"Viajando uno no se hastía. Uno se vuelve tan sólo un poco aristócrata en sus amores, y a fe mía que ello tiene mérito en estos tiempos en que todo se socializa (...) Este viaje de Oriente, lejos de las enmarañadas arquitecturas del Norte - respuesta a una llamada persistente del sol, de las grandes líneas de mares azules y de las grandes paredes blancas de los templos -, Constantinopla, Asi Menor, Grecia, Italia meridional -, será como una vasija de gálibo ideal, del cual sabrán esparcirse los más profundos sentimientos del corazón..."
Le Corbusier
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