domingo, 30 de noviembre de 2014

Los tres enfoques de la crítica

Divagaciones desde la Bienal, parte I


El primero consiste en criticar la obra arquitectónica en sí, el objeto. Inicia por describir y analizar, y debe terminar en calificar o dar juicios de valor. El objetivo puede ser resaltar ciertos puntos de la obra, hacer más comprensibles otros o, de un modo más directo, señalar de qué manera no estamos conformes con la forma cómo se resolvió el proyecto.

- El segundo se centra en los procesos y dinámicas de los que surge esa obra, el proceso. Se enfoca en la gestación del proyecto, los mecanismos de gestión y administración, la historia de su construcción y/o su inserción en la ciudad como un elemento cultural. Su objeto de estudio es la práctica de la arquitectura como profesión y su relación con otros aspectos. Muestra de qué manera los proyectos se vuelven realidades y cómo funcionan los procesos de hacer arquitectura, pero también puede denunciar malas prácticas, adjudicaciones dudosas o procesos poco correctos. 

- El tercero es la crítica al arquitecto, al autor (o autores) de la obra, el creador. De las tres, esta es, posiblemente, la crítica arquitectónica más inútil y peligrosa. El único caso en el que, creo, esta crítica podría justificarse, es cuando busca regresar al llano a algún personaje del gremio cuyo ego parece haberlo subido a un pedestal. La arquitectura no tiene profetas ni semidioses y evitar que esto suceda es importante. Fuera de esto, sin embargo, el propósito de la crítica al arquitecto como persona no es claro - más allá del generar risa fácil y uno que otro apodo - y parece no aportar a la profesión en sí. Cae en lo bajo y, lo que es mucho peor, ensucia lo que debería ser parte esencial de nuestra profesión: la crítica.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

¿Cómo ser un crítico de arquitectura? I (A. Lange)

"Los edificios están en todas partes, grandes y pequeños, feos y hermosos, ambiciosos y tontos. Caminamos entre ellos y vivimos dentro de ellos, pero somos generalmente habitantes pasivos en ciudades de torres, casas, espacios abiertos y tiendas, de cuya creación no hemos participado. Pero somos su mejor audiencia. Propietarios, clientes y residentes vienen y van, pero la arquitectura continúa viviendo, jugando un papel en la vida de la ciudad y sus ciudadanos aún después que los actores originales se han ido. Los críticos de arquitectura pueden elogiar y criticar diseños nuevos, pero su grupo de lectores se ha vuelto últimamente demasiado limitado. Hablamos (en persona, o en blogs) sobre casas e inversiones, construcciones como oportunidades, condominios que no se venden como ejemplos de desastre económico, pero toda esta charla inmobiliaria deja de lado la realidad física de los proyectos construidos y no construidos. En lugar de sólo hablar de dinero, deberíamos también estar hablando de altura y volumen, estilo y sostenibilidad, apertura de la arquitectura y proceso. El diseño no es la cereza del pastel, sino lo que hace que queramos vivir, comer y comprar en edificios, en lugar de evitarlos. En lugar de hablar menos, lo que necesitamos es más críticos - críticos ciudadanos - equipados con el deseo y el vocabulario para rehacer la ciudad.

[...] El ensayo crítico es, por lo general, breve (en un periódico, aproximadamente 1200 palabras), así es que uno debe limitar las preguntas planteadas y respondidas. Citas de otras personas discutiendo el mismo tipo o, incluso, el mismo edificio, ilustran la vasta gama de posibles temas disponibles al crítico. El tema es la línea narrativa en cualquier pieza de crítica, una idea sobre la arquitectura o el arquitecto presentada al inicio del ensayo, reforzada por evidencia en el cuerpo del texto, y a la que se regresa al final. Da forma a la crítica y permite al crítico imponer su personalidad al proyecto en cuestión. 

Tres críticos, parados uno al lado del otro, mirando el mismo muro, pueden tener cosas completamente distintas que decir sobre ese muro sin siquiera estar en desacuerdo. Uno podría considerar el material del muro, comprándolo con otras estructuras que usan mármol, cristal o metal en maneras similares. El otro podría ignorar su aspecto físico y discutir, en vez, cómo éste separa el edificio de la calle, la circulación de las oficinas, lo público de lo privado. Y el tercero podría imaginar el muro como el telón de fondo del drama interpresonal. Cuando enseño me es frecuentemente difícil reprimir mis propias opiniones sobre un edificio o plan, pero siempre trato de dejarlo claro: no hay una respuesta correcta sobre si un edifico es bueno o malo, hermoso o feo, accesible o impositivo. El crítico necesita definir términos, escoger un tema, luego evaluar la arquitectura dentro de esos lineamientos. Conocer algo acerca de la historia más amplia del tipo será esencial para escoger parámetros apropiados."


Lange, Alexandra (2012) Writing about Architecture. New York: Princeton Architectural Press. pp. 8-10.
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