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Ser orientado por el proceso, no dirigido por el producto, el la actitud más importante y difícil que puede adoptar un diseñador.
Dejarse orientar por el proceso significa:
1. Tratar de entender un problema de diseño antes de encontrar soluciones.
2. No aplicar a la fuerza a problemas nuevos soluciones a problemas viejos;
3. Evitar enorgullecerse de los propios proyectos y no enamorarse en seguida de las propias ideas;
4. Estudiar los casos y tomar decisiones de manera holística (lo cual supone tratar a la vez varios aspectos de un problema de diseño) y no secuencial (lo cual implica ultimar un aspecto de una solución antes de investigar el siguiente);
5. Tomar decisiones de manera condicional - es decir, siendo consciente de que pueden funcionar o dejar de hacerlo conforme se avanza hacia la solución final;
6. Saber cuándo cambiar y cuándo mantener decisiones previas;
7. Aceptar como algo normal la ansiedad que provoca el no saber qué hacer;
8. Moverse con fluidez entre la escala del concepto y la escala del detalle para ver de qué manera una influye en la otra;
9. Preguntarse siempre "¿qué tal si...?" aunque se esté satisfecho con una solución.
En: Frederick, M. (2007). 101 Things I Learned in Architecture School. Massachusetts: The MIT Press.
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