lunes, 15 de junio de 2009

Kayseri & Kapadokya

Jueves 28 de Mayo, 2009.

Mi primer día de congreso empezó con uno de esos desayunos infinitos de hotel que hacen que uno desee ser camello: huevos, quesos, panes, frutas, comida típica, dulces y excelente café. Luego de casi una semana de vivir de simit y galletas Ritz, casi me pongo a llorar de la emoción.

Para ir al Forum había un shuttle para todos los que nos estábamos hospedando en el hotel. Menos mal, porque la Erciyes University queda completamente extramuros y es verdaderamente inmensa. En un primer momento no me di cuenta porque estaba conversando animadamente con la persona sentada a mi costado, una PhD student super simpática.

No voy a hablar de las conferencias, que merecen un tema aparte, pero sí me gusaría decir que la primera, una Key Note por Iris Aravat estuvo espectacular. Inteligente, rigurosa y suficientemente afectiva; y, personalmente, una muy buena manera de empezar con el Forum.


En la tarde me salté una de las mesas para coordinar un tour a Kapadokya. Mi espíritu aventurero había llegado casi al límite y no quería aventurarme en una zona de la que no sabía casi nada por mis propios medios. Creo que hice bien.

Al volver a la universidad en bus me di una perdida de las buenas y estuve caminando por calles infinitas y casi desiartas durante más de media hora. Todos los edificios se veían iguales y mi punto de referencia, la entrada, no sirvió de nada cuando descubrí que había al menos dos exactamente iguales. Y me había olvidado cómo se dice "arquitectura" en turco (mimari).


El camino de regreso al hotel, otra vez en shuttle, fue divertido. Los fellow architects, sobre todo dos de ellos, se pusieron a maletear al primer expositor de la última mesas sin piedad alguna, sobre todo porque en algún momento él había dicho que no existe la enseñanza, sino sólo el aprendizahe y que en sus taller los profesores no eran tales, sino "monitores". Los viejos en mi bus pensaban que eso son huevadas (creo que se mencionó el término científico bullshit). Faida, la persona quehabía conocido en el bus de ida, permanecía en silencio, mirando por la ventana, hasta que de pronto dijo que iba a sair en defensa del pobre y ausente expositor. Lo que dijo me pareció iluminador.

Cuando un profe es joven, recién salido de la universidad, se identifica más con el aprendizaje que con la enseñanza porque él mismo ha sido estudiante poco tiempo atrás y porque él mismo tiene "aprender cómo enseñar".

Me sentí absolutamente identificada.

Al día siguiente tomé desayuno con Faida, a toda velocidad, porque tenía que llegar a Kapadokya por mis propios medios, a un pueblo llamado Ürgüp y no fue muy sencillo porque nunca encontré la estación de bus que la guía a la que le compré el tour en Kayseri me había indicado. Un dependiente de un hotel, muy amable, me acompañó a tomar el bus "público" y en él un chico me trató de explicar que estábamos yendo a la estación de busas y que desde ahí podía ir a Ürgüp. Lo bueno de la experiencia es que aprendí cómo llegar a la estación de bus, cosa que me sería muy útil más adelante.

Llegué sin más contratiempo y luego de unos momentos de desconcierto, encontré a un tipo con mi nombre escrito en un papelito apretado en la mano. No sé cómo lo vi. Me indicó que suba a un destartalado Toyota rojo y mientras lo hacía, me puse a pensar vagamente en la confianza en los desconocidos, los riesgos y en la necesidad de tener suerte: el tipo del hotel, el chico del bus, el señor del Toyota... y en que tengo que aprender Karate.


Fuimos a Göreme, donde está la sede de la agencia con la que me tenía que contactar, que responde al rimbombante nombre de Hard Rock Travel.

Cerca de las 9:30 vino un minibus a recogerme. Mientras tanto me la pasé conversando con un vendedor de alfombras que, esperanzado, me mostraba alfombra tras alfombra, bellísimas, coloridas, pero bastante caras, lógicamente.

En el minibus, además de la guía y el chofer, había cuatro personas: un chico de la India y una familia de Nueva York, papá-mamá-hija. Esta última, más o menos de mi edad, resultó siendo simpatiquísima. En realidad todos lo eran.

Primero fuimos al Göreme Open Air Museun, donde se nos unieron cuatro personas más. Ésta es una zona donde hace más de 1500 años hubo una especie de monasterio y centro de catequesis, excavados en la roca. Ahora se puede ver las antiguas celdas y sobre todo capillas excavadas y pintadas de rojo, con algunos frescos.


En algunos casos, estos muros han sido excavados como interiores de bóvedas o cúpulas, no con fines estructurales, sino simplemente formales. Incluso se había pintado, en algunas bóvedas de cañón, líneas para simular piezas de albañilería, como si hubieran sido hechas con ladrillo o bloques de piedra.

Salimos luego a Gavuşin, que es lo que más me impresionó. Era un asentamiento griego que estuvo ocupado hasta los años 20. Las casas son parcialmente excavadas y construidas con bloques de la misma piedra, de manera tal que parecen nacer de la colina misma. Los techos que quedan, en su mayoría, están cubiertos de hierba y los muros tienen relieves en algunos lugares, y hornacinas. Nuevamente el ornamento, sin importar la aparente precariedad de la habitación.


Había también una pequeña mezquita y me gustó mucho el manejo del espacio y la función en una escala tan reducida. Pero ahí estaban todos los elementos: minarete, mihrab y escalera. Me hubiera gustado quedarme más tiempo tomando gotos en este lugar.

Después de almuerzo fuimos a ver los Fairy-chimeneys a Paşabaği. Son esculturas naturales de piedra, altas y con formas distintas, algunas de ellas excavadas para hacer habitaciones. Con el cielo azul se veía bastante bien.

Las siguientes visitas fueron más de lo mismo y en realidad, por muy bonito que se vea, estoy más interesada en arquitectura que en formaciones de roca naturales.


Regresé a Kayseri, a colapsar tranquilamente luego de cenar Börek, una especie de milhojas caliente de queso... tengo que averiguar cómo se hace.

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