Divagaciones desde la Bienal, parte II
En un muy reciente artículo en La Chimenea, Israel Romero plantea preguntas que he escuchado - al pasar o porque me las han planteado directamente - desde que se dio a conocer la lista de nominados y de miembros del jurado de la Bienal de Arquitectura Peruana XVI.
De entre los muchos reclamos que el artículo plantea al CAP, voy a centrarme, por el momento, en el aspecto que me han indignado más recientemente: la inexplicable falta de difusión en torno al evento.
Por un lado, es indignante que los resultados - hasta el momento y pasada una semana desde el fallo del jurado - no hayan sido publicados por un canal oficial. ¡Sé de personas que se han enterado de haber ganado u obtenido una mención a raíz de un post publicado de manera informal en este mismo sitio! Entendamos la gravedad de ese hecho puntual: el proyecto ha tenido una mención (que, en algunos casos, es como decir un segundo puesto) y la institución respectiva ¡ni siquiera ha podido llamar por teléfono al interesado/a a comunicarle este hecho!
Pero incluso antes de esto, ¿quiénes se habían enterado de la bienal en sí? ¿En qué momento y a través de qué soporte? ¿Dónde se hicieron públicas las bases? ¿Con cuánto tiempo de anticipación?
Los que están atentos a la situación sabían que este año era año de bienal, y si le han hecho algún seguimiento a las bienales pasadas, sabían que estas ocurren al rededor de fin de año. De ahí que se ponen a buscar en la página web del CAP, pacientemente, hasta que algo aparece. Pero no debería ser así en absoluto. Se trata de la Bienal de Arquitectura Peruana que, como bien dice I.R., debería ser el equivalente arquitectónico a Mistura o a la Feria del Libro. Deberíamos estar sobre-saturados de información, conocer claramente los procedimientos para participar, saber de antemano quiénes son los jurados y en base a qué criterios las obras van a ser premiadas.
El problema es que, entre la avalancha innecesaria de correos electrónicos que el CAP envía todos los días (y que, estoy segura, muchísimos de nosotros enviamos directamente a la carpeta de "no deseados") el humilde enlace hacia la convocatoria y bases pasó desapercibido. No es lo mismo un curso de capacitación o una campaña de afiliación a un seguro que la convocatoria al premio nacional de arquitectura.
Creo que, para futuras ediciones, esta es una de las primeras cosas que, como gremio, deberíamos exigir: un sistema válido y sistemático de transmisión de la información concerniente a la bienal. Esto implicaría que se lance la convocatoria con suficiente tiempo como para que arquitectos y estudiantes de arquitectura puedan preparar cuidadosamente el material a enviar; que las bases sean de conocimiento público y puedan ser sujetas a debate y reflexión con anticipación; que una vez conocidos los proyectos finalistas, estos se hagan públicos con el fin de generar debate y opinión por parte no sólo de los agremiados, sino de todos los que, de alguna manera, somos usuarios de la arquitectura (es decir, todos). Y por último, una llamadita a los ganadores creo que no es tan complicada.
Brevísima nota aclaratoria: me siento agradecida y honrada de haber sido parte del jurado de esta Bienal. Ha sido una experiencia enriquecedora sobre la que seguiré hablando por un rato más. Sin embargo, esto no debería impedirme criticar los aspectos negativos de la situación. Por el contrario: con todas las ganas que tengo de que la bienal sea cada vez mejor, y con una privilegiada visión "desde adentro", la crítica acá es con espíritu constructivo.
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