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sábado, 9 de marzo de 2024

¡Gracias!

 El 07 de marzo, en el marco del Día Internacional de la Mujer, fui reconocida como Mujer Arquitecta 2024, en la categoría Arquitecta Académica, por el Colegio de Arquitectos del Perú.

Me animo a compartir mi breve intervención ese día:

Muchas gracias.

Estoy muy emocionada de estar aquí por muchísimas razones. 

Cuando me enteré de que tenía este reconocimiento pensé hay dos cosas que se están reconociendo acá: una tiene que ver con el rol de la mujer en la arquitectura. Yo creo que Gabriela lo ha resumido no solamente con datos, sino con esa maravillosa cita de Adolfo (Córdova). ¡Cómo extrañamos a Adolfo! Nos hace falta. 

Yo creo que, además, que hablar de academia en arquitectura es una maravillosa novedad. No porque los académicos no existiéramos, sino porque éramos los “no arquitectos del todo”. Y eso a mí siempre me molestó, desde chiquita. Creo que la gestión actual, la gestión anterior, se han preocupado por darle a la academia un lugar, darle a la investigación un lugar, darle a la docencia un lugar, porque finalmente, creo que vale decirlo, es en la academia, es en la docencia, es en las aulas donde se gesta la arquitectura. Por eso me parece especialmente emocionante representar esta categoría.

Y como vengo de ahí, tengo que dar fechas y un poco de historia. Gunta Stölzl era una joven arquitecta y diseñadora alemana. Nació en 1897. Fue una de las pocas mujeres en estudiar en la escuela de la Bauhaus. Se graduó en 1919 y se dignaron a contratarla como maestra en 1927. Una de las primeras mujeres que enseñó en una escuela de arquitectura. Enseñaba el taller de textiles – no podían alejarla mucho de las telas, ¿no? – pero digamos, era una maestra. Si googlean a Gunta Stölzl van a ver que la foto que tiene Wikipedia es una foto de su carnet de estudiante, en donde está su foto y dice “estudiante” y con lapicero ella tacha “estudiante” y pone “maestr0a”. 

Yo siempre me imagino a Gunta Stolzl cogiendo su papel el día que la contratan, que seguro tuvo que esperar cinco años o algo así, cogiendo su pluma y *tachando* “ahora soy Maestra”. Creo que esa es una imagen super poderosa y no es una imagen sencilla si es que sabemos de las historias que están detrás. 

Cuando yo estudié, muchísimos años después, por si acaso, entre el 99 y
el 2004, solo tuve una profesora mujer en talleres de diseño. De veinte profesores de talleres de diseño sólo una era mujer, en pleno siglo XXI: Elsa Mazzarri por supuesto, un gran referente de mujer arquitecta peruana. 

Sin embargo, yo creo que yo he sido sumamente afortunada: he tenido grandes referentes en mi vida y grandes referentes en mi carrera. Mi madre, mis abuelas, las amigas, las tías, las colegas. Soy afortunada y soy privilegiada. Yo creo que las que estamos aquí – y me atrevo a hablar un poquito por todas mis colegas – tenemos que ser conscientes del privilegio que implica haber llegado a donde hemos llegado porque no todas las mujeres son así de afortunadas. Y en ese sentido, también, ser conscientes de la responsabilidad que tenemos de estar en una plataforma que nos permite ser referentes. Y qué importante es eso. Porque por ahí hay una cachimba, por ahí hay una niña en el colegio queriendo ser arquitecta, una joven profesional que quiere ser desarrolladora inmobiliaria, que entra a una reunión en donde hay 10 hombres y es la única mujer, y tiene que tener una imagen mental que le diga “tú puedes. Coge tu lapicero, tacha, y di que eres maestra. Y date tu lugar.” 

¡Gracias! 

lunes, 16 de enero de 2023

¿ChatGPT nos va a quitar la chamba?

ChatGPT nos va a quitar la chamba... a menos que nosotros mismos la cambiemos.

ChatGPT es un sistema de chat basado en el modelo de lenguaje por Inteligencia Artificial GPT-3. Fue lanzado en noviembre de 2022. Sí, hace solo 2 meses. Y ya ha logrado poner nerviosos a muchos académicos, profesores e investigadores.

¿Qué hace exactamente? Está entrenado para conversar, tomando argumentos, ideas o respuestas de la Web. Hasta ahí, bastante inofensivo. Pero, con las preguntas adecuadas, ChatGPT puede redactar textos complejos, producir ensayos, cruzar información, traducir... en suma, hacerle la tarea a alguien.

