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martes, 5 de mayo de 2015

Se hizo historia (otra vez)



En una reciente conversación, Wiley Ludeña lo confirmó. El grupo de estudiantes de arquitectura parado afuera del colegio de arquitectos el pasado miércoles 29 de abril hizo historia. Exigían un pronunciamiento enérgico, que represente no una ideología política, sino el conocimiento técnico que, como gremio, tenemos. Querían, en suma, una institución que se haga sentir dentro de una coyuntura compleja de la que nuestra ciudad está saliendo perjudicada.

Nuevamente, y a la par de los conversatorios abiertos y la difusión de ideas, arquitectura y urbanismo, la nueva generación de futuros arquitectos está dando cátedra en más de un sentido.

Algunas fotos y afiches, tomados de las páginas de Facebook de la Unión de Estudiantes de Arquitectura de Lima y de Jocelyn Cueto.

Más información aquí y un excelente artículo como para reflexionar, aquí.











   


viernes, 24 de abril de 2015

Hoy se hace historia

"Porque la política es siempre un descubrimiento, y porque la primera decisión política - en cualquier actividad de teoría, historia y crítica del arte y la arquitectura - radica en lo que se visibiliza y en lo que se ignora, en lo que se promueve y en lo que se oculta, en lo que se dice y en lo que se calle y a quién se silencia." - Montaner, J. M. & Muxí, Z. Arquitectura y Política
Separados de partidos políticos y alianzas artificiales, desde el jueves pasado un grupo de jóvenes arquitectos y estudiantes ha empezado a hablar de ciudad. No entre ellos - no sería raro - si no con "los otros": vecinos, transeúntes, gente de otras profesiones, con quienes comparten ideas sobre arquitectura y urbanismo, en palabras simples y con muchas ganas de escuchar.

El detonante fue evitar la construcción del bypass de 28 de julio. 

Sin embargo, lo que está sucediendo trasciende lo circunstancial. Hoy, el grupo de jóvenes arquitectos, cada vez más grande, va a ir más lejos. Van a seguir hablando y seguir escuchando, ya no tres o cinco, sino más de 40 (hasta el momento). En distintas partes de la ciudad se va a hablar de arquitectura y de urbanismo; se va a explicar por qué el peatón es mucho más importante que el carro, por qué la ciudad necesita de espacios públicos, por qué nosotros somos quienes tenemos que decidir.

Desde la década de los 40, con la agrupación Espacio, la arquitectura y el urbanismo no habían estado tan presentes en el debate cotidiano de los ciudadanos. Nunca antes esto había pasado por iniciativa de estudiantes. De esos "pulpines" que los gobiernos hacen mal en ignorar.

Son estudiantes que no esperan a los grandes arquitectos (esos a los que les gusta insultar o despreciar), a las asociaciones o al CAP para saber qué es lo correcto y que es lo que se debe hacer.

Esos estudiantes, hoy, van a hacer historia.



lunes, 13 de abril de 2015

Ciudadanía construida

Dentro de los muchos artículos que se están escribiendo en contra de los planes, reformas y arbitrariedades del actual alcalde de Lima, hay uno de Rosa María Palacios que me gustó mucho. Titulado "¿Por qué debe preocuparse Castañeda?", el artículo plantea una idea interesante: la de construcción de ciudadanía a través de espacios públicos.

Es una pregunta válida. ¿Hasta qué punto un espacio público - una plaza, un parque, una alameda, la calle - puede construir ciudadanía? ¿A qué ciudadanía nos estamos refiriendo?

www.puntosdecultura.pe
Quiero creer que se trata de la toma de consciencia por parte de los habitantes de Lima sobre su propia importancia y su propia voz. El alcalde no es ni debe ser un dictador. Los proyectos no son ni deben ser arbitrarios. Los estudios de factibilidad no son pérdidas de tiempo ni de recursos, sino agentes indispensables que nos garantizan que nuestro dinero no está siendo despilfarrado. Quienes administran nuestro espacio tienen el deber de informarnos cómo lo están haciendo, de consultarnos si nos parece adecuado y de ofrecernos alternativas.

