Si tu mami te dijo, cuando tenías 5 años, que dibujas lindo y aún tiene pegada tu casa pintada con crayola en la puerta de la refri, no es suficiente; si desde los 4 años haces torres de Lego, sigue sin ser suficiente; si tienes buen gusto para combinar colores... no, aún no lo logras.
Lo que se necesita para estudiar arquitectura es pasión, un poco de masoquismo, y una buena tropa de amigos. Esto último no es indispensable, pero si se tiene es muchísimo mejor... esto último se va consiguiendo en el camino.
¿Lo tienes? ¿Listo? ¡Empecemos!
Durante el primer ciclo van a ocurrir dos cosas relevantes: vas a darte cuenta que nadie te va a enseñar a hacer maquetas, sino que tienes que ser autodidacta, y vas a pasar o jalar una serie de cursos. Tengo la teoría que de esto depende tu grupo de amigos.
Lo que ocurre en primer ciclo, en ese sentido, no es muy significativo. En ese grupo de gente ruidosa que se sentaba atrás en las clases de Mate Básica y se reía todo el rato puede haber gente simpática y no tan idiota como parecía al principio. De la misma manera, dentro del grupo de chanconas de la primera fila que te miran con cara fea cuando haces bulla, puede haber gente bastante agradable.
Puede ser que, años después, esa persona que conociste el primer día de clases siga siendo uno de tus mejores amigos...
Cuando pasaste o jalaste los cursos del primer ciclo, las caras conocidas se hacen más conocidas. Se empiezan a formar grupos que probablemente tiendan a durar. En Cálculo aprendes a calcular tu promedio ponderado. Es el único objetivo del curso, y ese conocimiento va a ser aplicable a todos los demás cursos a lo largo de tu carrera. De paso aprendes que si necesitas 21.75 en el final, es altamente probable que tengas que repetir el curso en el verano.
A estas alturas, hace rato que sabes exactamente cuánto tiempo te tardas de tu casa a la universidad en combi y lo aprovechas para dormir, de hecho más de lo que dormiste en tu casa. Un tiket de la combi puede usarse para resolver una integral, un esquisse de tu proyecto de taller y dibujar a tinta 28 axonometrías.
Si llegas a taller III y te toca con ya sabemos quien, aprenderás a hacer levantamientos. Esto te permitirá subemplearte por el resto de tu vida. Con respecto a ese tema, debemos notar lo siguiente: el número perfecto para hacer un levantamiento, es 3: dos miden, uno anota; nunca te apoyes en un marco de madera de más de 50 años de antigüedad; si te encuentras rodeado por huelguistas, únete ("Pueblo, escucha... y únete a la lucha"); los ejes estructurales de las casas jamás están alineados y casi nunca son líneas rectas. No, no tiene sentido.
Supongamos que sigues avanzando, ese mismo ciclo te toca empezar a llevar las historias. Allí es cuando uno aprende que si toma una foto con flash a una diapositiva, no sale. El mejor método de estudio de la época previa al Power Point era sacar unos 10 libros de la biblioteca - cuantas más fotos tengan, mejor - comprar chocolate y cafeína, juntarse en la casa de alguien y amanecerse reconociendo figuritas. Cualquier mnemotecnia es válida.
El método perfeccionado es armar un sistema en clase: uno toma apuntes, otro hace dibujos, a toda velocidad, de las diapositivas. Esto ayuda a la mnemotecnia: "¿Cuál es el Palazzo Ruccelai?" "Ese que, en la foto, tiene un carro viejo estacionado adelante".
Cuando te toca llevar Obras siempre es bueno tener un polo de repuesto y una toalla, sobre todo en la última clase. Jugar baseball con bolas de barro no es una buena idea... ¡es una idea genial!
A partir del taller IV, la dinámica de entregas es más o menos la misma. Es importante ser conciente que cuando se está de amanecida, se pierde toda capacidad de raciocino, uno suele volverse más emotivo - violento, sensible, jocoso - y los reflejos son más lentos. Es mejor alejarse de las canchas de fulbito si está jugando partido: se puede morir de un pelotazo en la cabeza. Una buena precaución es moverse en grupo, de manera que las habilidades disminuidas de cada integrante se unan, para formar un ente que más o menos funcione.
En esta época alguna gente ya tiene carro. Siempre es bueno cerrarlo con seguro. Es mejor si la llave no queda dentro del carro cuando lo cierras con seguro. A la larga el carro se vuelve una prolongación de la universidad y del dormitorio, lo que significa que en algún momento alguien va a manejar, el copiloto va a repasar las fechas de las obras de Ledoux y tres personas en el asiento de atrás van a tratar de pegar arbolitos en una maqueta con una pistola de silicona... fría.
