No sé cómo será en otras carreras, pero en Arquitectura, la constante es la frase: "¿Arquitectura? Prepárate para no dormir nunca..." Yo pensaba que era una exageración cuando una tía arquitecta me dijo que se "amanecía" una vez por semana. Ni siquiera estaba muy segura de qué significaba amanecerse: ¿Dormir poco? ¿Dormir un par de horas? ¿Ver el amanecer y luego irse a dormir? ¿No dormir en absoluto?
La ignorancia al respecto nos dura muy poco. En el primer ciclo ya empiezan las amanecidas, es decir, las noches en las que uno no duerme más de una hora (más común es no dormir absolutamente nada) por estar haciendo un trabajo para la universidad. Especialmente Taller.
Razón de ser de las amanecidas:Algunas personas me han preguntado por qué los arquitectos nos amanecemos: ¿Les mandan tanto trabajo? ¿No pueden empezar antes con la maqueta? O la peor (generalmente dicha por alguno de nuestros bien intencionados padres): ¿No puedes administrar mejor tu tiempo?
Pues no, no se puede admnistrar mejor el tiempo. Señoras y señores, un proyecto nunca se termina, se abandona. O dicho de otro modo, la maqueta, los planos, el 3D o lo que sea que se debe entregar al día siguiente
siempre es susceptible de ser mejorado. Eso en primer lugar.
En segundo lugar, la calificación al interior de un taller es comparativa. ¿Qué quiere decir esto? Que aún si te has rajado, no duermes hace días, has dejado tu cerebro (y las yemas de tus dedos) en el proyecto en cuestión, siempre puede aparecer alguien con un proyecto sorprendente, algo que ni tú ni los profesores hubieran soñado posible. Y recibe la mejor nota. Y tú y tu esfuerzo son relegados a la última mesa... el esfuerzo de otros, en ocasiones, puede hacer que te jalen en taller.
Y finalmente, mucha gente con la que he hablado del tema coincide al decir que es mucho más sencillo concentrarse y trabajar en la madrugada. Sin bulla, sin familiares entrando y saliendo, simplemente uno y su proyecto.
Características de las amanecidas:Volviendo a las amanecidas en sí: las primeras, de taller 1, tienen que ver con la escasa habilidad del estudiante para maquetear. Cuando meses después vemos los mamarrachitos por los que nos amanecimos en el primer taller, nos viene una mezcla de ternura y sarcasmo: "Por
eso nos amanecíamos...".
En estas primeras amanecidas el trabajo es lento, penoso, lleno de incidentes y eventuales heridas. Algunos amigos cuentan que sus madres (o padres), preocupadas y bienintencionadas, se aparecían cada cierto tiempo con una taza de café y que incluso los acompañaban durante la noche.
A medida que pasan los ciclos, las madres desisten y se van a dormir, cada vez con menos culpa. Esto coincide con el descubrimiento por parte del futuro arquitecto, de las habilidades manuales de los miembros de su familia: uno corta cartón, otro es experto en escaleras (mi papi, por ejemplo), otro hace arbolitos. Esto, durante la tarde-noche, antes de que todos se vayan a dormir mirando al amanecido con lástima.
Hacia el final de la carrera, las amanecidas son una rutina automática. Uno se sienta en el tablero, corta las piezas necesarias, las pega, se quema con la silicona, se corta con las cuchillas, bosteza, escucha la misma canción en la radio 5 veces durante la noche... Todo sin protestar (casi) y sin cuestionar nada.
Para cuando se termina la carrera, amanecerse es sólo tener un día un poco más largo.
Etapas de las amanecidasEn una amanecida rutinaria (del tercer ciclo en adelante), se puden reconocer una serie de etapas.
a) Lamentación previa: Ocurre desde que termina la sesión de taller y dura, aproximadamente, el camino entre el salón y la combi o el carro. Más si es que nos regresamos con alguien. Es una etapa aderezada con el monólogo: "@&/%* maldito Fulano, dice que a mi proyecto le falta, me tengo que amanecer, encima no termino el trabajo de Modelación, hoy es el cumpleaños de mi hermano, la casa va a estar llena de gente, tengo que ir a la 53, no tengo cuchillas, @&/%* maldito Fulano, me tengo que amanecer, qué flojera, ¿tú qué vas a hacer?, ya no aguanto, me tengo que amanecer..."
b) Compra de insumos: Esto ocurre camino a casa y puede darse de manera simultánea a la etapa anterior. Los insumos son de dos tipos: materia prima para la maqueta (en las tiendas frente a la universidad, con una especial mención a la 53 de la Av. Benavides), y "sustancias" (
ver más adelante).
c) Etapa errante: Es una etapa que, contra todo lo que puedan creer los padres, NO es una pérdida de tiempo (o una mala administración del mismo). Se trata de un período que puede variar entre 10 minutos y 2 horas, en el que uno simplemente pasea de un lugar a otro, mientras se "organiza": come, prepara "sustancias", ordena un poco la mesa de trabajo (es decir, que bota al piso todo lo que hay en ella), se mete a Intrenet, muchas veces a continuar la etapa "Lamentación previa"...
