sábado, 1 de diciembre de 2007

Entrada nostálgica que trata sobre el espíritu navideño y los recuerdos

Luego de divagar sobre la ciudad en la que estoy y sobre la arquitectura, creo que hoy, primero de diciembre, me toca ponerme un poquito nostálgica.

En esas feas pasadas que nos juega en Winamp cuando está en aleatorio, en este momento estoy escuchando Oh du Fröliche (típico villancico alemán). A penas empezó a sonar, juro que pude oler el pino de las coronas de adviento y los conitos que van dentro de los "fumadores", aunque hace varios años que no los prendemos.

En este momento ese olor a pino es lo que más extraño.

Me pregunto quién va a decorar el árbol este año...

En mi actual domicilio no hay adornos navideños. No sé si mi "roomie" tiene. A decir vedad, ni siquiera sé si es cristiana, judía, budista o atea. Y no me veo a mi misma entrando a Todis a comprar un árbol de 9.90 € y decorándolo con... ¿con qué?

Creo que parte del espíritu navideño proviene, en mi caso, de esas cajas de cartón con olor a polvo, a cera y a ramas de pino, reales y de plástico. Una de esas cajas, la grande larga, donde ahora hay cajas de bolas de cristal, ha estado allí desde que tengo uso de razón. Nunca pregunté qué había venido en ella originalmente, pero me acuerdo de esa misma caja, en una armada del árbol navideño de hace como 20 años, en la casa de Petit Thouars.

Por esa época, supongo que escuchábamos las Navidades de Parchis (un LP que tenía al interior un pop up de los integrantes del grupo). Unos años después apareció un cassette llamado "Canta una alegre canción"; estoy segura que si lo escucho me pongo a llorar.

Luego de Alemania los Opas mandaron un par de CDs: "Weihnachtsträume" (Sueños de Navidad). La copia de uno de esos es lo que estoy escuchando en este momento, ahora sí a propósito. A parte de canciones super conocidas en inglés y hasta el Feliz Navidad de José Feliciano, vino en esos CDs un buen grupo de típicos villancicos alemanes.

Más que ponerme melancólica, estas canciones me sumergen en el ritual navideño: pies descalzos (es verano en Lima), cajas, búsqueda del pasto del nacimiento, panetón, sol, papel de regalo, compras, pavo con puré de manzana y arroz árabe, misas, último día de clases, velas rojas, tarjetas, árboles, películas navideñas, ambulantes vendiendo lacitos en Larco, bolas de vidrio, luces enredadas.

Recuerdo el año que viajamos a Alemania. Si no me equivoco, nos íbamos un 23 de diciembre, así es que se decidió que ese año, en casa, no íbamos a "armar el árbol". Para mí fue una mezcla de tragedia con sacrilegio, pero casualmente, unos días antes de irnos, estuve invitada a la casa de una amiga, Mariella, el día que íban a armar su arbol y pude participar.

Cuando fuimos creciendo Arturo y yo, ya no era tan sencillo coordinar los horarios para "armar el árbol", por una época dejó de ser un asunto de familia. Luego yo tomé la batuta; mi cómplice durante los últimos 3 años ha sido mi prima Ariana; además de pasarlo super bien juntas, Ariana tenía la ventaja de ser chiquita, con lo que podía meterse en partes inaccesibles del closet e irme pasando las cajas. Ahora me temo que mi prima ya no es nada chiquita y me pregunto cómo van a sacar las cosas de lo alto del closet...

Freue, freue dich, oh Christenheit!

1 comentario:

  1. Resulta que mi "roomie" sí tiene un árbol de navidad, que aún no armamos... y es atea.

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