Hace mucho tiempo que no escribo sobre los lugares lindos de Roma. Por un lado, la relación de amor-odio que mantengo con esta ciudad ha pasado por etapas álgidas que hacen difícil ver los lados simpáticos; por otro lado, al caer en la rutina, el asombro disminuye un poco (esto último no está nada bien).
Dicho esto, el lugar más lindo de Roma es Villa Doria Pamphili, el parque de la esquina de mi casa.
Dentro del caos y la falta de sentido común de los romanos en general, se debe admitir que fueron tremendamente acertados al asegurarse al menos cuatro parques ENORMES dentro de la ciudad. Estamos hablando de hectáreas de área de esparcimiento: colinas, pastos, bosques, zonas de juego, riachuelos y fontanas.
Villa Pamphili es uno de estos parques, de casi 2 km cuadrados de área, dividido en dos pedazos por la via Leone XIII.
En este parque tuvieron el buen gusto de planificar muy poco. Es decir, que las zonas "intervenidas" se limitan a los alrededores de la fontana-laguna, al trazado de algunos caminos (de tierra) y al cerco perimetral. Luego, el parque es una sucesión de arboledas, campos abiertos y zonas de matorrales. Nada de rectángulos artificiales de flores de colores, nada de caminitos curvilíneos pavimentados, nada de bancas incomodísimas, nada de mobiliario urbano incomprensible.
Se puede pasear libremente, pasear a niños y/o perros, leer, dormir siesta, llegar con una cesta y mantelito a cuadros a hacer picnic, dar de comer a los patos, hacer ejercicio o simplemente mirar.
El recorrido permite que uno pueda caminar con comodidad en senderos amplios, explorar por caminitos entre los árboles, descubrir nuevos espacios cada vez, pasar de zonas llenas de gente a rincones olvidados y silenciosos y, por sobre todo, permite que luego de unos cuantos pasos, uno se olvide que está en el centro de una de las metrópolis más cosmopolitas y ruidosas del mundo.
Porque una de las mejores cosas de los parques de Roma, Villa Pamphili entre ellos, es que desde el interior no se percibe la ciudad.
Dicho esto, el lugar más lindo de Roma es Villa Doria Pamphili, el parque de la esquina de mi casa.
Dentro del caos y la falta de sentido común de los romanos en general, se debe admitir que fueron tremendamente acertados al asegurarse al menos cuatro parques ENORMES dentro de la ciudad. Estamos hablando de hectáreas de área de esparcimiento: colinas, pastos, bosques, zonas de juego, riachuelos y fontanas.
Villa Pamphili es uno de estos parques, de casi 2 km cuadrados de área, dividido en dos pedazos por la via Leone XIII.
En este parque tuvieron el buen gusto de planificar muy poco. Es decir, que las zonas "intervenidas" se limitan a los alrededores de la fontana-laguna, al trazado de algunos caminos (de tierra) y al cerco perimetral. Luego, el parque es una sucesión de arboledas, campos abiertos y zonas de matorrales. Nada de rectángulos artificiales de flores de colores, nada de caminitos curvilíneos pavimentados, nada de bancas incomodísimas, nada de mobiliario urbano incomprensible.
Se puede pasear libremente, pasear a niños y/o perros, leer, dormir siesta, llegar con una cesta y mantelito a cuadros a hacer picnic, dar de comer a los patos, hacer ejercicio o simplemente mirar.
El recorrido permite que uno pueda caminar con comodidad en senderos amplios, explorar por caminitos entre los árboles, descubrir nuevos espacios cada vez, pasar de zonas llenas de gente a rincones olvidados y silenciosos y, por sobre todo, permite que luego de unos cuantos pasos, uno se olvide que está en el centro de una de las metrópolis más cosmopolitas y ruidosas del mundo.
Porque una de las mejores cosas de los parques de Roma, Villa Pamphili entre ellos, es que desde el interior no se percibe la ciudad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario