(Traducción del Arquitecto Héctor Velarde)
"Móvil o inmóvil todo lo que ocupa espacio pertenece al dominio de la arquitectura. La arquitectura es el arte de organizar el espacio; es por medio de la construcción que ella se expresa.
“Las matemáticas no ofrecen demostraciones tan absolutas como las que obtiene el artista de su arte”
Edgar Poe
La arquitectura se apodera del espacio lo limita, lo cerca, lo encierra. Ella tiene el privilegio de crear lugares mágicos por entero, obras del espíritu.
Arquitecto es el constructor que satisface condiciones pasajeras con lo permanente. Es el que en virtud de un compuesto de ciencia y de intuición concibe un pórtico, una estancia, una nave, un recinto soberano capaz de cobijar, en su unidad la variedad de organismos necesarios a una función.
Pues, de todos los actos, el más completo es el de construir.
La arquitectura es, de todas las expresiones de arte, la que está más sometida a condiciones materiales. Son permanentes las condiciones que impone la naturaleza; son pasajeras las que impone el hombre.
El clima, sus intemperies, los materiales, sus propiedades, la estabilidad, sus leyes, la óptica, sus deformaciones, el sentido eterno y universal de las líneas y de las formas imponen condiciones que son permanentes. La función, las costumbres, los reglamentos, la moda, imponen condiciones que son pasajeras.
Es por medio de la construcción que el arquitecto satisface las condiciones tanto permanentes como pasajeras. La construcción es la lengua materna del arquitecto. El arquitecto es un poeta que piensa y habla en construcción.
"Del estudio profundo de sus monumentos (antigüedad) se desprende esta verdad luminosa; que la Arquitectura, en su más alta acepción, no es tanto una construcción que se decora, como una decoración que se construye".
Charles Blanc
Técnica, homenaje continuo rendido a la naturaleza, sustento esencial de la imaginación, fuente auténtica de inspiración, plegaria, de todas, la más eficaz, lengua materna de todo creador.
Técnica hablada en poeta, nos conduce a la arquitectura.
La osamenta es para el edificio lo que el esqueleto es para el animal. Así como el esqueleto del animal rimado, equilibrado, simétrico, contiene y soporta los órganos más diversos y más diversamente colocados, así, del mismo modo, debe estar compuesta la estructura del edificio, rimada, equilibrada, aún simétrica. Ella debe ser capaz de contener los organismos más diversos y más diversamente colocados exigidos por la función y por su destino.
El que, sin traicionar los materiales ni los programas modernos, creara una obra que pareciese haber existido siempre, que, en una palabra, fuese corriente. Ese, digo yo, podría darse por satisfecho. Pues el objeto del arte no es el de sorprendernos ni el de emocionarnos. La sorpresa, la emoción, son choques sin duración, sentimientos contingentes, anecdóticos.
El supremo fin del arte es el de conducirnos dialécticamente, de satisfacción, por encima de la admiración, hasta la serena delectación.
"El Arquitecto Peruano" Marzo Abril 1953, N° 188, 189, Año XVII
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