lunes, 26 de noviembre de 2007

Función (II)

Se pueden ennumerar dos ejemplos opuestos sobre lo que ocurre cuando cambia la función al interior de un edificio. Uno de estos ejemplos, cómo no, es de la época del Imperio Romano, el otro es contemporáneo.

Cuando Constantino derrotó a Majencio en el siglo VI d.C. y se proclamó emperador, uno de los cambios que introdujo fue el cristianismo, que dejó de ser una religión oculta y sus practicantes dejaron de ser perseguidos. Este hecho tiene consecuencias importantes en la arquitectura.

Hasta ese momento, los sitios de culto cristianos eran casas particulares de miembros importantes de la comunidad o galerías subterráneas (las catacumbas), es decir, edificios ya existentes que eran adaptados a las necesidades de los distintos ritos. Pero ahora que la religión era pública, la arquitectura religiosa podía salir también de la clandestinidad. El número creciente de cristianos hacía necesario pensar en edificios más grandes y la importancia de esta religión en las cortes de los emperadores, requería que dichos edificios tuvieran una cierta majestuosidad.

Fue así que se optó por utilizar las basílicas romanas como edificios de culto. Las basílicas, edificios de grandes dimensiones, longitudinales, de 3 o 5 naves, habían sido utilizadas como centros de comercio o intercambio por los romanos durante varios siglos. Con el cristianismo, se realizaron algunas modificaciones y el edificio se convirtio en iglesia.

Mismo edificio, cambio de uso (y de significado)

El ejemplo contemporáneo - salvando las distancias y permitiéndome una serie de licencias - es el correo.

En la actualidad, con la omnipresencia del Internet y la baja en los costos de las llamadas internacionales (por 5€
se puede hablar con cualquier país en Europa durante 250 minutos) han hecho que las cartas sean un fenómeno prácticamente obsoleto. La cantidad de oficinas de correos, por lo tanto, es innecesaria. Acá en Italia, y creo que también en Alemania y otros países europeos, se encontró que existía una buena red de locales equipados con su respectiva infraestructura, sin clientela. Edificios muertos.

Se creó entonces la Banca Postale. Es un banco, como cualquier otro, pero administrado por el correo. Los locales, entonces, conservaron sillas, mesas y mostradores, y se dedicaron a una función que requiere infraestructura similar a la de correos. Donde antes habían 5 ventanillas para recibir cartas y pequetes, ahora hay 4 dedicadas a Banca Postale, y una a la Posta propiamente dicha.

Mismo local, cambio de uso.

Al hablar de la historia de la arquitectura podemos referirnos a los edificios como objetos, y a los edificios como contenedores de funciones. La forma de las basílicas sufrió leves variaciones, pero conservó la mayor parte de su esencia. El uso, sin embargo, cambió drásticamente y, en este caso, el significado del edificio también. (No es lo mismo referirnos a un edificio de transacciones comerciales que a un lugar de culto, aunque actualmente, para muchos sea casi lo mismo)

Si quisieramos hacer una historia del local del museo de Orsay en Paris, que se centre sólo en la materia, hablaríamos de su construcción metálica como estación de tren y de las remodelaciones de 1970. Una historia que además hable de la función es indispensable para entender el edificio en su totalidad.

Imágenes: Gare d'Orsay, fines del siglo XIX; Musée d'Orsay, actualmente. (www.insecula.com)

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