Roma, case popolari a Monteverde |
"Habitar (dwelling) desaparece en la distancia... Las metáforas utilizadas para describir la experiencia de la modernidad muy frecuentemente se refieren al habitar como la "otra cara" de la modernidad, como aquello que, dentro de las condiciones modernas, se vuelve imposible. Diferentes aproximaciones - la existencialista con Heidegger, la ética con Adorno, y la sociológica con Berger, Berger y Kellner - todas concluyen que la modernidad y el habitar están diametralmente opuestos el uno con el otro. Bajo condiciones modernas, el mundo se ha vuelto imposible de vivir; la consciencia moderna es aquella de "la mente sin hogar" y los extranjeros y migrantes proveen un modelo para la experiencia de cada individuo en una sociedad moderna, móvil e inestable. Habitar está, en una primera instancia, asociado con tradición, seguridad y armonía, con una situación de vida que garantiza conectividad y riqueza de significados. Estas consideraciones están en la base de los dilemas con los que la arquitectura debe enfrentarse.
[...] Dos diferentes líneas de pensamiento, por ejemplo, han sido seguidas a partir de la interpretación de los textos de Martin Heidegger ["Bauen, Wohnen, Denken"]. EL concepto utópico y nostálgico de Christian Norberg-Schulz y la aproximación crítica y radical de Massimo Cacciari [...].
Norberg-Schulz toma como punto de partida la noción de Heidegger de cosa [...]. Él infiere que una cosa tiene que poseer tres cualidades: tiene que evocar una imagen, ser concreta y tener significado. A través de esta operación, él traduce las metáforas de Heidegger en una súplica por la arquitectura figurativa, una arquitectura en la que uno pueda reconocer estas tres cualidades. Argumenta que, desde un punto de vista Heideggereano, una persona "habita" (dwells) si experimenta su existencia como llena de significado. Esta experiencia de significado es hecha posible cuando el diseño arquitectónico de un lugar ofrece la oportunidad de orientación e identificación. Esto significa que el espacio construido debe estar organizado en modo tal que se creen lugares concretos, lugares caracterizados por un genius loci específico. La tarea de la arquitectura consiste en hacer visible este genius loci. Norberg-Schulz distingue cuatro tipos de habitar: habitar natural (la manera cómo el asentamiento se incrusta en el paisaje), habitar colectivo (incrustado en el espacio urbano), habitar público (como lo vemos en edificios públicos e instituciones), y finalmente habitar privado (vivir en una casa). Estas diferentes maneras de habitar están conectadas entre sí a través del juego de relaciones espaciales (centro, senda, dominio). [...] Es en este modo de habitar, concreto, ligado al lugar, que Norberg-Schulz ve al hombre regresando a su hogar: "Cuando el habitar se logra, nuestro deseo de pertenencia y participación está satisfecho" [The concept of dwelling, 1985].
Aquí, las categorías que dan significado al habitar se refieren a completud, pertenencia, enraizamiento, solidaridad orgánica entre el hombre y el lugar y entre el hombre y el hombre. Una arquitectura figurativa puede incorporar todo esto. Norberg-Schulz aparentemente está convencido que la falta de hogar (homelessness) de la que habla Heidegger es sólo de naturaleza temporal, y que la arquitectura funcionalista es parcialmente responsable. Si los arquitectos dieran la espalda a esta perniciosa abstracción, la posibilidad de auténtico habitar podría nuevamente ser realizada: "Una obra de arquitectura ayuda al hombre a vivir poéticamente. Uno habita poéticamente cuando es capaz de 'escuchar' lo que dicen las cosas, y cuando es capaz de poner en práctica lo que aprehende a través del lenguaje de la arquitectura [ibid]. Para Norberg-Schulz, entonces, la falta de hogar no es tanto una condición fundamental del hombre contemporáneo sino una pérdida incidental que puede ser reparada a través de un mejor entendimiento de la relación entre arquitectura y habitar.
Massimo Cacciari entiende el asunto de un modo totalmente diverso. Para él, es inconcebible que uno pueda ser capaz de poner en práctica "Construir, Habitar, Pensar" en un modo tan instrumental que se convierta en un nuevo lenguaje de la arquitectura. Mientras Norberg-Schulz piensa que el objetivo de Heidegger "no era el ofrecer una explicación, sino el ayudar al hombre a regresar a un auténtico habitar" [ibid], Cacciari argumenta que el ensayo "confirma la lógica inexistente del ciclo habitar-construir-habitar y, por lo tanto, desmantela a priori cualquier pretención que asuma que esa lógica es denotativa y llena de propósito. [...]
