Ya no es un secreto. El multifamiliar de la Av. Juan de Aliaga, del arquitecto Manuel Villarán Freire, será demolido en breve para construir en su lugar otro multifamiliar.
No conozco el proyecto nuevo, y quisiera ser capaz aún de tener algo de fe, pero luego de recorrer la Av. Juan de Aliaga ayer, me atrevo a predecir un edificio denso, de muchos pisos, con una fachada compuesta de dos colores, uno de ellos posiblemente rojo o azul, tremendamente soso, carente de volumentrías interesantes y de ese genial espacio de ingreso que tiene el edificio de Villarán.
Un edificio mediocre como tantísimos que han invadido la ciudad desde que empezó ese mal llamado "boom inmobiliario". Y hay gente que, encima, celebra.
Ver el edificio de Villarán y tomarle fotos fue como ver a una persona muy querida morir. Con la terrible diferencia que se sabe que la gente, luego de un cierto tiempo, puede y debe morir. ¿Y los edificios? Evidentemente, muchos sí. Pasan su tiempo de vida útil y su función cambia, son remodelados, demolidos. Pero no todos. A diferencia de las personas, hay arquitectura que se ha ganado el derecho de ser inmortal.
¿De quién depende que se otorgue este derecho? De gente, grupos, que logren demostrar que hay cosas mucho más importantes que el dinero. Creo que, en nuestro medio, estamos muy lejos de esta situación, especialmente con la arquitectura moderna.
Pero es complicado nadar contra la corriente. El "boom inmobiliario" está aquí, las unidades que forman parte del edificio de Villarán ya fueron vendidas y lo único que nos queda es tratar de conservar la mayor cantidad de información sobre el proyecto y despedirnos de ese amigo moribundo de la mejor manera posible.
Luego de la visita estuvimos caminando por Magdalena y San Isidro. Ya no era visitar a un moribundo, era pasear por un camposanto. No recuerdo si las casas que estaban donde hoy hay enormes construcciones eran buenas o no. Me cuesta trabajo creer que eran peores que lo que hay ahora.
Enterarme hace unos minutos que ya se aprobó la ordenanza para construir en la Costa Verde no sólo me deprime aún más. Me indigna. Intercambiar ese maravilloso paisaje natural - uno de los pocos de Lima - por arquitectura que, seamos realistas, será probablemente mediocre, creo que es un muy mal negocio.
Porque aun esta intacto , cada vez que paso por ahí esta abandonado aun lo demolerán?
ResponderBorrarAlguien sabe la dirección exacta, y si ya se ha demolido ?
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