De hecho, el momento de más adrenalina del ciclo es la calificación de taller. Afortunadamente uno está tan cansado ese día, que la adrenalina suele pasar casi desapercibida. Si en un ataque de rabia tu profesor decide que tu maquete se verá mejor volando desde la ventana del quinto piso, lo mejor que puedes hacer es recogerla, restaurarla y, con terquedad y decisión, volver a meterla al taller.
Cuando entres al salón, empieza a buscar tu maqueta desde atrás, prepárate para lo peor. ¿No está en la última fila? Qué bueno, tal vez aprobaste... ¿no esta en la siguiente?, mejor... ah ya, está en la fila de los 14, fiuf, qué alivio, me voy a dormir. Evidentemente que, de lo que dice el profesor en ese momento, no vas a retener nada. En el cerebro del pobre estudiante de arquitectura, reducido al tamaño de una lenteja luego de una semana de amanecidas, sólo hay espacio para el cansancio y el alvio (o la desesperación).
Las notas de taller siempre son comparativas, nunca son objetivas y a veces son justas. Esto significa que no importa cuánto trabajes, cuántas noches te amanezcas y cuánto te haya costado la maqueta, al final siempre puede ocurrir que el día de la entrega llega ese chico con cara de fumón que sólo has visto 3 veces en toda tu vida, con una maqueta inimaginable, y resulta ocupando la primera carpeta.
¿Qué ocurre si te gusta alguien de la facultad? Bueno, te jodiste tú y se jodieron tus amigas que, de buena gente, te van a acompañar bajo la garúa para que parezca que "casualmente" estabas allí sentada afuera del salón a la hora que salió el susodicho, de quien ya sabes el horario de memoria.
Cuando te vas acercando al final de la carrera no eres muy conciente de lo que está sucediendo. Existe la famosa crisis del séptimo ciclo, cuando decides que tu vida no tiene sentido y quieres dejarlo todo para ser astronauta. Es normal, y lo mejor es seguir adelante con esto de la arquitectura y sacar el bendito cartón. En general, mientras uno hace una maqueta, lo mejor es no pensar, poner música y trabajar de manera mecánica.
Si estás maqueteando y se te acaba el spray, no caigas en la tentación de abrirlo para usar los restos con pincel. Si lo haces, asume que tu cara será, desde ese momento en adelante, de color azul. Si quieres saber si una maqueta 1/50 "funciona", pide prestado a tu hermanito uno de sus hamster rusos y haz que la recorra.
De nada sirve que le tires repuestos de cuchilla a los pajaritos cuando se ponen a cantar. Aunque les llegues a dar - cosa poco probable porque estás de amanecida - igual se va a hacer de día, va a salir el sol y vas a tener que entregar la maqueta, esté como esté.
En el momento en que te toca llevar electivos debes ser cuidadoso, no porque sea "electivo" quiere decir que no vas a hacer nada en todo el ciclo y si no andas con cuidado, vas a descubrir que la mejor hora para medir las secciones de vías en Barranco a las 5 am... y lo vas a hacer.
Nunca entregues trabajos en vinifile, no seas tacaño y mándalo a anillar. Cuenta la leyenda de un cierto trabajo de Arquitectura Moderna, del que se perdieron páginas porque se salieron del file.
Finalmente se ve la luz al final del túnel. Te toca llevar Lineamientos, y luego el esperado/temido taller X. Casi se puede decir que es irrelvante quién escojas de asesor. Se ha dado el caso de una buena tesis con un asesor nulo y viceversa. Simplemente chambea lo que te pida el taller y encomiéndate a algún santo patrón... personalmente recomiendo la virgen de Cocharcas.
No escojas una tesis de restauración y adecuación a un nuevo uso a menos que ya tengas los planos del edificio que vas a intervenir. No escojas un tema urbano, y menos en un tugurio, a menos que tengas vocación de encuestador. No importa cuánto te guste el tema cuando lo elijas, está grantizado que va a llegar un momento en el que lo vas a odiar. Si ya te habías acostumbrado a lo subjetivo de la calificación en los talleres, ahora vas a conocer un nuevo nivel de impredeciblidad, nunca antes experimentado.
Así será tu vida de ahora en adelante.
Buena suerte.
¡A ustedes chicos, gracias!