El argumento de Cacciari es como sigue: Como un resultado de la reducción de la relación entre el hombre y el mundo, como un resultado del olvido del ser, el habitar poético se ha vuelto imposible y, por lo tanto, la arquitectura poética se ha vuelto también imposible. El habitar real ya no existe, y la construcción auténtica también ha desaparecido. La única cosa que queda a la arquitectura es el revelar la imposibilidad del habitar poético a través de una arquitectura de signos vacíos. Sólo una arquitectura que refleje la imposibilidad del habitar puede reclamar alguna forma de autenticidad. La inutilidad sublime es lo máximo que la arquitectura puede obtener en estas circunstancias."
[...] Dos diferentes líneas de pensamiento, por ejemplo, han sido seguidas a partir de la interpretación de los textos de Martin Heidegger ["Bauen, Wohnen, Denken"]. EL concepto utópico y nostálgico de Christian Norberg-Schulz y la aproximación crítica y radical de Massimo Cacciari [...].
Norberg-Schulz toma como punto de partida la noción de Heidegger de cosa [...]. Él infiere que una cosa tiene que poseer tres cualidades: tiene que evocar una imagen, ser concreta y tener significado. A través de esta operación, él traduce las metáforas de Heidegger en una súplica por la arquitectura figurativa, una arquitectura en la que uno pueda reconocer estas tres cualidades. Argumenta que, desde un punto de vista Heideggereano, una persona "habita" (dwells) si experimenta su existencia como llena de significado. Esta experiencia de significado es hecha posible cuando el diseño arquitectónico de un lugar ofrece la oportunidad de orientación e identificación. Esto significa que el espacio construido debe estar organizado en modo tal que se creen lugares concretos, lugares caracterizados por un genius loci específico. La tarea de la arquitectura consiste en hacer visible este genius loci. Norberg-Schulz distingue cuatro tipos de habitar: habitar natural (la manera cómo el asentamiento se incrusta en el paisaje), habitar colectivo (incrustado en el espacio urbano), habitar público (como lo vemos en edificios públicos e instituciones), y finalmente habitar privado (vivir en una casa). Estas diferentes maneras de habitar están conectadas entre sí a través del juego de relaciones espaciales (centro, senda, dominio). [...] Es en este modo de habitar, concreto, ligado al lugar, que Norberg-Schulz ve al hombre regresando a su hogar: "Cuando el habitar se logra, nuestro deseo de pertenencia y participación está satisfecho" [The concept of dwelling, 1985].
Aquí, las categorías que dan significado al habitar se refieren a completud, pertenencia, enraizamiento, solidaridad orgánica entre el hombre y el lugar y entre el hombre y el hombre. Una arquitectura figurativa puede incorporar todo esto. Norberg-Schulz aparentemente está convencido que la falta de hogar (homelessness) de la que habla Heidegger es sólo de naturaleza temporal, y que la arquitectura funcionalista es parcialmente responsable. Si los arquitectos dieran la espalda a esta perniciosa abstracción, la posibilidad de auténtico habitar podría nuevamente ser realizada: "Una obra de arquitectura ayuda al hombre a vivir poéticamente. Uno habita poéticamente cuando es capaz de 'escuchar' lo que dicen las cosas, y cuando es capaz de poner en práctica lo que aprehende a través del lenguaje de la arquitectura [ibid]. Para Norberg-Schulz, entonces, la falta de hogar no es tanto una condición fundamental del hombre contemporáneo sino una pérdida incidental que puede ser reparada a través de un mejor entendimiento de la relación entre arquitectura y habitar.
Massimo Cacciari entiende el asunto de un modo totalmente diverso. Para él, es inconcebible que uno pueda ser capaz de poner en práctica "Construir, Habitar, Pensar" en un modo tan instrumental que se convierta en un nuevo lenguaje de la arquitectura. Mientras Norberg-Schulz piensa que el objetivo de Heidegger "no era el ofrecer una explicación, sino el ayudar al hombre a regresar a un auténtico habitar" [ibid], Cacciari argumenta que el ensayo "confirma la lógica inexistente del ciclo habitar-construir-habitar y, por lo tanto, desmantela a priori cualquier pretención que asuma que esa lógica es denotativa y llena de propósito. [...]
El argumento de Cacciari es como sigue: Como un resultado de la reducción de la relación entre el hombre y el mundo, como un resultado del olvido del ser, el habitar poético se ha vuelto imposible y, por lo tanto, la arquitectura poética se ha vuelto también imposible. El habitar real ya no existe, y la construcción auténtica también ha desaparecido. La única cosa que queda a la arquitectura es el revelar la imposibilidad del habitar poético a través de una arquitectura de signos vacíos. Sólo una arquitectura que refleje la imposibilidad del habitar puede reclamar alguna forma de autenticidad. La inutilidad sublime es lo máximo que la arquitectura puede obtener en estas circunstancias."
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