"Este libro no aboga por una única teoría de la arquitectura, una cosmovisión omnicomprensiva que pueda dictar las formas a los arquitectos y explicárnoslas a los demás. Yo no creo que exista algo parecido a una receta universal para la buena arquitectura; incluso en épocas de una coherencia estilística mucho mayor que la nuestra, siempre ha habido multitud de maneras en las que los diversos arquitectos han decidido construir. Me emociona la mejor arquitectura de cualquier estilo y cualquier periodo [...]. La arquitectura adopta formas muy diferentes en las diferentes culturas, pero la naturaleza de nuestra experiencia en asuntos tan fundamentales como las proporciones, la escala, el espacio, la textura, los materiales, las figuras y la luz no es tan distinta como puede ser la apariencia de la propia arquitectura. Y es el esfuerzo por entender estas cosas básicas lo que más me interesa; mucho más, sin duda, que cualquier teoría, dogma o tradición cultural que defienda que hay una única manera aceptable de construir.
Al ser artistas, con frecuencia los arquitectos ven las cosas de un modo distinto; y está bien que lo hagan, pues probablemente eso contribuye a crear gran cantidad de obras, si creemos que existe un camino verdadero. Esas anteojeras que representa la teoría pueden resultar útiles, tal vez incluso esenciales, para los artistas en la creación dle arte. Pero no creo que ellos ayuden a todos los demás a apreciarlo y entenderlo.
[...]
Aunque hay muchos caminos para llegar al reino de los cielos de la arquitectura, esto no significa que no siga habiendo indicadores a lo largo del camino. Algo tiene que ayudarnos a distinguir el bien del mal. Algunos de esos indicadores son puramente estéticos: buena parte de las proporciones, por jemplo, se basan en la pureza de la llamada "sección áurea", ese rectángulo de aproximadamente 3x5 cuya relación entre altura y anchura resulta bastante agradable para la vista: ni demasiado cuadrada ni demasiado alargada. Podemos analizar hasta la saciedad esta y otras combinaciones que hacen que los edificios resulten agradables como objetos [...], pero tales análisis no nos llevarán muy lejos. En última instancia, la arquitectura - aunque puede alcanzar elevadas cimas estéticas - adquiere significado gracias al equilibrio entre las preocupaciones estéticas y las demás; debe entenderse como un conjunto de condiciones complejo y a menudo contradictorio en el que el arte trata de lograr cierta distensión con las realidades del mundo. La arquitectura siempre es una respuesta a unas limitaciones: los condicionantes físicos y financieros, o las exigencias de la función. Si se ve puramente como un arte o puramente como una actividad práctica, nunca se comprenderá realmente.
[...] El único modo de aprender es mirar, volver a mirar, y luego mirar un poco más. Aunque esto no garantiza que nos convirtamos en entendidos en arte - al igual que probar muchos vinos no convierte a nadie en un experto catador -, se trata del único comienzo posible y, en última instancia, de la parte más urgente de ese largo proceso de aprendizaje. [...]
Todo provoca cierta sensación; no solo las obras maestras, sino todo lo que existe en el entorno construido. El propósito de este libro es plantearse qué nos hacen sentir las cosas cuando las tenemos delante, cómo nos afecta la arquitectura tanto emocional como intelectualmente. Este libro no es una obra de historia de la arquitectura, ni una guía de los estilos, ni un diccionario de arquitectura, si bien contiene elementos de esas tres cosas. Su mensaje más importante - espero - es animar a los lectores a mirar y a aprender poco a poco cómo confiar en su propio ojo. Miremos en busca de lo esencial, no del detalle estilístico superficial. Pensemos en las intenciones, pero no seamos demasiado indulgentes en su favor, pues han sido el origen de más arquitectura mala que buena. Al igual que en el arte, las intenciones son necesarias, pero son un comienzo, no un fin en sí mismas. Cómo se convierten las buenas intenciones en ideas serias que, as su vez, inspiran la creación de formas construidas que son capaces de agradarnos o, mejor aún, de conmovernos: este es el tema del resto de este libro."
Goldberger, P. (2012) Por qué importa la arquitectura. Madrid: Ivory Press. pp 27-30
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"Paul Goldberger, an quien el Huffington Post ha llamado 'la figura principal de la crítica arquitectónica', es en la actualidad editor colaborador de Vanity Fair. Entre 1997 y 2011 fue el Crítico de Arquitectura del New Yorker, donde escribió la celebrada columna 'Sky Line' en la revista [...] Comenzó su carrera en The New York Times, donde en 1984 su crítica arquitectónica ganó el premio Pulitzer a Distinguished Criticism, el mayor galardón en periodismo." (www.paulgoldberger.com/biography).
La cita presentada es la introducción a su libro Why Architecture Matters. El mensaje explica de modo indirecto la postura del autor sobre la crítica arquitectónica y la importancia que le da a la misma.
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