viernes, 23 de noviembre de 2007

Que relata dos vergonzosas experiencias con una puerta, ocurridas ambas en un lapso de menos de 24 horas

Debo aclarar, antes de exponer mis vergüenzas, que la puerta de casa es un artefacto complejo y contradictorio. Hacia el exterior, hay 5 ranuaras para llaves, a diferentes alturas, y sólo usamos 2. Hacia el interior, hay una ranura (que no coincide con las que usamos por fuera), un picaporte y una ruedita.

Funciona así:

- Cuando sale la primera persona (usualmente mi casera), simplemente cierra la puerta.
- Cuando sale la segunda y última persona (usualmente yo), le da tres vueltas al una llave en la penúltima ranura y una vuelta a otra llave en la cerradura de más arriba.
- Cuando entra la primera persona, le da una vuelta a la cerradura superior y tres a la penúltima, o sea, en orden inverso.
- Cuando entra la última persona, cierra la puerta y gira la ruedita del interior hasta que suene clac.

Capito?

La primera metida de pata fue ayer en la mañana, que salí antes que mi estimada casera y, distraída y un poco atontada por tomar pastillas para el resfrío, cerré la puerta como si no hubiera nadie en casa. Resultado: cuando la casera en cuestión quiso salir, se encontró atrapada en su propio deprtamento y tuvo que llamar a la vecina de piso y pasarle las llaves por debajo de la puerta para que la libere.

La segunda experiencia con dicha puerta ocurrió ayer, cuando regresé a casa, cansada, distraída y atontada, y cerré la puerta de un portazo, sin darle vuelta a la ruedita. Resultó que, a pesar del portazo, no la cerré, sino que quedó junta. Y bueno, mi pobre casera se dio cuenta de ello cuando volvió en la noche y encontró la puerta de casa (de SU casa, con SUS cosas adentro), abierta.

...

Me pregunto si habrá considerado botarme...

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