considerado botarme...
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