lunes, 31 de enero de 2011

Nosotros pintamos el Museo de la Nación

Nosotros somos los responsables de la remodelación del edificio del Banco Continental. Nosotros elegimos cubrir el Centro Cívico de planchas de aluminio que imiten el color del concreto original. Nosotros permitimos las remodelaciones de la Clínica Ricardo Palma. Nosotros vamos a derribar el ex Colegio San José de Cluny.

Tú, yo, cada uno de los miembros del CAP, cada uno de los agremiados y cada uno de los estudiantes y profesores de las facultades de arquitectura. Nosotros somos los responsables, los únicos responsables.

Y no somos responsables por no haber podido impedirlo; tampoco por nuestros pequeños e inútiles gritos de protesta, que no parecen llegar a ningún lado. Somos responsables de la causa inicial de todas estas intervenciones: somos responsables del anonimato de nuestra arquitectura.

Porque, seamos honestos, fuera de determinados círculos académicos y fuera del gremio, ¿quién sabía cuál era la importancia arquitectónica del Museo de la Nación (antes Ministerio de Pesquería)? ¿Alguien alguna vez oyó la palabra "brutalismo"? ¿A alguien le importó?

No. Y de nada sirve culpar a "la ignorancia de la gente" en términos tan absurdamente genéricos.

La culpa es nuestra. Es de quienes sí tenemos respuestas a esas preguntas pero no nos molestamos en compartirlas con nuestra comunidad. Y a la comunidad no le importa, porque la brecha existente entre ellos y nosotros (partiendo del hecho de expresarnos en términos de "ellos" y "nosotros") es demasiado amplia. Los arquitectos nunca nos hemos preocupado de llegar a la gente. Somos el demiurgo, el creador, el inventor, el creativo. Nunca el nexo, la conexión, el diálogo, el profesional al servicio.

Si el arquitecto nunca se ha preocupado por acompañar al ciudadano común en el descubrimiento de su ciudad, si nunca ha escuchado, si en lugar del diálogo ha optado por el monólogo, entonces no tiene derecho alguno a quejarse, si es que ese ciudadano común, ignorado (y por ende, ignorante), decide actuar sobre algo cuyo significado no nos hemos molestado en explicar.

Si no nos ha interesado compartir lo que hacemos, "difundir" (si queremos usar una palabra de moda) en qué consiste la arquitectura y cuándo ésta es buena, si imponemos nuestras ideas sin explicarnos y nos topamos con indiferencia, es sólo culpa nuestra.

Es, arquitectos, nuestra culpa. Nosotros estamos pintando el Museo de la Nación. Y nos está quedando feo.

Foto: Jannelyn Valverde, VentanAbierta.

sábado, 29 de enero de 2011

Divagaciones sobre el divagar

Por primera vez me he dado cuenta de lo grande que es este blog. No, esa frase no es un intento de echarme laureles a mi misma. En absoluto. Yo soy la primera sorprendida del tiempo que lleva en circulación y, sobre todo, de la cantidad de cosas que han pasado en ese lapso. Repasar los posts antiguos en re-encontrarme con una parte de mi misma que se ve lejana y casi olvidada.

Otra cosa que me sorprende es lo personal que fue en un principio y lo impersonal que parece ser ahora. Por eso, so riesgo de ponerme incoherente e intrascendente, he decidido, aunque sea por un post, volver a las raíces de mi espacio (terapéutico) personal y divagar sobre el divagar.

El inicio de este blog estuvo marcado por la falta de interlocutores. En realidad, es fue la principal motivación. Estaba sola, en un país extraño, con mucho tiempo para pensar, muchos estímulos y pocas personas con las cuales compartir. En algún lugar tenían que caer estos pensamientos, por vagos que parecieran. 

Mi situación actual no puede ser más distinta: tal vez la única cosa en común son los estímulos y el tiempo para pensar... aunque si antes éste estaba por todos lados, ahora debo luchar con uñas y dientes por tenerlo. Y ahora los interlocutores abundan: colegas, profesores, alumnos, pobres incautos que se cruzan por mi camino y se convierten (de manera voluntaria o impuesta) en receptores de mis divagaciones. Y es así que este espacio, de pronto, ya no fue tan necesario. El tiempo que dedicaba a pensar, articular y escribir un post, ahora está volcado en pensar, articular y dar una clase. 

Por otro lado, las inconexas divagaciones sobre arquitectura de algunos años atrás, ahora están bastante más canalizadas en mi tema-obsesión del momento. Y es así que surgieron dos nuevos espacios de expresión, arquitecturahuachafa (2009) y kitscharchitecture (2010). 

¿Es que este blog está destinado a morir? De ninguna manera; el sólo pensarlo me llena de angustia. Es un espacio que se me ha hecho necesario, independientemente del hecho que sea leído. ¿Es que va a continuar publicando citas interesantes y fotos arquitectónicas? Espero que no. Esas fotos bien pueden encontrarse en google y probablemente mejor tomadas.