¿Dónde nos deja eso a nosotros, profes universitarios? ¿Nos tendremos que volver una mezcla de policía y TurnItIn? ¿Haremos constante monitoreo a los estudiantes para comprobar que no lo usen?

Evidentemente, no.

Nos toca, una vez más, renovarnos. ChatGPT ha llegado para quedarse y a menos que nos pongamos las pilas, lo leeremos cada vez en los trabajos que nos entreguen los estudiantes.

Pero, ¿por qué no lo convertimos en un aliado?

¿Qué tal si, en lugar de proihibirlo, lo enseñamos en clases? ¿Y si los profes y los estudiantes lo exploramos juntos? ¿Si lo hacemos nuestro aliado, un nuevo colaborador, un asistente de cátedra?

¿Cómo exactamente? Aún no lo sé, pero será interesante explorarlo con mis estudiantes.



viernes, 13 de enero de 2023

Mentirle al profe

Esta primera semana de clases he pedido a mis estudiantes de 8° y 9° ciclo, que están en diferentes estapas del desarrollo de sus tesis, que me cuenten qué han hecho y qué les falta. Les pedí que fueran lo más honestos posible: el ciclo recién empieza y yo quiero ayudarlos.

He escuchado tres cosas que me llamaron la atención. 

La primera, una estudiante que me dijo que el ciclo anterior se sintió forzada a cambiar de tema de tesis "porque al profe no le gustaba el otro y no voy a contradecirlo".

La segunda, un estudiante que admitió haberse inventado datos porque si no lo hacía "me iban a decir que mi trabajo estaba incompleto".

La tercera, un estudiante que, al pedirle que investigue tesis pasadas, solo copió los abstracts de las mismas (estoy segura que ni siquiera abrió los archivos) y presentó eso. Tarea cumplida.

Aunque los tres ejemplos son bastante distintos, tienen algo en común: el profe no se percibe como un aliado. A veces, incluso, se percibe como un enemigo.

¿Cómo llegamos a esto?

En el primer caso, se trata de una idea anticuada del rol del profe. El profe dice, el estudiante hace. En algunas estructuras puede que esto aun tenga vigencia, pero en procesos tan personales como la elección del tema de tesis, esta verticalidad en la docencia nos lleva a estudiantes desmotivados con sus investigaciones y a la sensación de que hacer la tesis es una tarea más.

En el segundo caso, con el que es fácil identificarse, tenemos dos problemas. El primero, el que muchas veces las entregas no son otra cosa que un listado de requisitos con los que se tiene que cumplir. Consecuencia de esto, los profesores tenemos que revisar documentos que tienen cientos de páginas de extensión (resultado de esos requisitos) y no nos damos abasto para hacerlo... ¿pero es que alguna vez hemos cuestionado esos requisitos? El segundo problema es que el ambiente en la clase no ha permitido una conversación sincera en la que el estudiante plantee su problema (no tengo este dato) y el profesor proponga soluciones que vayan más allá de "tienes que conseguirlo o te jalo". No hay confianza, y esto afecta el desempeño.

El tercer caso es aún más común. El estudiante que hace la tarea "así no más", el mínimo indispensable para cumplir con lo que la profe dijo. Esto es, posiblemente, el resultado de 15 años de educación en los que las tareas se plantearon como una carga externa, algo completamente alejado de la vida del estudiante, que impide hacer las cosas que uno quiere. En muchos casos, no lo voy a negar, es así. Pero esta es la tesis, y la "tarea" fue diseñada para que ayude a los tesistas a encontrar la información que necesitaban. "¿De qué te ha servido hacer esto?" tuve ganas de preguntarle. A mí no me hace feliz; para él fue una pérdida de tiempo.

¿Cómo es que los profesores podemos convertirnos en aliados de nuestros estudiantes? ¿Cómo es que esos contenidos que tenemos que cumplir, expresados en los sílabos y en los planes de trabajo, pueden plantearse como parte de la vida, como herramientas, como conocimiento disfrutable? 

Es necesario que salgamos de la instrumentalización y de los roles estáticos en los que el profe manda y el alumno obedece, el profe pide y el alumno consigue, el profe indica y el alumno hace. Enseñar no es un checklist. Las tareas que proponemos y, sobre todo, la relación que apuntamos a crear con nuestros estudiantes tampoco debe serlo.

viernes, 4 de febrero de 2022

Debemos dejar de (enseñar a) construir

Hay una constante en gran parte de los proyectos que se desarrollan en los talleres de diseño.

Los estudiantes reciben un lugar, un terreno vacío (vacío en la realidad, o en la imaginación del taller). Y reciben, al mismo tiempo, el encargo de ocupar ese terreno. De construir en él. 