Ojalá Palacios tenga razón y algo del espíritu de ciudadanía de la gestión anterior haya calado en nosotros. Ojalá que nos haya hecho conscientes de nuestra propia voz. Es nuestro transporte público, nuestra cultura la que se manifiesta, nuestro río, nuestro tránsito, la contaminación que nosotros respiramos y las áreas verdes que nosotros no tenemos. La ciudad es nuestra. Hagámosla nuestra. Hablemos. Critiquemos. Protestemos. Pintemos. Marchemos.

...

[Pd: Lucho, tú no haces las obras. Tu partido tampoco. Las hace nuestro dinero.]

viernes, 18 de abril de 2014

No, no, y mil veces no

Apareció en mi Facebook esta imagen.

"Esperemos que un día yo pueda ser un diseño libre"
"Mientras haya clientes, nunca seremos libres"

Sería genial que fuera una parodia, pero me temo que quien la dibujó lo hizo en serio. O sea, que es alguien que cree que, en arquitectura, los clientes nos quitan la libertad.

¿¿QUÉ??

Son tantos los argumentos que aplastan esta idea que escribirlos es casi banal. Redundante. Obvio. Pero, por otro lado, si aún existe alguien que pueda creer eso, tal vez no esté de más contestarlo.

Me voy a quedar con tres palabras: libertad, diseño y clientes; y con un concepto: nosotros. Y voy a pedir una mano a algunos grandes nombres de la arquitectura, sólo como para enfatizar.

¿Qué es la libertad en la arquitectura?

“Si tienes libertad total, entonces estás en problemas. Es mucho mejor cuando tienes alguna obligación, alguna disciplina, algunas reglas. Cuando no tienes reglas, entonces empiezas a construir tus propias reglas.” (Renzo Piano)

¿Qué tiene de malo construir nuestras propias reglas? Básicamente, que nada garantiza que estas respondan adecuadamente al contexto, al encargo y a las necesidades del cliente. Nuestras preferencias personales se convierten en arbitrariedades que fuerzan a los verdaderos usuarios del edificio a una constante incomodidad.

“Un buen edificio crece natural, lógica y poéticamente a partir de sus condiciones.” (Louis Sullivan)

Si entendemos libertad por “hacer lo que uno quiera”, estamos cayendo en un típico error de inmadurez. Filósofos, sociólogos, antropólogos y, por qué no, teólogos de distintas procedencias, han escrito largo y tendido sobre los significados de la libertad. Basta con decir que toda libertad implica el ejercicio del libre albedrío dentro de ciertos límites impuestos por la naturaleza, la sociedad, la geografía, y un largo etcétera.

“He aquí una de las pocas claves efectivas para el problema de diseño – la habilidad del diseñador de reconocer la mayor cantidad de constreñimientos posibles – su disposición y entusiasmo para trabajar dentro de estos constreñimientos – los constreñimientos de costo, de tamaño, de fuerza, de balance, de superficie, de tiempo, etc.; cada problema tiene su propia lista particular.” (Charles Eames)

Los “pies forzados” no son sino oportunidades para que el arquitecto, el buen arquitecto, explote su creatividad y haga del proyecto algo memorable. Un gran arquitecto es quien hace buena arquitectura no “a pesar de” sino “a partir de” los límites impuestos por el proyecto y, por supuesto, el cliente.

¿De qué trata el diseño arquitectónico?

“Es un oficio de servicio, porque la arquitectura es servicio. La arquitectura es un oficio complejo porque el momento expresivo formal es […] un momento de síntesis, fecundado por todo aquello que está detrás de la arquitectura: la historia, la sociedad, el mundo real de las personas, sus emociones, sus esperanzas y expectativas; la geografía y la antropología, el clima, la cultura de cada lugar donde vas a trabajar; y además la ciencia y el arte.” (Renzo Piano, 2000)

Dentro la clasificación de las artes, Hegel hizo una distinción fundamental en la que existen artes más puras que otras. Arquitectura es el arte más impuro, porque depende, precisamente, de los constreñimientos ya mencionados. A diferencia de la música, que sólo requiere de alguien que la ejecute, la arquitectura tiene aspectos materiales, sociales y funcionales que pueden atentar contra esa mal llamada libertad. Pero que son la esencia de su ser. El edificio debe servir a algo, debe tener un propósito, una razón de ser. Y el diseño arquitectónico trata, precisamente, de dar un contenedor a este contenido básico e indispensable.