¿Entonces?

Mi etapa de escritora divagante ha tenido un receso. No sé si ya terminó y es el momento de volver con mis divagaciones o si éste será un post aislado. 

¿...?

jueves, 27 de enero de 2011

How to Become a Famous Architect

Fat: "How to Become a Famous Architect"
Perspecta, Vol. 37, Famous, pp. 136-137. The MIT Press

"Becoming a famous architect schouldn't take too long, but don't expect too much. It's not a passport to riches nor an introduction to high society. But if it's what you want, here's how to do it.

1. First pay a visit to any well-stocked news agent. Buy one copy of each design magazine. You will use these to find out what not to do.

2. Now go on to your local remaindered book store. Buy a copy of a design book with lots of pictures in it. Not only is the remaindered store cheaper, but its stock is between ten to fifteen years old. These are the least fashionable and so most shocking of all styles. You will use this to copy your new designs.

3. On the way home, choose a name for your cutting-edge design firm. Something punchy, arty, and a little stupid should do. There are not too many rules about this but make sure it doesn't include "urban" or "studio." Your name will present an efficient image and suggest that you have an office in a fashionable part of town and a committed workforce. No one will know that you are really operating our of your bedroom.

4. Now that you have a name, you need a project. It must be a radical design of a house. It needs a catchy title. Pick a popular word or phrase, then add "house" to the end of it. If it sounds good, it is good. Scan in some of the pictures from your new book. Scan in some other pictures you like. Stick them together in the latest version of Photoshop. Play around until you get a nice picture that you can believe in. Check that it doesn't look too much like the pictures in your magazines.

5. Now it's time to develop your mystique. This is all-important, because it is what you are selling. Remember, you won't have to design a building for at least ten years. And in this time you will live off your mystique, so make it good. Mystique is what you say and the way that you say it. If you come from continental Europe, great. If you don't, pretend that you do. Mystique should also suggest revolutionary politics and French philosophy. Don't talk bout these things directly, as it never makes good copy and will only confuse you.

6. In order to alert the magazines, you must write a press release. This should be full of good copy, convey your mystique, and have your telephone number in it.
Know your audience: journalists. It's important to remember that design journalists are desperate for anything interesting. This is because architecture is mainly boring. So be interesting. Make outlandish claims; tell them everything they know is wrong; most of all, be prepared to have a radical opinion on anything that may crop up in conversation. They will print it and thank you. Fax your press release to the magazines. The numbers are in the magazines you bought earlier.

7. No rest yet, because you must now prepare the press packs that you will send out. You will be too busy answering the inevitable calls over the next few days, so do it now. The pack should contain your new picture and a radical design statement (see how useful developing that mystique was?).
When the phone starts ringing, you know what to do: use your cutting-edge firm's name, your exciting new house title, and your fascinating mystique to full effect. When the phone stops ringing, go to the post office and send your press packs out.

8. Now it's time to relax. Head on down to a fashionable architect's bar (you will recognize it by its converted industrial look, expensive bar snacks, and the presence of people with strange glasses on). Enjoy yourself, but remember your mystique! All you need to do now is remember to buy the magazines that you are featured in."


miércoles, 26 de enero de 2011

El viajar como aprendizaje o el contexto como experiencia (Jorge Morales Meneses)

Jorge Morales Meneses /Arquitecto
Director de la Escuela de Arquitectura
Universidad Finis Terrae.
Publicado en: www.plataformaarquitectura.cl
Leer el artículo completo

"Un viaje de estudios no se puede googlear, ni sirve que te lo puedan contar. Es como la buena mesa, nada reemplaza el saborear una delicia. A lo más se puede conocer superficialmente por croquis, fotos o alguna anécdota. Y las páginas de Internet están llenas de degustadores de arquitectura que tratan de transmitir lo intransmisible y de paso causar envidia, aunque en estos relatos más se conoce del degustador que del plato.

Foto: Cristina Dreifuss 2008
Viaje de estudios, peregrinación, Gran Tour, o como se le quiera llamar, el viajar es un sistema de aprendizaje que se pierde en los orígenes de la arquitectura: desde los antiguos constructores libres de la edad media -únicos que podían libremente viajar entre feudos- hasta Sir Norman Foster que viaja en su jet privado, los arquitectos peregrinamos hacia los centros epocales de la cultura, para convencernos de algo que la academia, los libros o las fotos no entregan.

[...] el viaje de estudios para un arquitecto -y de paso también para un diseñador, un artista, un antropólogo, etc., todo profesional que deba conocer profundamente al ser humano- pone de relieve varios asuntos obvios pero olvidados: primero, que la arquitectura debe ser valorada por todo el que la habita, es decir, no sólo hay que escuchar a los especialistas, sino todo el público que recorre y cohabita una obra tiene el legítimo derecho a valorar; segundo, que la arquitectura es un hecho, pero que su observación o su significación es subjetiva, aunque no arbitraria, es decir, depende del que observa, de sus conocimientos, emociones y de lo que culturalmente valora. Esto hace que la interpretación sea un intangible y como tal es de muchas voces: nadie tiene la razón y a la vez todos la tienen; tercero, algo obvio pero que hay que decir, que la arquitectura es con un contexto: su lugar, su gente, su atmósfera, su circunstancia y su entorno.

