Este post entra en la categoría de divagación máxima. No sé si de acá a un par de horas, días o meses seguiré pensando de esta manera y dudo que muchos doctorandos estén de acuerdo con lo que voy a poner. Dicho esto, al ataque.
La semana pasada tuve que rellenar en un formato de la universidad todas las actividades "académicas" que había realizado durante el año académico 2007-2008, que acabará a fin de este mes. Si bien yo ya sabía que ésto iba a pasar, más temprano que tarde, la lista que teníamos que rellenar me cayó como una aceituna en la papa rellena (wakala)...
Muchas de las categorías tenían que ver con actividades que yo he desarrollado muy poco, y parecía que, más bien, lo que había hecho intensamente (mi tesis) no entraba por ningún lado.
Pasado el primer pánico y una vez que pude leer lo que estaban poniendo los otros dottorandi me tranquilicé bastante. Se trata, en resumen, de conseñar TODO, cosa que traté de hacer de la mejor manera posible. Y aunque dentro de ese "todo" estuve tentada de poner incluso la cantidad de sudokus hechos este año y las horas pasadas haciendo colas, mentuve el género del documento en "académico" y ahora sólo resta ver cuántos créditos me darán por las actividades realizadas este largo, largo año.
Pero hoy, intercambiando ideas con mi editora en jefe (mi madre), llegamos a la conclusión de que es así como tiene que ser un doctorado. Ya no se trata de sentarse en un aula y escuchar a un "profe" que dice cosas que uno nunca ha escuchado, tomar apuntes y estudiar para el examen.
El doctorado es una forma de vida.
Uno de los aspectos, naturalmente, son los seminarios. Pero es también fundamental todo lo demás: ir a eventos y congresos, viajar, escribir, publicar y tener los ojos abiertos, bien abiertos. En resumen, es una actitud, casi una segunda naturaleza, un impulso, una constante, un instinto, una necesidad.
Unos deciden hacer el doctorado sin una universidad al lado, como mis papás durante muchos años, personas que dedican su vida a la investigación, a la docencia y a estirar sus propios límites. Otros nos amparamos en una institución, que, si al final de un determinado recorrido concluye que éste ha sido exitoso, dará un cartón para certificarlo.
Este cartón no querrá decir que a partir de ese día la tarea está concluida. Al contrario, quiero creer que lo que certifica es que uno ha asumido esa segunda naturaleza investigadora, docente, acedémica, y que se comprometerá a seguirla desarrollando per secula seculorum.
Es un compromiso a estar siempre estirando el propio chicle.
La semana pasada tuve que rellenar en un formato de la universidad todas las actividades "académicas" que había realizado durante el año académico 2007-2008, que acabará a fin de este mes. Si bien yo ya sabía que ésto iba a pasar, más temprano que tarde, la lista que teníamos que rellenar me cayó como una aceituna en la papa rellena (wakala)...
Muchas de las categorías tenían que ver con actividades que yo he desarrollado muy poco, y parecía que, más bien, lo que había hecho intensamente (mi tesis) no entraba por ningún lado.
Pasado el primer pánico y una vez que pude leer lo que estaban poniendo los otros dottorandi me tranquilicé bastante. Se trata, en resumen, de conseñar TODO, cosa que traté de hacer de la mejor manera posible. Y aunque dentro de ese "todo" estuve tentada de poner incluso la cantidad de sudokus hechos este año y las horas pasadas haciendo colas, mentuve el género del documento en "académico" y ahora sólo resta ver cuántos créditos me darán por las actividades realizadas este largo, largo año.
Pero hoy, intercambiando ideas con mi editora en jefe (mi madre), llegamos a la conclusión de que es así como tiene que ser un doctorado. Ya no se trata de sentarse en un aula y escuchar a un "profe" que dice cosas que uno nunca ha escuchado, tomar apuntes y estudiar para el examen.
El doctorado es una forma de vida.
Uno de los aspectos, naturalmente, son los seminarios. Pero es también fundamental todo lo demás: ir a eventos y congresos, viajar, escribir, publicar y tener los ojos abiertos, bien abiertos. En resumen, es una actitud, casi una segunda naturaleza, un impulso, una constante, un instinto, una necesidad.
