Lo entiendo, estamos un poco aburridos.
Y angustiados. Bastante angustiados.
Y necesitados de un mundo mejor. Aunque sea imaginario.
Y si lo imaginamos en grupo, puede que sea más divertido. Como cuando un niño y sus amigos empiezan a construir un planeta en el espacio, con dinosaurios, dragones, Iron Man, mantas y carritos.
Necesitamos creer que estamos en control de la situación, o que lo estaremos cuando se dé esa esperada, mítica y dilatada fecha: cuando acabe la cuarentena.
Es así que muchos arquitectos se subieron a la combi post-COVID.
¿Cómo será el mundo post-COVID? ¿Cómo será la vivienda del mañana? ¿La ciudad? ¿La movilidad? ¿Las relaciones sociales?
Todas son preguntas importantes, loables, y, en muchos casos, la presión de la prensa nos fuerza a tratar de responderlas.
Pero ya basta.
No estamos listos para responder las preguntas porque la única respuesta real, en un mundo completamente carente de certezas es "no lo sé".
O, me corrijo, las posibles hipótesis que apunten a respuestas reales podrían partir - como lo han hecho algunos artículos recientemente publicados - de una evaluación de nuestra historia y de lo que ya conocemos. Epidemias pasadas, propias y ajenas; errores de planificación o de ejecución; diseños de espacios en la historia; manías recurrentes de nuestra sociedad.
Las posibles respuestas podrían estar en volver a recorrer los caminos que nos trajeron hasta aquí y tratar de encontrar los puntos débiles. Tal vez de observar, con atención científica (es decir, sin opiniones ni conclusiones apresuradas) lo que está sucediendo hoy. No mañana. Mañana no existe.
¿Pero qué tiene de malo imaginarnos un post-COVID? ¿Por qué no hacerlo? ¿No sería una adecuada preparación?
Si el imaginarlo nos calma las angustias, no no tiene nada de malo. Si nos prepara para posibles escenarios futuros, por supuesto, es necesario.
Lo que me preocupa es que son muy pocas las reflexiones de ese tipo.
Asistimos a webinars, conversatorios via zoom, videos, textos, con arquitectos que, desde su sala, o mejor aún, desde su biblioteca, repiten frases trilladas, perogrulladas. Ganamos likes y 5 minutos de fama.
Pero el problema es que hay gente que se lo cree; que va a pensar que, desde la comodidad de mi hogar y a través de la libre asociación de ideas, estoy en grado de dar soluciones respetables a problemas tan complejos. Problemas que, además, vienen incubándose desde hace décadas, si no siglos.
Es una actitud irresponsable, que socava los pocos logros de la investigación científica en arquitectura y otras disciplinas afines. En el marco del figuretismo, las verdaderas reflexiones que podrían conducirnos a posibles respuestas realistas, se pierden.
Así como la sobre información nos empieza a anestesiar hasta la indiferencia frente a lo que verdaderamente debería llamarnos la atención, el exceso de opinólogos nos está saturando, y eventualmente puede suceder que las soluciones facilistas reemplacen la investigación futura.
Fuente: https://www.clipart.email/clipart/ blanket-fort-clipart-black-and-white-320377.html |
Conversemos y tratemos de calmarnos juntos. Démonos abrazos virtuales a través de una pantalla y juguemos a ser colonizadores de un nuevo planeta, con dinosaurios y dragones. Pero seamos conscientes de que no pasa de ser eso. Lo que ofrecemos no son verdades, sino una fantasía compartida.
Un juego.
¿Cres que sea posible que dentro del sector de la Arquitectura cambie la manera en percibimos y diseñamos los espacios?
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