El viaje de estudios permite a la arquitectura entrar en el juego de la valoración, donde incluso los malos resultados pueden ser buenas experiencias. Esto es, experimentar la libertad de la obra, que es entregada -por el mandante, el arquitecto, el propietario, el que sea- a un contexto que la va a conocer y reconocer según parámetros que no siempre son pensados en el diseño arquitectónico.

De las muchas etapas del trabajo del arquitecto, el viaje de estudios -o el trabajo de campo- representa una de las fases más importante en su formación, porque lo vincula con sus pares y sus obras y le permite observar la exposición que tiene toda obra al juicio de la posteridad. Concepción, proyección y construcción son las mas conocidas, y aunque luego de la inauguración acaba (o debería acabar) el trabajo del arquitecto, es justamente entonces cuando comienza a aparecer el valor de la obra de arquitectura porque el tema de la refiguración de una obra, pone el acento no sólo en el autor y en sus aspectos constructivos-estructurales-expresivos, sino en el valor que se le asigna posteriormente, como impacto que dialoga en un conjunto de otras obras de diferentes estilos, épocas, materialidades, con diferente rol urbano, y cuya apreciación cambia según la sociedad va cambiando. [...]

En la época actual, donde la movilidad y la comunicación han adquirido una dimensión superlativa -y conviniendo en que la comida y la arquitectura son dos placeres- lo único que se puede enseñar de un viaje es que hay que hacerlo. El contexto no se encuentra en Internet y tenemos que aprender a ver las obras también con la mirada del usuario. El llamado entonces es a viajar para profundizar una visión propia y desconfiar de la crítica. Todos tenemos derecho a observar y a aprender del contexto, es al fin y al cabo, nuestra experiencia."

sábado, 22 de enero de 2011

De vocación Maestro

Luis Jaime Cisneros (1921-2011)

"Cuando estás frente a un aula estás frente al porvenir."

"Para ser un buen maestro hay que comprender a la gente, hay que saber escuchar. Todo eso que la gente llama 'mi éxito' se debe a que yo aprendí a superar la vanidad y aprendí a escuchar con paciencia."

"Aun en lo más remoto y oscuro de la conversación ajena, hay algo recuperable, algo importante, que al fin y al cabo te beneficia. Al escuchar descubres que no eres el depositario de la verdad, o de la verdad absoluta. La compartes, a veces, con quienes no tienes idea que tenías algo que compartir, o con quienes estarías dispuesto a negarles todo."

"Hay que aprender a aprender para aprender a enseñar. Descubriendo los obstáculos que se te presentan a ti, intuyes lo que se les pueden presentar a los otros, a tus alumnos."

"No se trata de que tus alumnos te sigan o te obedezcan, sino de que te ayuden a entender mejor las cosas que tú mismo te empeñas en que ellos vean con claridad."

"Ser maestro es una vocación por entregarse al otro. Pero insisto en que esta vocación empieza por un saber escuchar. Te obliga a compartir con el otro. Más que ganas de transmitir lo que sabes, enseñar consiste en proporcionarle al alumno lo que no tiene."

http://pieldelagarto.blogspot.com
"La escuela no puede hacerte creer que el conocimiento se adquiere fácilmente. El conocimiento tiene que costarte trabajo. Debemos luchar para ser los descubridores del conocimiento, los aprovechadores del conocimiento. Y así aprenderemos que tenemos derecho a usufructuarlo, porque no lo hemos recibido gratuitamente, nos ha costado. Si la escuela no anuncia que el problema existe y existe para tu formación, estás perdido. La gente se ha asustado con los problemas.

"Los griegos inventaron el problema para ponerte a prueba. Para que descubrieras que podías resolverlo ingeniándotelas, esforzándote, pensando, creando. El objetivo del problema es que tengas fe en ti, no en el obstáculo. Tienes que tener la fuerza, la voluntad, la inteligencia y la decisión para superarlo. Y si no tienes eso, mi deber es ayudarte a encontrarlo. No dártelo."

"Si no aprendemos a escuchar no hay salida. El maestro no tiene soluciones listas a los problemas de sus alumnos, el maestro tiene que aprender a buscar soluciones ayudando al otro a encontrarlas."

"El mejor maestro es el que te ayuda a descubrirte. El que te muestra que eres mejor de lo que creías. Que no eres el que creías, que eres otro."

Fragmentos de una entrevista realizada por Patricia del Río, publicada en el diario El Comercio, diciembre 2006. Vuelta a publicar por la misma autora en "De vocación Maestro", revista Somos, 22 de enero de 2001.
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