La ciudad imaginaria de la enseñanza de la arquitectura se puebla de obra nueva. Construcciones más o menos creativas, más o menos creables, presentadas en pliegos de papel, representadas en 3D y construidas con cartón.

Si fueran a hacerse realidad estaríamos hablando de miles de toneladas de materiales constructivos. Muy probablemente cemento. Tal vez ladrillo. En algunos casos puntuales madera o adobe. 

Al ser formados con estas premisas, naturalmente, los arquitectos entramos a nuestra vida laboral convencidos que esta es la ruta: debemos construir. Para eso nos formaron, y pocas cosas son más emocionantes en la vida de un joven profesional que recibir un primer proyecto. Que ver construidas, en carne y hueso (brick and mortar) ideas que algún momento fueron producidas por su imaginación.

Creo que estamos equivocados.

En favor a la construcción de obra nueva se podría argumentar el déficit de vivienda y de infraestructura. Según una publicación del Congreso en 2021, "Actualmente en el Perú existe un déficit habitacional de un millón 100 mil viviendas y más de mil 300 ciudades del país no cuentan con un plan de desarrollo urbano". La falta de adecuada infraestructura urbana, hospitalaria y educativa es, del mismo modo, evidente.

Sin embargo, el énfasis en la construcción de obra nueva nos impide ver dos realidades en simultáneo.

Por un lado, la existencia de edificios ya construidos que por razones legales, económicas o administrativas han quedado desocupados. Con intervenciones puntuales, estos cadáveres urbanos podrían tener una vida útil que, ciertamente, no solucionará el déficit, pero si contribuiría a disminuirlo.

Las intervenciones puntuales sobre lo ya construido, muchas veces de bajos recursos, han demostrado tener impacto positivo, tanto a escala barrial como al interior de los edificios. Significan ahorro. Inyectan vitalidad a zonas de la ciudad que dábamos por perdidos.

La segunda realidad tiene que ver con la crisis climática. Según un informe de Architecture 2030, la industria de la construcción es responsable del 28% de las emisiones de CO2 globales; la creación de nuevos materiales representa un 11% adicional. En pocas palabras, al hacer obra nueva, los arquitectos, ingenieros, y profesionales del sector construcción, somos responsables de casi 40% de las emisiones del CO2 mundiales. En palabras de Marina Tabassum "consumimos más cemento que comida, y esa es la realidad".

Con esas cifras, de poco sirve ser vegetariano y no usar cañitas de plástico.

Regresemos a la enseñanza de la arquitectura. 

¿Es ético enfocar la formación de futuros profesionales hacia acciones que tienen un impacto tan nocivo para nuestro planeta?

Por supuesto, no toda la formación en arquitectura se dirige a obra nueva. Son notables los ejemplos de adecuaciones a nuevos usos, y los proyectos de fin de carrera que permiten evaluar la creatividad de los estudiantes. Una de las lecciones que nos ha dejado la pandemia es que se puede desarrollar un taller de diseño sin necesidad de imprimir decenas de planos o de invertir dinero en cartón que, básicamente, será desechado luego de la entrega final.

¿Qué tipo de arquitecto formaríamos, qué tipo de arquitectura se produciría, si estos ejemplos fueran la norma y no la excepción?

viernes, 1 de mayo de 2020

La ciudad post-COVID: una fantasía compartida

Lo entiendo, estamos un poco aburridos.

Y angustiados. Bastante angustiados.

Y necesitados de un mundo mejor. Aunque sea imaginario.

Y si lo imaginamos en grupo, puede que sea más divertido. Como cuando un niño y sus amigos empiezan a construir un planeta en el espacio, con dinosaurios, dragones, Iron Man, mantas y carritos.

Necesitamos creer que estamos en control de la situación, o que lo estaremos cuando se dé esa esperada, mítica y dilatada fecha: cuando acabe la cuarentena.

Es así que muchos arquitectos se subieron a la combi post-COVID.

¿Cómo será el mundo post-COVID? ¿Cómo será la vivienda del mañana? ¿La ciudad? ¿La movilidad? ¿Las relaciones sociales?

Todas son preguntas importantes, loables, y, en muchos casos, la presión de la prensa nos fuerza a tratar de responderlas. 

Pero ya basta.

No estamos listos para responder las preguntas porque la única respuesta real, en un mundo completamente carente de certezas es "no lo sé".

O, me corrijo, las posibles hipótesis que apunten a respuestas reales podrían partir - como lo han hecho algunos artículos recientemente publicados - de una evaluación de nuestra historia y de lo que ya conocemos. Epidemias pasadas, propias y ajenas; errores de planificación o de ejecución; diseños de espacios en la historia; manías recurrentes de nuestra sociedad. 