“La arquitectura debe extender ‘el delgado límite’, persuadirlo de volverse un campo – un campo articulado in-between. Su trabajo es proveer este campo in-between a través de la construcción. Es decir, proveer, desde la casa hasta la escala urbana, un montón de lugares reales para gente real y cosas reales (lugares que consoliden, en lugar de contrarrestar, la identidad de su significado específico)” (Aldo van Eyck, 1968)

Sin el ser humano, sin la identidad, sin el lugar ocupado, usado y, muchas veces, sucio y gastado, la arquitectura se vuelve una escultura vacía y sin significado. Una ruina sin haber sido estrenada.

¿Quiénes son los clientes?

La razón de ser de la arquitectura.

Si el arquitecto cree que diseña para sí mismo, debería contentarse con hacer su propia casa y esperar ganarse la lotería. Porque nadie más que él mismo estará satisfecho con este tipo de aproximación. El arquitecto es un profesional al servicio de las personas, tanto como lo puede ser un psicólogo o un médico.

“La presión que un cliente carga sobre un proyecto te hace destilar tus ideas. Es como una prensa de aceitunas, que se enfrenta a la resistencia y destila el aceite.” Daniel Libeskind

La función, las preferencias formales, los cambios de opinión y la evolución de los edificios en el tiempo, son todos partes esenciales de nuestro quehacer. Sin estos factores, simplemente, no hay arquitectura.

“La mayor satisfacción, creo, es cuando un edificio se abre y el público lo posee, y cortas el cordón umbilical y lo ves tomar su propia vida. No hay mayor satisfacción.” (Moshe Safdie)

Nosotros y ellos

Y, finalmente ¿por qué seguimos empeñados en ampliar esa brecha que nos separa (we) de la gente a quien deberíamos servir? Mientras los arquitectos planteemos nuestra profesión en términos de “ellos y nosotros” o, peor aún, de “ellos vs. nosotros”, lo que produzcamos será un fracaso.

Hay demasiada arrogancia en la arquitectura, heredada de los tiempos en los que sólo trabajábamos para poderosas iglesias y reyes, y consolidada con los aspectos más nocivos de la modernidad. Las últimas décadas, sin embargo, han demostrado que esta brecha nos ha llevado a más problemas que soluciones. Necesitamos humildad, con mucha urgencia.


Referencias: 

Dushkes, L. S. (2012). The Architect Says. Quotes, Quips and Words of Wisdom. New York: Princeton Architectural Press.
Frederick, M. (2007). 101 Things I Learned in Architecture School. Massachusetts: The MIT Press.
Jencks, C., & Kropf, K. (. (2006). Theories and Manifestoes of Contemporary Architecture. London: Wiley-Academy.
Piano, R., & Cassigoli, R. (2000). La responsabilità dell'architetto. Firenze: Passigli Editori.

viernes, 29 de marzo de 2013

Oda a una bicicleta


Por cerca de tres años fuiste fiel compañera. Casi tan terca como yo, te atreviste a viajar “donde nadie ha llegado antes” y no opusiste resistencia a ninguno de mis osados periplos urbanos. Buenos frenos, buenas llantas, un poco pesada sí que eras, pero en fin, muy buena onda.

Considerando que estabas en oferta cuando te compramos, y toda la cantidad de plata que me ahorraste en taxis y combis, fuiste una muy buena inversión.

Y si recuerdo la sensación del viento al manejar sin manos por la ciclovía de Salaverry, fuiste mucho más valiosa que todo eso. Priceless.


Ambas salimos airosas de nuestro momento arduo, cuando terminamos de modo aparatoso en el piso luego de una mala maniobra de mi parte. Sólo se abollaron mi rodilla y tu canastita, que pensaba cambiar uno de estos días, porque eso de andarla sujetando con un pedazo de bolsa de plástico negra no era muy digno que digamos. Pero el punto es que resistimos.

