viernes, 9 de diciembre de 2016

Los tres peores tipos de profesor de taller que te puedes encontrar en las universidades peruanas y cómo combatirlos (M. Monge)

Por Marco Monge Jiménez, segunda Mención Honrosa en el Primer Concurso Nacional de Crítica Arquitectónica.

Publicado en ArchDaily el 5 de diciembre de 2016.

"[...] Puesto n°3 – La Estrella

Muchos creerían que tener un starchitect como profesor del taller de diseño es equivalente a ganarse la lotería. Nada más alejado de la realidad. Si bien el starchitect es casi siempre la mejor opción dentro del abanico docente, algunos pueden ser unos verdaderos “flautistas de Hamelín”. La lógica comercial dentro de la que se mueven, los obliga, en la mayoría de casos, a construir un discurso personal que diferencie su producción con la de sus competidores y por consecuencia a inventarse una visión personal (y arbitraria) de la arquitectura, con la que venden y se venden. Son, antes que arquitectos y docentes, una marca. [...]

Puesto n°2 – El Groupie

[...] su existencia es solo posible por la deplorable calidad educativa de este país, donde se permiten escuelas como sucursales de hamburgueserías y donde a falta de profesores, buenos son la “hinchada” de exalumnos. Es en aquel escenario donde a recién egresados sin experiencia alguna se les asignan cátedras para las que evidentemente no están preparados. Con el único mérito de ser el alumno preferido del decano de turno, del director de escuela, o miembro vitalicio del partido de estudiantes gracias a haber permanecido en la universidad el tiempo suficiente como para terminar la carrera dos veces. Habiendo, sin lugar a dudas, egresados con mejores cualidades, son a estos a quienes ponen a dirigir talleres. [...]


Imagen del autor
Puesto n°1 – El Último Recurso

 Muchos años después, pasada la euforia de la juventud y habiéndose chocado innumerables veces con la realidad que les hizo darse cuenta que no llegarán a ser como sus ídolos, se construye aquel personaje que lidera la escoria docente. No se abrió al debate, no permitió posibilidades distintas, y muchos años después solo le quedó ser profesor. Enseñar es su último recurso. Es tal su frustración que lo único que hace es el mínimo indispensable para que no lo boten. Enseña poco, por no decir nada, pasa la mitad de la clase en el café y puede tener la misma diapositiva tres o cinco años sin modificación alguna. ¿Pero, por qué sigue allí? Por el dinero, no sabe hacer otra cosa y la paga no está mal."

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