d) Ejecución: El inicio de esta etapa, en el mejor de los casos, coincide con la ida a dormir de la mayor parte de habitantes de la casa. Es la ejecución práctica del proyecto (maquetas y/o planos). La efectividad es cíclica: por ratos, se trabaja de manera eficiente y relativamente veloz; por ratos no hay manera de hacer nada correcto y uno pierde media hora buscando una cuchilla que tiene delante de los ojos (malignos duendes) o rehaciendo piezas de maqueta que ya había hecho, pero que no logra encontrar.
e) Crisis o pajaritos: Es la etapa más temida de la amanecida, el fin de la noche, anunciado groseramente por los pajaritos del vecindario que deciden ponerse a cantar. El sonido es sinónimo de crisis, desesperación, pánico y catástrofe. Y de renovadas energías para terminar lo que se está haciendo.
f) Entrega: Esta etapa empieza cuando se considera que la maqueta está lo suficientemente terminada y/o no se tiene más tiempo para hacer nada más. Consiste en la difícil tarea de llevarla de la mesa de casa a la mesa del taller. Las dificultades son muchas: despegarla (porque una gota descuidada de Uhu la fusionó al tablero), hacerla pasar por la(s) puerta(s), encontrar un transporte para llevarla (si es uno mismo quien maneja, es importante evitar quedarse dormido en el camino). Una vez en la universidad, encontrar un estacionamiento, hacer pasar la maqueta por más puertas, escaleras y pasillos, e introducirla al taller antes de que el profesor considere que es demasiado tarde.
g) Coda: Mucha gente se va a dormir luego de entregar. Yo nunca he podido hacerlo. Se trata de sobrevivir más o menos despierto hasta que termine la calificación, arrastrarse nuevamente al taller y ver en qué condiciones se está con respecto a la clase y qué nota se recibió. Mientras se espera en grupo, es común y tremendamente masoquista sacar la cuenta de cuántas horas se ha dormido, no esa noche, sino durante la semana. Casi, casi que es una competencia: "Yo he dormido 10 horas durante la semana", "Maldito seas, yo sólo he dormido 7 horas y media desde el lunes". El
speech que el profesor pueda tener
preparado, suele ser una pérdida de tiempo, un murmullo de fondo que se pierde en algún lugar entre la oreja derecha y la izquierda del pobre amanecido.
Las sustancias Me refiero a lo que se toma, come, inhala, respira o lo que sea que se considere necesario para mantenerse despierto. No voy a listar sustancias ilegales o de dudosa procedencia, porque no sé mucho de ellas... Lo mío es lo
casi sano.
El
café es el constante. En muy distintas versiones: uno solo, cargadísimo (versión "Aguas del Averno"); muchos, más sueltos, con azúcar, con leche, con cacao. Recuerdo a más de uno que mezclaba café con Coca Cola.
Las
gaseosas son muchas y no todos estamos de acuerdo en su eficacia. Yo he terminado la carrera gracias a la Inka Kola
diet (con más cafeína que cualquier otra cosa), en botellas de litro y medio que tenía al lado del tablero.
Las
energéticas, Red Bull o similares. No soy tan vieja, pero juro que cuando empecé a estudiar, no había nada de esto en Lima, así es que nunca le encontré el gusto ni pesqué la costumbre. Actualmente su consumo está tan arraigado en los estudiantes de arquitectura que más de una vez he visto que los de RB regalan latas afuera de la universidad.
El
chocolate, para mí, era básico. Puro, de leche, bitter, en galletas, en helado o lo que se me ocurriera, no sé si me quitaba el sueño, pero definitivamente me hacía un poquito menos infeliz. Creo que no soy la única.
Los
dulces en general son una buena idea por la cantidad de azúcar.
Con el tema de la
comida he escuchado de todo. Hay gente que, cuando se amanece, pierde el hambre y no come nada consistente durante días. Hay gente a la que le da por tragar un sanguchón campesino, una Bembos o cualquier tipo de comida "de verdad".
No fumo, así es que no puedo hablar del
pucho, pero consultando con arquitectos que lo hacen, el pucho es indispensable durante las amanecidas.
Una vez tomé una pastilla de cafeína. Mala, mala, muy mala idea. Me quitó el sueño, eso sí, pero me puso tan hiperactiva que no logré hacer nada productivo esa noche. Supongo que hay gente a la que le va bien con estas ayudas un poquito más químicas... conmigo no es.
Otras ayudas que no tienen nada que ver con la ingestión de sustancias: dormir en un sleepinbag en el suelo, al lado de la maqueta (con la teoría de que, por la incomodidad, no se llegará a dormir más de una hora), poner música fuerte (siempre y cuando los demás habitantes de la casa o el vecindario no te callen a gritos), colocar despertadores por todos lados, pedir a los amigos que se están amaneciendo que te llamen y llamarlos a ellos...
Los métodos son muchos, las anéctodas, aún más. Siempre es mejor amanecerse en grupo, sobre todo si se trata de gente que se lleva bien (obvio) y que no intentará acuchillarse, literalmente, a la mitad de la noche.
Al final, la relación con las amanecidas es de ambivalente nostalgia. No muchos años después de terminar la carrera, no me veo capaz de repetir esas maratones insomnes... no sé si porque el cuerpo ya no me da, o porque, como un deporte, las amanecidas son un arte que requiere de un entrenamiento constante.
Gracias, R. por la información adicional y de amanecida.