Quiero pensar que alguien dispuesto a robar una bicicleta casi completamente oxidada, con la canastilla severamente rota y el asiento más incómodo del planeta, era alguien que tenía una desesperada necesidad de tener una bicicleta.

Quiero creer que tu ciclo de vida continuará, glorioso, y tal vez serás parte sustancial de la vida de un repartidor – al más puro estilo de Ladri di biciclette –, o llevarás a alguien a la chamba. Si es así, consideraré todo esto como el paso a otra etapa.

Pero, si como me temo, el que te robó hoy del parqueadero del Centro Cívico es un vulgar ladrón en serie que te venderá por partes en Emancipación, como una más de las tantas bicicletas que probablemente roba cada semana, no tengo consuelo posible.

Sin embargo, sí quisiera decir algo. A ti, mugroso choro de bicicletas con el polo de Bembos: ¡Que se te caigan todos los dientes menos uno y que a ese uno le salgan caries!

sábado, 10 de noviembre de 2012

Carta de un estudiante de arquitectura

Publicada en Hic et Nunc. 

"[...] Como digo son ya tres años de carrera y gracias a ellos he empezado a saborear la esencia de la arquitectura; veo el mundo distinto y, para mal o para bien, el mundo me ve distinto a mí. La mayoría de los que leeréis esta carta seguramente seréis arquitectos y bien me comprendéis si os hablo de largas noches de entrega, de profesores con el ego desbocado, de los planes que realizan mis amigos de otras facultades y que, ya, ni se molestan en contarme. Pero no quiero hablar de ello; hoy quiero quejarme. Sí ¡leches! quejarme por la desconexión de la escuela con la realidad. La universidad es como un inmenso elefante, cuyos movimientos son lentos, lentísimos, y no se recicla de ninguna manera. Algunos diréis que la universidad no tiene que estar a expensas del “mercado”, pero esto ya se pasa de castaño oscuro.

También es cierto que, dentro de ella, tenemos la suerte de tener profesores, sobre todo jóvenes, que nos tratan con respeto y que nos ilusionan con sus asignaturas. Éstos, por lo que nos cuentan, tienen un pie dentro y otro fuera; están pendientes de rollos de certificaciones académicas y no sé que historias. De esta forma, no son los mejores profesores los que tienen el puesto asegurado; sorprendentemente, por lo menos para mí, son los que peor lo hacen ¡De locos! Éstos últimos viven en su torre marfil, inmunes a la realidad y a la crisis, pensando que todo puede seguir siendo como fue.

[...] Quizás, peque de ingenuidad, pero es lo que toca con mi edad, pensar que puedo, que podemos, cambiar el mundo. La arquitectura es un servicio y yo soy un servidor. Algo más grande que yo está en marcha y quiero formar parte de ello.

eaharquitectos.com
Tal vez, muchos de vosotros dejasteis de soñar, pero no es justo que yo no tenga derecho a seguir soñando. Porque esta es, a pesar de todo, una carrera de sueños. Sueños encontrados y sueños por encontrar. Un mundo mejor es posible y la arquitectura tiene mucho que decir en todo ello.

También es cierto que soy de otra generación; soy un nativo digital. [...] Cuánta información disponible en la red que aumentaría mi conocimiento a un solo click de distancia. La red podría ser la extensión infinita de las limitadas pareces de mis clases. Existen miles de posibilidades de completar nuestra formación, por ejemplo, con una sencilla comunidad digital que nos ayudara a que los alumnos colaborásemos entre nosotros.

Con ello, no digo que lo más importante sea el entorno digital; nada de eso, sé perfectamente que la magia de la arquitectura se transmite cara a cara, y todavía mejor entregándome a las lecciones que la propia arquitectura, en vivo y en directo, nos brinda. Soy consciente de ello, pero hibridar ambos mundos es posible y además muy barato ¡perfecto para los tiempos de crisis!

