sábado, 2 de febrero de 2008

Donde se relata una experiencia que nada tiene que ver con la arquitectura, desde un punto de vista sumamente personal y arbitrario

Puedo decir con toda franqueza, y mi hermano Arturo me puede respaldar, que un porcentaje importante de las sobremesas de mi vida familiar ha tratado sobre temas psi. Mi papá y mi mamá son psicólogos clínicos, psicoterapeutas y otras psi-cosas, entonces, un poco por osmosis, otro poco por curiosidad, hemos crecido sabiendo la diferencia entre transferencia y contratransferencia, pidiendo de vez en cuando holdings, haciendo insights y luchando contra el narcisismo (en mi caso, esa lucha suele terminar en fracaso).

Resulta que un grupo de colegas psi de Lima ha venido a ésta, la capital del caos, a un congrso sobre Bion (de quien no voy a decir nada). Valeria, la cabecilla del grupo, trajo además un paquetito de casa, que, por miles de razones siempre se recibe con emoción y alegría. Hoy, las tres "chicas" presentaban en el congreso el trabajo que las trajo hasta acá y yo fui a hacerles barra y, eventualmente, a ayudar un poco con el italiano.

No fue necesaria mi ayuda, las tres se defendieron muy bien y el trabajo fue muy interesante y bonito, sin esa frialdad con la que se presentan muchos de estos temas.

Pero personalmente lo gracioso comenzó después, cuando los pocos italianos del grupo iniciaron sus intervenciones. Hay que decir que 80% de la gente hablaba español y el resto, italiano. Pero entre ambos contingentes parecía no haber mucha comprensión, así es que empecé, "sin querer queriendo", a ayudarlos con algunas palabras que yo traducía en voz alta.

El último trabajo de la mesa era el único en italiano y relataba un par de viñetas en una terapia de grupo. Y he aquí que, a insistencia de una argentina con exceso de peróxido, que se quejaba de no entender nada, terminé haciendo traducción simultánea de un texto bioniano sobre terapia de grupo, y luego, enfrentandome con ideas mesiánicas, choques de carro y mucho accidentalismo. Y si nadie entiende esto, es normal, yo tampoco lo entendí.

No estoy segura de haber hecho un buen papel en esta, mi primera experiencia "formal" de traducción simultánea, pero al menos fue divertido. Y comprobé, de paso, la similitud entre argentinos e italianos, simulitud que empieza en los apellidos, pasa por el futbol y termina en una discusión "mesiánica".

Mis felicitaciones a nuestra delegación peruana que fue, de lejos, la mejor de la mesa. ¡¡Estuvo excelente, chicas!!

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