Las posibles respuestas podrían estar en volver a recorrer los caminos que nos trajeron hasta aquí y tratar de encontrar los puntos débiles. Tal vez de observar, con atención científica (es decir, sin opiniones ni conclusiones apresuradas) lo que está sucediendo hoy. No mañana. Mañana no existe.

¿Pero qué tiene de malo imaginarnos un post-COVID? ¿Por qué no hacerlo? ¿No sería una adecuada preparación?

Si el imaginarlo nos calma las angustias, no no tiene nada de malo. Si nos prepara para posibles escenarios futuros, por supuesto, es necesario.

Lo que me preocupa es que son muy pocas las reflexiones de ese tipo. 

Asistimos a webinars, conversatorios via zoom, videos, textos, con arquitectos que, desde su sala, o mejor aún, desde su biblioteca, repiten frases trilladas, perogrulladas. Ganamos likes y 5 minutos de fama.

Pero el problema es que hay gente que se lo cree; que va a pensar que, desde la comodidad de mi hogar y a través de la libre asociación de ideas, estoy en grado de dar soluciones respetables a problemas tan complejos. Problemas que, además, vienen incubándose desde hace décadas, si no siglos. 

Es una actitud irresponsable, que socava los pocos logros de la investigación científica en arquitectura y otras disciplinas afines. En el marco del figuretismo, las verdaderas reflexiones que podrían conducirnos a posibles respuestas realistas, se pierden. 

Así como la sobre información nos empieza a anestesiar hasta la indiferencia frente a lo que verdaderamente debería llamarnos la atención, el exceso de opinólogos nos está saturando, y eventualmente puede suceder que las soluciones facilistas reemplacen la investigación futura.

Fuente: https://www.clipart.email/clipart/
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Conversemos y tratemos de calmarnos juntos. Démonos abrazos virtuales a través de una pantalla y juguemos a ser colonizadores de un nuevo planeta, con dinosaurios y dragones. Pero seamos conscientes de que no pasa de ser eso. Lo que ofrecemos no son verdades, sino una fantasía compartida.

Un juego.

lunes, 1 de abril de 2019

9 cosas que aprendí sobre cómo sobrevivir en academia (M. R. Holman)

"¡Hoy es el 9no aniversario de mi sustentación! Para honrar ese gran día / malísimo documento, aquí presento las 9 cosas que he aprendido sobre cómo sobrevivir en academia desde entonces:

1. Sé caritativo contigo mismo y con los otros.
Se amable contigo mismo. Cree en lo mejor de las personas. Perdona errores, incluyendo los tuyos.

2. ¡Estúdiate! ¡Somos académicos! Tenemos las herramientas para entender el comportamiento de otros, podemos aplicarlas a nuestro propio comportamiento.
Averigua qué te hace trabajar... y qué te desmoraliza.

3. Tenemos opciones respecto a cómo pasamos el tiempo.
Pasa tu tiempo haciendo cosas que no odias. Minimiza el tiempo que pasas haciendo cosas que odias.

4. Un objetivo sin un plan es sólo un cuento de hadas.
¿Quieres presentar un artículo este mes? ¡Averigua CÓMO vas a hacerlo y lleva ese plan a la acción!

5. Las comparaciones son ladronas de la dicha.
No mires a alguien más en academia y pienses: mi trayectoria nunca va a ser eso. ¡No lo será! Porque somos todos únicos, fantásticos académicos que producimos nuestras propias cosas en nuestro propio modo.

6. No puedes devolver los favores que te han hecho, pero puedes retribuirlos.
Trabaja activamente para hacer de la academia eso que tu quieres. Apoya a otros. Recuerda cuando la gente fue gratuitamente generosa o amable y extiende eso a alguien que lo necesite.

7. Sé amable.
Nunca me he arrepentido de haber sido amable con alguien. Definitivamente me he arrepentido de ser antipática. No seas antipático.

8. Llena tu círculo de personas hábiles y capaces (badasses) y luego convierte ese círculo en herradura.
Encuentra a tu gente en academia y luego encuentra a más de esa gente y dales la bienvenida, y haz espacio para más y más hasta que tu gente esté en todos lados.

9. Sé tú. Haz tus propias cosas. Sé tu prioridad.
No te escondas. Haz eso que te hace estar vivo. ¡Y coloca primero a ti mismo, a tu salud, a tu felicidad, a tu magia y a tus proyectos!"

Holman (2019, March 25) "Today is the 9th anniversary of my dissertation defense!" [Twitter thread]. Retrieved from https://twitter.com/prof_mirya/status/1110179135228383232?s=19
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