Sin embargo, en vez de animarnos a colaborar entre nosotros, se siguen empeñando en enseñarnos a competir. Los codazos y los enchufes serán el pan nuestro de cada día en el “mundo real”, pero yo quiero un mundo más humano en el que las sinergias sean ese alimento de cada día. Tantas cosas… y seguro que pensareis tanta inocencia!!

Aun así, seguiré soñando con una escuela sin profesores subidos en la tarima, soltándonos chapas de dos horas sin descanso. Seguiré soñando con profesores que me hablen de los mejores blogs de arquitectura en vez, del Croquis y demás. Seguiré soñando con trabajar como arquitecto, sin tener que ser por fuerza un falso autónomo; si para ello tengo que irme a la China, pues, muy a mi pesar, me iré. Seguiré soñando con profesores que además de ser buenos arquitectos, sean buenos docentes y consignan ilusionarme hasta si me hablan de los límites de Atterberg!

Quizás sea mucho soñar, pero si no sueño muero."

Leer la carta completa.

Gracias a José Cepero por compartir.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Work Song / Canción de trabajo

Frank Lloyd Wright, Oak Park Studio
"I'll live
As I'll work
As I am!
No work in fashion for sham
Nor to favour forsworn
Wear mask, crest or thorn
My work as befitteth a man
My work
Work that befitteth the man.

I'll work
As I'll think
As I am!
No thought of fashion or sham
Nor for fortune the jade
Serve vile gods-of-trade
My thought as beseemeth a man
My thought
Thought that beseemeth the man.

I'll think
As I'll act
As I am!
No deed in fashion for sham
Nor for fame e'er man made
Sheath the naked white blade
My act as becometh a man
My act
Acts that becometh the man.

I'll act
As I'll die
As I am!
No slave of fashion or sham
Of my freedom proud
Hers to shrive, guard or shroud
My life as betideth the man
My life
Aye! Whatever betideth the man."

000

¡Voy a vivir!
Como voy a trabajar
¡Como soy!
No trabajo en moda o para pretender
Ni para favorecer al perjuro
Use máscara, escudo o espina
Mi trabajo como apropiado al hombre
Mi trabajo
Trabajo que es apropiado para el hombre

¡Voy a trabajar!
Como voy a pensar
¡Como soy!
Ningún pensamiento de moda o pretensión
Ni para la fortuna del jade
Servir a viles dioses del comercio
Mi pensamiento como digno al hombre
Mi pensamiento
Pensamiento que dignifica al hombre.

¡Voy a pensar!
Como voy a actuar
¡Como soy!
Ninguna obra en moda para aparentar
Ni para la fama que algún hombre hiciera
Desenvaina el arma blanca y desnuda
Mi acto como conviene al hombre
Mi acto
Acto que conviene al hombre.

¡Voy a actuar!
Como voy a morir
¡Como soy!
No un esclavo de la moda o de las apariencias
Orgulloso de mi libertad
Para redimirla, cuidarla o cubrirla
Mi vida como le ocurre al hombre
Mi vida
¡Sí! Lo que sea que le ocurra al hombre.

Wright, Frank Lloyd (1896) "Declaration of Independence. T-square and Triangle Verses." Oak Park Workshop. En: Conrads, Ulrich (1964 [1960]) Programs and manifestoes on 20th-century architecture. Cambridge: MIT Press.

miércoles, 2 de febrero de 2011

... esos arquitectitos de gustos grises

La frase fue elegida de entre el arsenal de opiniones que se puden encontrar en El Comercio. A raíz de la avalancha de protestas, manifiestos, convocatorias y eventos que han inundado el Facebook y otros espacios en los últimos tres días, dicho periódico ha publicado una nota.

Lo interesante no es la nota en sí, sino sus comentarios. Vale la pena darse un tiempo para leerlos, aquí coloco sólo algunas muestras.

"Esta muy bien que lo pinten, el cemento esta horrible todo manchado del monóxido de los autos, al contraro se va realzar la arquitectura con la pintura!!"
"La fachada se veía fea."
"Yo particularmente DETESTO esas obras arquitectonicas todas marrones, de puro cemento... me parecen TERRIBLES para una ciudad gris como LIMA."

