jueves, 17 de abril de 2008

Venezia (quiero spaghetti y mozarella...)

Los venecianos, por regla general, han hecho la cosas como han querido.

En la época en la que todos los reinos que hoy conforman Italia, se arrodillaban, piadosos e interesados, ante el todopoderoso Estado Vaticano, los venecianos decidieron seguir comerciando con Bizancio, la hereje.

Nosotros llegamos en avión y bus. Debimos haber seguido en barco, pero nos perdimos caminando en zig zag. Es probable que Euclides nunca fuera a Venezia, donde es el zig zag y no la línea recta, la distancia más corta entre dos puntos.

Dado que San Marcos era tradicionalmente el santo patrón de la isla, y dado que las reliquias estaban en otra parte, los venecianos decidieron un buen día, robárselo. La historia queda explicada, con orgullo, en la fachada principal de la iglesia de San Marco.

Hay mil callecitas que desembocan en San Marco. Es otro más de los ejemplos de cómo Europa se las arregla para cachetarte con los monumentos, como dijo mi compañero invocador de la lluvia. Nos topamos con un San Marco impresionante, de improviso como una cachetada y sumergido en otro diluvio universal.


A pesar de los esfuerzos de Napoleón, que se inventó una plaza rectangular que sirviera de atrio a la iglesia, no le ligó y lo que se recuerda más de Venezia son las esquinas en las que de alguna manera convergen 4 puentes, o las puertas que se abren al gran canal.

Lo más interesante de la plaza en ese momento, según yo, es que estaba vacía por la lluvia. Todos nos amontonábamos en los arcos, viendo las tiendas y echando ojeadas furtivas al cielo.


Cuando Italia se obsesionaba con los ritmos y las reglas renacentistas, Venecia no tenía reparo en reinventar vanos góticos y cúpulas orientales. Así es que se enorgullecen de una iglesia "bizantina" del siglo XIII, de fachadas impresionantes y famosísimas como el palazzo Ducale o el Ca' d'Oro y de otras, anónimas, pero no menos notables.

Los venecianos, finalmente, son comerciantes natos. Así es que, sin ningún reparo, nosotros también comerciamos con tickets semiusados del bote-bus.

Venezia es un mudo en el que da gusto perderse y encontrarse. Dicen que se está hundiendo no sé cuántos centímetros al año. Como decía en un polo: visítenla antes que se termine de sumergir.

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