Unos deciden hacer el doctorado sin una universidad al lado, como mis papás durante muchos años, personas que dedican su vida a la investigación, a la docencia y a estirar sus propios límites. Otros nos amparamos en una institución, que, si al final de un determinado recorrido concluye que éste ha sido exitoso, dará un cartón para certificarlo.
Este cartón no querrá decir que a partir de ese día la tarea está concluida. Al contrario, quiero creer que lo que certifica es que uno ha asumido esa segunda naturaleza investigadora, docente, acedémica, y que se comprometerá a seguirla desarrollando per secula seculorum.
Es un compromiso a estar siempre estirando el propio chicle.
Hola:
ResponderBorrarMe llamo Humberto y también soy un doctorando en Roma, pero en comunicación.
He leído parte de tu blog y me parece muy interesante, estoy por inaugurar el mio y quisiera contactarte en esta ciudad para intercambiar algunos puntos de vista más allá del ciber espacio.
Cómo ves?
Mi correo jansmonero@hotmail.com
Como decimos en algunos lugares, le has dado al clavo. Tal como escribiste en "Estudiar Arquitectura: Manual de Sobrevivencia", una suerte de sobre aviso a mentes aun no contaminadas y que deberian tener en cuenta antes de entrar al ritmo de estudiante de pregrado, este post será con el tiempo parte de otro de tus pequeños manuales de "Doctorarse en Arquitectura: Manual de sobrevivencia". Un doctorado no es invariante, aislado ni tu proximo libro, aunque nadie te da una formula, tenemos patrones que a traves de variables nos producen un resultado concreto: ser solicitada sin pedirlo gracias a tu trabajo (para conferencias, exhibiciones, solicitada por editores porque que tu trabajo encaja en compilaciones con investigaciones de otros investigadores, ser solicitada por el mundo en un campo especifico: sobre el tratan tus temas). La tesis de doctorado como espacio silencioso, escondido en tus narrativas, aun sin debates no puede esperar terminar tu doctorado y al final convertirse en un libro. Pienso que ese final (por asi decirlo, porque nunca acabaremos de seguir estudiando) se construye con tus publicaiones previas, que en el camino han alcanzado ser los retazos de tu tesis. Publicas primero con tu advisor y luego sola, o en trabajos colaborativos en asociaciones o sociedades de las cuales tu tema es afin. el primer año es crucial. Identificar quienes escriben alrededor de tu tema, donde publican, donde debaten, tal vez saber donde empezaron. identificar quienes organizan conferencias, seminarios, publican y ver como funcionan, como ingresas, como te dejarina publicar, fechas limites para resumenes, etc. creo que lo primero es que tu advisor llegue a identificarse con tu trabajo y que tu le sirves para algo, entonces ocurre una simbiosis interesante y ambos salen beneficiados tu como co-autora (que haces todo el trabajo pesado) y el acumula un paper mas en su lista para el año. Cuando se encuentra este ritmo, y nada te detiene. Pienso que estas dinamicas son importantes porque son patrones que encuentro en tantos de mis amigos con quienes he compartido muchas cosas haciendo sus PhD o MSc... porque todo estos son excusas para seguir escribiendo y sin esperar nada la recompensa viene, las invitaciones, el tiempo te falta, los viajes se cruzan y sin darte cuenta tu tesis estara terminada y conocida por la comunidad que te vio crecer y te reconoce sin que tu lo hallas pedido (y al conocerte, no pondran la aceituna en tu papa rellena, te preguntaran antes como la quieres). Es esto una formula? no lo se. ni pretendo hacerla mia, es lo que veo que sucede en mis saltos por el mundo academico.
ResponderBorraruna casi master como yo (yeeeehhhh)no tenía idea de que un doctorado tenía que ser así, creo que no me lo había planteado...
ResponderBorrarHMMMM ... y lo de la papa rellena ...ni me antojes que es uno de mis platos favoritos y la aceituna? ...buenaza...fuera de bromas se entendió la metáfora...
Un beso
Caro del Castillo