"[...] Como digo son ya tres años de carrera y gracias a ellos he empezado a saborear la esencia de la arquitectura; veo el mundo distinto y, para mal o para bien, el mundo me ve distinto a mí. La mayoría de los que leeréis esta carta seguramente seréis arquitectos y bien me comprendéis si os hablo de largas noches de entrega, de profesores con el ego desbocado, de los planes que realizan mis amigos de otras facultades y que, ya, ni se molestan en contarme. Pero no quiero hablar de ello; hoy quiero quejarme. Sí ¡leches! quejarme por la desconexión de la escuela con la realidad. La universidad es como un inmenso elefante, cuyos movimientos son lentos, lentísimos, y no se recicla de ninguna manera. Algunos diréis que la universidad no tiene que estar a expensas del “mercado”, pero esto ya se pasa de castaño oscuro.
También es cierto que, dentro de ella, tenemos la suerte de tener profesores, sobre todo jóvenes, que nos tratan con respeto y que nos ilusionan con sus asignaturas. Éstos, por lo que nos cuentan, tienen un pie dentro y otro fuera; están pendientes de rollos de certificaciones académicas y no sé que historias. De esta forma, no son los mejores profesores los que tienen el puesto asegurado; sorprendentemente, por lo menos para mí, son los que peor lo hacen ¡De locos! Éstos últimos viven en su torre marfil, inmunes a la realidad y a la crisis, pensando que todo puede seguir siendo como fue.
[...] Quizás, peque de ingenuidad, pero es lo que toca con mi edad, pensar que puedo, que podemos, cambiar el mundo. La arquitectura es un servicio y yo soy un servidor. Algo más grande que yo está en marcha y quiero formar parte de ello.
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eaharquitectos.com |
Tal vez, muchos de vosotros dejasteis de soñar, pero no es justo que yo no tenga derecho a seguir soñando. Porque esta es, a pesar de todo, una carrera de sueños. Sueños encontrados y sueños por encontrar. Un mundo mejor es posible y la arquitectura tiene mucho que decir en todo ello.
También es cierto que soy de otra generación; soy un nativo digital. [...] Cuánta información disponible en la red que aumentaría mi conocimiento a un solo click de distancia. La red podría ser la extensión infinita de las limitadas pareces de mis clases. Existen miles de posibilidades de completar nuestra formación, por ejemplo, con una sencilla comunidad digital que nos ayudara a que los alumnos colaborásemos entre nosotros.
Con ello, no digo que lo más importante sea el entorno digital; nada de eso, sé perfectamente que la magia de la arquitectura se transmite cara a cara, y todavía mejor entregándome a las lecciones que la propia arquitectura, en vivo y en directo, nos brinda. Soy consciente de ello, pero hibridar ambos mundos es posible y además muy barato ¡perfecto para los tiempos de crisis!
Sin embargo, en vez de animarnos a colaborar entre nosotros, se siguen empeñando en enseñarnos a competir. Los codazos y los enchufes serán el pan nuestro de cada día en el “mundo real”, pero yo quiero un mundo más humano en el que las sinergias sean ese alimento de cada día. Tantas cosas… y seguro que pensareis tanta inocencia!!
Aun así, seguiré soñando con una escuela sin profesores subidos en la tarima, soltándonos chapas de dos horas sin descanso. Seguiré soñando con profesores que me hablen de los mejores blogs de arquitectura en vez, del Croquis y demás. Seguiré soñando con trabajar como arquitecto, sin tener que ser por fuerza un falso autónomo; si para ello tengo que irme a la China, pues, muy a mi pesar, me iré. Seguiré soñando con profesores que además de ser buenos arquitectos, sean buenos docentes y consignan ilusionarme hasta si me hablan de los límites de Atterberg!
Quizás sea mucho soñar, pero si no sueño muero."
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Gracias a José Cepero por compartir.