miércoles, 23 de septiembre de 2009

Mapping Rome (0.0)

"By the beginning of the twentieth century the city had become ostensibly quantified and delineated for the first time. As a result of this, in the years that followed, the dominant discourse on urban space was shaped by the view that cities could be designed or governed to produce optimal conditions. Modernist designers were drawn to such cartographic representations and they formulated schemes to shape historic cities in such a way that they could solve, both spatially and socially, the ills of the city. The works of Le Corbusier and Ludwig Hilberseimer in the 1920s in Europe exemplify this overarching, god-like perspective, looking down on cities for the purpose of shaping the future. Yet, some isolated groups rebelled against this position and celebrated the sensual, emotional or philosophical potential of the city; those illusive qualities that cartography cannot capture. The tools they used to recreate their urban experiences were more immediate and idiosyncratic; they relied on literature, poetry, photography and film to map, edit and organise the terrain between space and emotion. Rather than working from the representations authorised by surveyors or scientists, they set out to curate their own version of the city."

Chapman, Michael & Ostwald, Michael: "Curated desires. Film, photography and the visual transformation of urban space in surrealism."
En: Chaplin, Sarah & Stara, Alexandra (ed.): Curating Architecture and the City. Routledge. New York, 2009.

martes, 22 de septiembre de 2009

Lo que quería el cliente...


"Garabato" de E. O. Z., en base a lo visto en su clase de construcción
"¡Anticopyright fotocopia y difunde!"

sábado, 19 de septiembre de 2009

Libros

Desde antes de irme de Lima lo supe: una de las cosas más complicadas de regresar iba a ser llevarme todas las cosas que he ido acumulando en estos dos años. Especialmente los libros.

Estamos hablando de más de 70 volúmenes, que he ido llevando de a poquitos en mis "escapadas"o que he encargado con quien haya venido.


Ahora es definitivo: en poco tiempo terminará mi etapa romana y volveré a
mi Lima, a comenzar una nueva etapa, un poquitín más sedentaria, que me llena de ilusión. Y me enfrento con el problema logístico de mudar mis pertenencias.

Lejos está ese primero de octubre del 2007, en el que todas mis cosas entraban en dos maletas y una mochila (y ya con eso era sumamente trabajoso desplazarse). En el interín las cosas se han ido multiplicando; algunas, como mi armario y mi mesa, supe, desde que las compré, que las tendría que dejar; otras, como mis fundas de cojín y mis converse, tendrán que entrar en la maleta a como de lugar.
Y volvemos a los libros.

Hace unas semanas estaban clasificados por temas, en los dos niveles de mi estantería. Ahora están ordenados por importancia (aquellos que tengo que regresar de todas maneras, aquellos que no son muy urgentes, aquellos que se podrían perder) y por peso (tapa dura, tapa blanda, papel couché, ediciónes baratas).


Algunos, lo más más importantes, ya ocupan parcialmente una maleta. Otros los tiraría por la ventana ahora mismo, pero me da no se qué botar un libro (aunque se trate del catálogo de plantas que tuve que comprar para mi curso de paisajismo). Otros, los de destino incierto, parecen mirarme con reproche.

Pero lo cierto es que, si de mí dependiera, no dejaría ninguno. Porque cada libro es una historia, y no todas las historias son bonitas. Cada uno vino en especiales circunstancias: algunos fueron hallazgos, otros regalos, otros necesidades y otros compras locas e impulsivas (incluso hay uno robado). Todos están vandalizados con mi nombre escrito en la primera página con tinta indeleble, muchos están subrayados y algunos incluso comentados. De alguna manera, todos han sido compañeros en esta etapa.

Así es que no me queda otra que desear que de algun manera misteriosa se encojan, o se vuelvan livianos, o se transporten solos. Porque, definitivamente, el contenido de mi librero es una parte de mi vida en Roma que no pienso dejar atrás.

martes, 15 de septiembre de 2009

CONEA 09 (IV) - Ideas sueltas

Ideas tomadas durante los 9 días del Taller Vivencial en El Brillante, colocadas de manera desordenada.


"La barriada es una manera de hacer ciudad […] primero se vive - de manera precaria - y luego se urbaniza."
Gustavo Riofrío (01/08/09, Cero San Cosme)

Por si quedaba alguna duda, la barriada no es el enemigo. Es la manera como los habitantes "ponen al día" a la ciudad en su crecimiento y organización, ahí donde las autoridades y la administración pública se tardan en llegar, o no llegan en absoluto. Es la solución inmediata, a veces improvisada, urgente, a problemas que suelen presentarse en mesas de debate sobre el urbanismo.

Es, por lo tanto, un mecanismo que debería ser evaluado en su manera espontánea de solucionar los problemas del día a día. La interacción de la ciudad "oficial" con la barriada es la tarea, no por medio de la erradicación de estos asentamientos humanos, ni buscando una política del laisser faire en la que los problemas de los habitantes son ignorados, tampoco por medio de la indulgente fascinación que nos produce ver las casas multicolor de Cerro San Cristóbal.

La tarea, tal vez, tenfa que ver con el diálogo de las barriadas con la polis.

"Miramos con cariño los primeros días con nuestras esteritas."
Vecino de 'El Brillante' (02/08/09)

La ciudad hecha por sus habitantes, la ciudad como un mecanismo vivo, llena de historias, leyendas, mitos, llena de vida.

No se trata, entonces, de trazar líneas y colorear manchas con plumones de colores en un plano escala 1:5000; tampoco se trata de recitar a Kevin Lynch o de proponer pomposamente "reformas urbanas". Se trata de meterse bajo la piel de la ciudad, del distrito, del barrio, y entender sus mecanismos más sutiles; se trata de no olvidar que estamos trabajando con el hábitat de individuos y grupos.

"Es importante la empatía con la persona con (no para) la que se va a trabajar."
Inés Claux (04/08/09)

Más allá de la intervención concreta, la experiencia del taller vivencial tiene que ver con un cambio de enfoque al interior de las aulas de arquitectura y de la práctica proyectual. Ya no podemos pensar (solamente) en cubos blancos ascépticos, en muros cortina y en volumetrías de geometrías imposibles; no si eso implica renunciar al 70% de nuestra ciudad y a sus realidades y particularidades.

Mientras, como arquitectos, sigamos refiriéndonos a los fenómenos emergentes, a las barriadas y a la arquitectura espontánea en términos de "ellos" y "nosotros", estas iniciativas quedarán en el ámbito de la "visita de campo": un evento aislado, que nos es externo, que no genera cambios.

¿Qué nos queda del taller vivencial del CONEA? Eso está por verse.
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