Antes que alguien diga que esto es sólo muestra de la ignorancia de la gente, diré que sí, que hay mucho de eso. Pero insisto, ¿qué estamoshaciendo nosotros, los que "sabemos", por contrarrestar esta supuesta ignorancia? Manifestaciones y manifiestos, cartas y firmas.



Y la gente se sigue preguntando qué es brutalismo y qué tiene de malo pintar un edificio gris de blanco.

En la descripción de alguno de los exentos de los próximos días, se habla de explicar qué está pasando, megáfono en mano. Creo que es un excelente punto de partida: tomar un megáfono, pararse en algún lugar más o menos alto y explicar, en lenguaje claro y simple, a todo el que esté pasando por ahí, por qué es que este edificio es importante y por qué es que se considera que está mal pintarlo de blanco.

Y ya que estamos en el tema, ¿qué tal organizar un par de conversatorios, abiertos, coloquiales, y dirigidos al "público en general", sobre este y otros temas de nuestra modernidad arquitectónica?

Aprovechemos esta oportunidad, el dialogo está en nuestras manos.


(Antes que PetroPerú, el Acuerdo de Cartagena, Diners Club, el banco Central de Reserva, el banco Continental de Emancipación, el Aropuerto de Cusco y otros, tambén sean pintados y/o cubiertos de planchas de colores)

Imagen: Petroperú, Arana/Webehoffer, 1967-70
(Foto: Rodrigo Córdova)

lunes, 31 de enero de 2011

Nosotros pintamos el Museo de la Nación

Nosotros somos los responsables de la remodelación del edificio del Banco Continental. Nosotros elegimos cubrir el Centro Cívico de planchas de aluminio que imiten el color del concreto original. Nosotros permitimos las remodelaciones de la Clínica Ricardo Palma. Nosotros vamos a derribar el ex Colegio San José de Cluny.

Tú, yo, cada uno de los miembros del CAP, cada uno de los agremiados y cada uno de los estudiantes y profesores de las facultades de arquitectura. Nosotros somos los responsables, los únicos responsables.

Y no somos responsables por no haber podido impedirlo; tampoco por nuestros pequeños e inútiles gritos de protesta, que no parecen llegar a ningún lado. Somos responsables de la causa inicial de todas estas intervenciones: somos responsables del anonimato de nuestra arquitectura.

Porque, seamos honestos, fuera de determinados círculos académicos y fuera del gremio, ¿quién sabía cuál era la importancia arquitectónica del Museo de la Nación (antes Ministerio de Pesquería)? ¿Alguien alguna vez oyó la palabra "brutalismo"? ¿A alguien le importó?

No. Y de nada sirve culpar a "la ignorancia de la gente" en términos tan absurdamente genéricos.

La culpa es nuestra. Es de quienes sí tenemos respuestas a esas preguntas pero no nos molestamos en compartirlas con nuestra comunidad. Y a la comunidad no le importa, porque la brecha existente entre ellos y nosotros (partiendo del hecho de expresarnos en términos de "ellos" y "nosotros") es demasiado amplia. Los arquitectos nunca nos hemos preocupado de llegar a la gente. Somos el demiurgo, el creador, el inventor, el creativo. Nunca el nexo, la conexión, el diálogo, el profesional al servicio.

Si el arquitecto nunca se ha preocupado por acompañar al ciudadano común en el descubrimiento de su ciudad, si nunca ha escuchado, si en lugar del diálogo ha optado por el monólogo, entonces no tiene derecho alguno a quejarse, si es que ese ciudadano común, ignorado (y por ende, ignorante), decide actuar sobre algo cuyo significado no nos hemos molestado en explicar.

Si no nos ha interesado compartir lo que hacemos, "difundir" (si queremos usar una palabra de moda) en qué consiste la arquitectura y cuándo ésta es buena, si imponemos nuestras ideas sin explicarnos y nos topamos con indiferencia, es sólo culpa nuestra.

Es, arquitectos, nuestra culpa. Nosotros estamos pintando el Museo de la Nación. Y nos está quedando feo.

Foto: Jannelyn Valverde, VentanAbierta.
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